El circo monumental del «mundial de futbol» y los «juegos olímpicos» se caracterizan siempre por generar riqueza para las empresas trasnacionales involucradas —desde las constructoras que desarrollan la infraestructura deportiva hasta los patrocinadores de los atletas— y dejar en números rojos a los países donde se realizaron. Se trata de todo un show de enajenación y consumismo disfrazado de interés por el deporte, con muy buena organización por parte de los gobiernos del mundo (para eso sí se ponen de acuerdo) y una derrama billonaria de recursos públicos que acaba en los bolsillos de los grandes imperios corporativos. La misma historia de cada dos años y Brasil no fue la excepción…
Por Hannia Novell
(Newsweek)
Lo que debiera ser un mes formidable para Brasil puede transformarse en una pesadilla. Este 5 de agosto inician los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016….y también la cuenta regresiva para definir el destino de la presidenta suspendida por el Senado, Dilma Rousseff.
Si bien la combinación de samba con deportes se antojaba espectacular, el retraso en las obras, las malas condiciones en que se encontraban las instalaciones a pocos días de la inauguración, junto con el escándalo por los recursos empleados para su construcción, auguraban tormenta.
Una tormenta que también se cierne sobre Rousseff, ya que entre el 25 y el 27 de este mes, días después de la clausura de la justa deportiva, el Senado brasileño tendrá que emitir su votación final para determinar si es absuelta o condenada, y por ende, destituida de manera definitiva como mandataria por realizar maniobras fiscales supuestamente irregulares.
¿Brasil y Dilma serán descalificados de esta carrera con obstáculos?
¿VILLA OLÍMPICA “DE INTERÉS SOCIAL”?
Así, como si fueran viviendas de interés social de México, las instalaciones de la Villa Olímpica presentaban graves problemas en los días previos a la inauguración de los Juegos, al grado de que varias delegaciones decidieron no utilizarlas y hospedarse temporalmente en hoteles.
Las habitaciones presentaban fallas de plomería, electricidad, limpieza y seguridad. Incluso, 15 días antes del inicio de los juegos olímpicos, el director de Comunicaciones del Comité Río 2016, Mario Andrada, reveló que solo 12 de los 31 edificios que se habían revisado se encontraban en condiciones óptimas de uso.
Las delegaciones de Gran Bretaña, Italia y Nueva Zelanda criticaron el estado de las instalaciones. La de Bielorrusia consideró que eran “insalubres” y denunció falta de agua caliente, así como fallas en el drenaje para desalojar los desechos humanos; es más, publicó fotos de ventanas sucias y una ducha inmunda.
Argentina se unió a las quejas, pues señaló que dos pisos del edificio que le fue asignado están inhabitables. Pero Australia fue más allá y decidió que sus atletas no permanecerían en la Villa ante las malas condiciones de los apartamentos. La comitiva, de poco más de 700 atletas, ocuparía 15 pisos en el edificio 23, pero fue trasladada a hoteles en tanto se solucionaban las deficiencias.
Pero todavía se esperan mayores problemas, pues no se ha observado la operación de diversos servicios, entre ellos el del restaurante que habrá de funcionar las 24 horas, con capacidad para servir 60,000 comidas.
Todos estos problemas se han registrado a pesar de que los promotores de la Villa presumían que las instalaciones “están a la altura de un hotel cinco estrellas”. De hecho, después de la competencia, los departamentos serán vendidos a un costo aproximado de 700,000 dólares. ¿Se anima a comprar alguno?
NADO SINCRONIZADO… ENTRE HECES
El diario estadounidense The New York Times publicó una investigación sobre el estado de las aguas en la Bahía de Guanabara y el mar de las playas de la ciudad, donde habrá competencias de nado durante los Juegos de Río. Lo tituló: “Mantén la boca cerrada”. Imagine por qué.
«Los atletas extranjeros, literalmente, nadarán en desechos humanos, y corren peligro de enfermar a causa de esos microorganismos. Es triste y preocupante», dijo el pediatra Daniel Becker, en entrevista con ese diario.
Los organizadores refutaron la información y aseguraron que las zonas designadas para las competencias de nado a mar abierto cumplían con los estándares de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Lo cierto es que las imágenes mostradas desmienten a las autoridades deportivas brasileñas y que esta revelación se suma a otra preocupación sanitaria por la presencia del virus del Zika.
EL MIEDO AL ZIKA
El costo estimado de los juegos olímpicos es de 20,000 millones de dólares, incluida la construcción de estadios, viviendas y demás infraestructura, pero paralelamente los organizadores contrataron un seguro contra varias amenazas como el virus del Zika, actos terroristas y disturbios civiles.
El costo de ese seguro es de casi 2000 millones de dólares que cubre al Comité Olímpico Internacional a los organizadores y a otros agentes involucrados en la operación de las olimpiadas.
