Peña cree que con represión podrá superar su descrédito, se equivoca

Gerardo Fernández Noroña

El 3 de febrero del 2011 iniciaba el periodo ordinario de sesiones. El PRI y el PAN, la cópula, sus cúpulas, pretendían acallarnos a los diputados de oposición. No encontraban la manera de frenar nuestra energía y decidieron hacer un nuevo reglamento en que pretendían que hasta sacar mantas en las sesiones estaría prohibido. Era un absurdo, si algo cubre el fuero del legislador es su libertad de expresión. Pretendían con un reglamento pasar por encima del marco constitucional como lo han hecho en tantas otras ocasiones y en tantas otras materias.

A mí se me ocurrió protestar en la primera sesión con una manta que tendría una foto del entonces usurpador de la presidencia –Felipe Calderón– donde estuviera bebido. Pedí a mi equipo que la foto no fuera trucada y que en ella dijera: ¿Tú permitirías que un borracho condujera tu auto? No, verdad. Entonces ¿por qué le permites conducir el país? En la sesión, sin haber visto cómo había quedado la manta –que por cierto tenía faltas de ortografía– les pedí a Jaime Cárdenas, a Rosendo Marín y a Mario Di Costanzo que me ayudaran a sostener la misma.

La desplegamos y nos fuimos hacia la zona donde estaban los legisladores panistas. Se armó un pandemónium. Cuando observé la reacción de los diputados panistas me di cuenta que la manta había tocado en el nervio. No me detendré a contar todos los detalles de lo sucedido, sólo diré que la sesión se tuvo que suspender.

Los medios masivos mantenían una apoyo incondicional hacia el usurpador y por ende, yo era centro permanente de sus ataques, descalificaciones y tergiversaciones sobre mi actuar. Ya se imaginarán la ofensiva que se desató en mi contra en esa ocasión. Carmen Aristegui, conductora de un noticiario en MVS noticias dio un pequeño matiz a la información, además de informar lo sucedido en la sesión de marras, planteó que había versiones insistentes sobre este tema (sobre el alcoholismo de Calderón) y que la «presidencia de la República» debería informar al respecto. Considerándolo un tema de interés nacional, Aristegui sostenía que la «presidencia» debería atajar esas versiones informando cabalmente sobre el particular.

Ese simple hecho bastó para que Carmen Aristegui fuera sacada del espacio en MVS noticias. El repudio popular a esa medida represiva no se hizo esperar y la cadena de radio citada tuvo que restablecer en su espacio a la conductora.

Hoy, cuatro años después, Carmen Aristegui vuelve a sufrir una embestida de la misma o mayor magnitud a la antes reseñada. Pero esta vez, fue su equipo de reporteros quien presentó una sólida investigación sobre un monstruoso caso de corrupción de Enrique Peña Nieto, la Casa Blanca de Sierra Gorda 150.

A quien ocupa la «presidencia» nada le ha irritado tanto como el que le desnudaran mostrando que es dueño de una casa de cien millones de pesos que es producto de la corrupción de su desgobierno. Ni siquiera que lo acusen de la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa y de ser responsable de ese crimen de «Estado» le irrita y le hace tanto daño.

La Casa Blanca de Sierra Gorda 150 se ha convertido en un emblema de la corrupción de su desgobierno. Poco a poco, Enrique Peña Nieto ha pretendido vengarse de quienes lo exhibieron en su corrupción. Ha desarrollado una fortísima campaña contra Marcelo Ebrard pues se sostiene que fue quien dio la información inicial sobre el citado inmueble supuestamente propiedad de la señora Angélica Rivera.

Ahora, ha enderezado todas sus baterías para lograr que Carmen Aristegui sea sacada del aire en la cadena de radio de MVS noticias. De entrada, Peña ha logrado que Daniel Lizárraga e Irving Huerta sean despedidos de su trabajo por ser serios y profesionales al grado de ponerlo en evidencia.

Las razones que el dueño de MVS ha dado para su despido son lo que sigue de absurdas. Y el siguiente objetivo es que Carmen Aristegui deje de transmitir en esa cadena de radio. La campaña histérica en la mayor parte de los medios de comunicación contra Carmen Aristegui es infame y brutal. Es evidente que el desgobierno de Peña Nieto pretende que todos los medios sean falsos, fatuos y tergiversadores de la realidad que vive el país. Pero por más que se esfuerce su desgobierno no hay cosa más terca que la realidad y la verdad sale a flote por todos lados.

Inclusive en el caso de que Peña Nieto lograra su vendetta, no se quitará en toda su vida la mancha monumental que la Casa Blanca de Sierra Gorda 150 significa. Pasará a la historia como un corrupto voraz cuando menos.

Por nuestra parte, debemos hacer toda la presión social necesaria para que Daniel Lizárraga e Irving Huerta regresen a su puesto de trabajo. No debemos tolerar esta represión que ahoga y busca acobardar al pueblo de México.

Que el actual poder político no pueda resistir ni siquiera a una periodista seria, veraz y profesional como Carmen Aristegui demuestra su absoluta vulnerabilidad y que sus días están contados.

El tiempo de Peña Nieto se agotó, su canción es «Reloj no marques las horas…».

«El pueblo tiene derecho a vivir y a ser feliz».

Gerardo Fernández Noroña.
México D.F. 14 de marzo de 2015

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