Mathieu Tourliere
Proceso
MÉXICO, D.F. (apro).- Si bien el suicidio se convirtió en la primera causa de muerte entre los soldados estadunidenses –350 acabaron con su vida en 2012–, el problema es más grave aún entre los veteranos de las guerras que libró Estados Unidos en los últimos 40 años: más de 6 mil de ellos se suicidaron en 2012, un promedio de 22 diarios, según cifras oficiales.
En su informe “No hay tiempo que perder”, que difundió el pasado martes, la organización Human Rights Watch (HRW) asegura que “en general el suicidio no se registra como tal, debido al estigma, las complicaciones con el seguro de vida, las creencias religiosas o la falta de pruebas”.
La organización internacional revela que desde 2002, los servicios hospitalarios manejados por la Administración de la Salud de los Veteranos (VHA, por sus siglas en inglés) diagnosticaron más de 300 mil casos de Estrés Post-Traumático (EPT), Lesión Cerebral Traumática (LCT) y depresión entre los veteranos estadunidenses.
Desde el 2001, indica el informe, más de 2 millones de soldados fueron desplegados en Irak y Afganistán. De ellos, 7 mil murieron y 52 mil terminaron lesionados.
Los soldados “experimentaron despliegues más frecuentes y durante periodos más largos que cualquier integrante del ejército en la historia estadunidense”, asevera el texto. Añade que “los avances en la tecnología medical, los auxilios de emergencia y las protecciones corporales dejaron un número record de veteranos que sobrevivieron traumas, incluso quemaduras, amputaciones o lesiones severas”.
De los marinos enviados durante las invasiones de Irak y Afganistán 40% sufre EPT, igual que 30% de los veteranos de la guerra de Vietnam. Estos síndromes están fuertemente asociados con el uso de drogas y de alcohol, ya que los soldados tratan de evadir su depresión mediante el consumo de sustancias analgésicas, según el estudio.
No hay tiempo que perder, de HRW por Revista Proceso
Mujeres y Vietnam
Más de 15% de las 100 mil mujeres que sirven en el ejército estadunidense reportó haber sufrido un Trauma Sexual Militar (MST, por sus siglas en inglés), observa el informe de Human Rights Watch.
Asimismo, la organización realizó un estudio sobre 40 mujeres veteranas de Irak y Afganistán. De ellas, 30% reportó sufrir los síndromes del EPT y 20% aseveró que fue violada durante su servicio en el frente de guerra.
“MST y EPT fueron correlacionados con altos riesgos de ambos suicidio y sobredosis entre las mujeres veteranas”, plantea HRW.
Una de las víctimas recordó: “Tras haber sido violada, no denuncié. Me sentía como… si nada me importara. Me olvidé de todo. Tuve problemas. Empecé a consumir muchas drogas, todo, alcohol hasta la inconciencia o hasta sentirme mejor”.
Los síndromes de estrés no siempre desaparecen con el tiempo. Muchos veteranos de la guerra de Vietnam siguen consumiendo drogas para soportar los recuerdos que los atormentan cuatro décadas después del horror.
Un veterano de 70 años confesó a HRW: “He visto cosas que me perseguirán para el resto de mi vida. De los 150 soldados de mi unidad, soy uno de los ocho que quedaron. Quedé tirado por debajo de cadáveres durante tres días. ¿Y me dicen de no consumir?”.
Otro, de 60 años de edad, afirmó que no logra acallar las voces en su mente, por lo que se siente todo el tiempo ansioso y enojado.
Readaptación
Para los veteranos, el estrés que genera el regreso a una vida civil, sobre todo el encontrar una vivienda y un trabajo, incrementa los riesgos de sobredosis.
Un soldado de 22 años, recién regresado de Afganistán, dijo a HRW: “No puedes trabajar, no tienes ni casa ni departamento, siempre sientes dolor, no ingresas dinero. Alcohol y drogas… no tienes nada más”.
Según HRW, más de 700 mil veteranos en Estados Unidos están desempleados, sobre todo los hispanos y africano-estadounidenses. Además, entre 100 mil y 400 mil veteranos no tienen hogar al menos una vez al año. El 70% de los que no tienen hogar son adictos al alcohol o las drogas.
“Problemas mentales, incluidos EPT, LCT y problemas de consumo de drogas son los mayores predictores de la indigencia entre los veteranos, incluso los que regresan de Irak y Afganistán”, sentencia el informe.
El presidente Barack Obama declaró en 2009 que “nadie de los que sirvió a esta nación debería vivir en las calles”. Luego, lanzó un programa de viviendas para veteranos sin hogar, al cual destinó más de mil 600 millones de dólares.
Opiaceos
Según el informe de HRW, el alto consumo de medicinas derivadas de opiaceos y de alcohol se origina como hábito de los soldados en el frente de guerra.
En 2010, 63% de las tentativas de suicidio de los soldados activos involucró sobredosis de opiaceos, mientras que la mitad de las muertes accidentales producidas en el frente fue causada por una sobredosis –en 74% por opiaceos–.
En ese mismo año, los médicos militares prescribieron medicinas derivadas del opio a más de 76 mil soldados en servicio, lo que representa 14% de la fuerza armada, sobre todo del Oxicodona, un analgésico potente.
En los hospitales de la VHA, 64% de los veteranos de Irak y Afganistán que sufrieron estrés recibieron recetas de opiaceos. Muchos se volvieron adictos.
En el documento de HRW se informa que 500 mil veteranos fueron diagnosticados como “consumidores problemáticos de sustancias” en 2010, opiaceos para 52 mil de ellos, cifra 45% superior a la de 2003.
Para reducir la dependencia a los opiáceos, el Estado norteamericano puso en marcha un programa de Tratamiento Medicamente Asistido (MAT, por sus siglas en inglés), que consiste en la prescripción de sustitutos químicos a los adictos, como la metadona o la buprenorfina.
Pero los médicos observaron que muchos de los consumidores de opiaceos recetados desviaron su consumo hacia el uso de heroína, ya que los reembolsos por el programa de asistencia social “Medicaid” resultaron “inconsistentes y complejos”, además de que la heroína cuesta menos que la medicina.
Incluso, muchos médicos se niegan a prescribir opiaceos a sus pacientes, al considerar que “sustituyen una droga por otra”, lamenta HRW.
“Nos piden no consumir drogas, pero ¿cómo encuentro el sueño? ¿Cómo olvido lo que he visto?”, pregunta Teresa, una veterana de la guerra del Golfo de 44 años de edad.
Ante el crecimiento alarmante del número de sobredosis, la VHA distribuye Naxolona a los pacientes a través de un programa oficial. Administrado a tiempo, este medicamento permite revertir una sobredosis y salvar la vida de la persona intoxicada.
Sin embargo, ninguno de estos programas se aplica a los soldados despedidos por “deshonor”, mientras que su acceso es muy complicado para los veteranos que adoptaron “mala conducta”, como consumo de alcohol o drogas, o una conducta “no honorable”, como deserción o objeción de conciencia.
Pero fueron los propios traumas sufridos durante los combates los que generaron estos comportamientos, precisa la organización.
En su informe, HRW urge al gobierno estadounidense a ampliar los programas de viviendas, de medicación y de entrega de Naxolona a los veteranos.
No obstante, como organización no gubernamental, no le hubiera costado mucho exigir que dejara de declarar guerras.