Debido al temor por el contagio de este virus, varios deportistas cancelaron su participación. Entre ellos se encuentran los golfistas Rory McIlroy y Jordan Spieth, así como los tenistas Milos Raonic y Tomás Berdych.
Esto a pesar de que en junio la OMS declaró que tanto atletas como espectadores, excepto las mujeres embarazadas, podían asistir a los Juegos de Río siempre que tomaran precauciones para no infectarse.
De acuerdo con las estadísticas del Ministerio de Salud de Brasil, del 22 de octubre de 2015 al 9 de julio de 2016 se registraron 8451 casos sospechosos de microcefalia u otra malformación del sistema nervioso central en recién nacidos, derivados del zika; de ellos, 1687 fueron confirmados y hubo 102 defunciones.
RÍO, EN ESTADO DE “CALAMIDAD PÚBLICA”
El 17 de junio, a menos de 50 días de la inauguración del evento, Río de Janeiro se declaró en “estado de calamidad pública”. El gobernador interino, Francisco Dornelles, reveló que esperaba que le fueran transferidos 2900 millones de reales (860 millones de dólares) para poder hacer frente con los compromisos que implican la justa deportiva.
Las finanzas de ese estado se encuentran en crisis producto de una caída en la recaudación por la recesión que afecta a todo Brasil, pero también por el colosal escándalo de corrupción en Petrobras, el gigante petrolero cuya sede está en Río.
“La referida crisis viene impidiendo al Estado de Río de Janeiro honrar con sus compromisos para la realización de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos Río 2016”, establece el decreto del gobernador publicado el 18 de junio en el Diario Oficial estatal.
La situación es tan severa, declaró, que podría ocasionar “el colapso total de la seguridad pública, el sistema de salud, la gestión educativa, el manejo de la movilidad y del ambiente”.
En la práctica, el decreto implica que el gobierno de Río puede adoptar medidas extraordinarias como recortar gastos, definir qué deudas paga y cuáles no, y solicitar el apoyo económico del gobierno federal.
Las consecuencias ya se reflejan, por ejemplo, en un aumento de los homicidios y robos en las calles, atrasos salariales, huelgas en centros de estudio y cierres de algunos servicios que se prestan en los hospitales.
Las estadísticas del Instituto de Seguridad Pública revelan que los homicidios dolosos en el estado de Río aumentaron 15.4 por ciento entre enero y abril de este año, en comparación con el mismo periodo de 2015; mientras que los robos en la vía pública crecieron 23.7 por ciento.
Desde hace ocho años el gobierno estableció las Unidades de Policía Pacificadora, fuerzas armadas que pretendían quitarle el control de las favelas a los grupos criminales, aunque en los hechos empeoraron la guerra.
En lo que va del año han sido asesinados 43 policías en el estado, y por lo menos 238 civiles han muerto en enfrentamientos con la policía. También hay preocupación por las frecuentes balaceras cerca de los estadios y en las vías de acceso a esas instalaciones: en este 2016 ya van 76 personas heridas por balas perdidas, 21 de las cuales murieron.
Por ello, Brasil desplegará 85,000 soldados y oficiales, aproximadamente el doble de efectivos que en Londres 2012, para garantizar la seguridad durante los juegos olímpicos.
Pero quien no tiene garantizada su seguridad es Dilma.
EL INICERTO FUTURO DE ROUSSEFF
La suspendida presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, no asistirá a la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Río a realizarse este 5 de agosto en el estadio Maracaná, a pesar de que estaba entre los invitados, y será Michel Temer, quien ocupa de manera interina el cargo, quien declare los juegos oficialmente inaugurados.
La mandataria dijo en una entrevista con Radio France Internationale que no le interesaba cumplir un “rol secundario” en los juegos, luego de que fue ella y su antecesor, Luiz Inácio Lula da Silva, quienes hicieron la mayor parte del trabajo para que Río fuera sede de los primeros olímpicos en territorio sudamericano.
Lula tampoco irá a la ceremonia. Argumentó que no será “cómplice” del “golpe de Estado realizado contra la presidenta del país”.
Sondeos realizados entre senadores muestran que Dilma Rousseff será declarada culpable de violar las leyes presupuestarias, por lo que sería separada del cargo de forma definitiva. De ser así, Temer terminaría su mandato hasta el 2018.
Por si fuera poco, el ánimo social tampoco es tan favorable. La mayoría de los brasileños se mostró pesimista sobre el impacto que tendrán en su país los juegos olímpicos.
Según una encuesta de la consultora Ibope, publicado por el diario Estado de S.Paulo, el 60 por ciento de los brasileños cree que la justa deportiva traerá más perjuicios que beneficios a Brasil.
Por estas razones, agosto, el mes que “el gigante sudamericano” pretendía brillar a escala internacional, puede pasar a la historia como el mes de un desastre de proporciones olímpicas.
