Carlos Marí
Reforma
Cientos de estudiantes manifestaron por el caso Ayotzinapa durante el recorrido del fuego de los Juegos Centroamericanos en Xalapa, Veracruz, al grado que en al menos tres ocasiones aventaron agua a los deportistas relevistas que portaban la antorcha.
La primera protesta la desataron alumnos de la Universidad Veracruzana cuando el Alcalde Américo Zúñiga, que había dado el recorrido con la antorcha y ofrecía una entrevista a medios de comunicación, fue sitiado con carteles y gritos con los que repudiaban los Juegos Centroamericanos y del Caribe.
«¡No queremos juegos, queremos justicia!», le gritaban un grupo de manifestantes, encabezados por el profesor Jesús Saldaña de la Escuela de Contaduría y Administración.
«¿Por qué no mencionamos que a tiempo se concluyeron todas las obras deportivas? ¿Por qué no decimos que las delegaciones internacionales están felicitando la organización? ¿Por qué no hablamos de lo importante que es la reactivación económica, particularmente en la industria hotelera», reaccionó el edil.
Posteriormente, varios grupos de estudiantes exhibieron pancartas y mantas en los recorridos de los deportistas del Comité Organizador de los Juegos Centroamericanos que portaban la antorcha.
Al pasar por la Escuela Normal, por la multitud de manifestantes y las consignas, la ruta de la antorcha fue desviada por otra avenida, pero al retornar nuevamente por otro punto de ese plantel, recibió de nueva cuenta una oleada de consignas por Ayotzinapa.
El punto más álgido para los deportistas fue a la altura del Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información (USBI) de la UV, donde estudiantes de Biología apagaron la antorcha, justo cuando se daba un relevo entre corredores.
De inmediato, integrantes del Comité Organizador repusieron la antorcha de gas por otra, para que continuara el recorrido.
Sin embargo, al arribar el grupo de corredores al Parque Colón, tras 20 kilómetros de recorrido por calles y avenidas, ya se encontraban decenas de estudiantes en la tarima, donde sería encendido el pebetero,
«México no es fosa clandestina», decía una manta que extendieron los universitarios arriba de la tarima.
Elementos de la nueva Guardia Civil que arribaron al sitio, cuando estaban los manifestantes encaramados, se quedaron pasivos y fueron los organizadores del evento los que suplicaron que se les permitiera el encendido de la llama simbólica de los Juegos Centroamericanos.