Citlalli López
Proceso
SANTA INÉS DEL MONTE, Oax. (apro-cimac).- Silvia cumplió apenas 15 años, pero ya es madre de dos niñas y lleva las riendas del hogar. En mayo pasado, Eusebia, su madre, murió en el hospital después de dar a luz.
A la pérdida, vino la injusticia social. En mayo también les fueron suspendidos los apoyos económicos del programa Prospera tras el fallecimiento de la titular.
Hace apenas una semana que Silvia se vio obligada a regresar a casa para cuidar de su hermana Marisol, de seis años, y a la bebé de cinco meses, a quien todavía no registra.
Ella trabajaba en una casa como empleada. Había abandonado la secundaria para ayudar en los gastos familiares. Ahora se dedicará sólo al hogar.
“Mis hermanitas me necesitan”, dice mientras arrulla a la bebé en una hamaca colgada al techo, que, junto con la cama, el ropero y un altar es todo lo que hay en el pequeño cuarto de adobe y lámina.
A un lado, una cocineta construida de madera y lámina completan la casa que se ubica en la parte más alta de uno de los montes del municipio de Santa Inés, a donde sólo se llega a pie entre veredas.
Miguel Gaspar, padre de Silvia, sostiene que la muerte de Eusebia, así como la falta de justicia, es consecuencia de la pobreza y la marginación en la que viven. “Yo digo que no es justo lo que pasó. Apenas mi chamaquita me preguntó ‘¿por qué paso esto, por qué a nosotros?’”, cuestiona.
Para la familia, las dudas sobre la muerte de Eusebia nunca se aclararon. La mujer había sido trasladada de emergencia al Hospital Civil Doctor Aurelio Valdivieso (de los Servicios de Salud de Oaxaca y ubicado en la capital del estado), pero no fue atendida de inmediato por falta de cama.
Posteriormente, según lo informado a Miguel, la cesárea se había realizado sin complicaciones. Más tarde los médicos le informaron que nuevamente operarían a Eusebia para realizarle una salpingoclasia (ligadura de trompas de falopio). Finalmente Eusebia fue declarada muerta el pasado 18 de mayo.
La sospecha de negligencia médica zumba en la cabeza de Miguel. “Para demandar hay que tener dinero para pagar un abogado. Sin dinero, mejor nos comimos nuestras dudas. Para los pobres la justicia no existe”, afirma Miguel.
El hombre es campesino, siembra maíz para autoconsumo, vende leña y elabora carbón para obtener ingresos.
Cada jueves viaja a Zaachila, municipio ubicado a unos 30 minutos de su localidad. Lleva cuatro o cinco cargas que vende a 50 pesos cada una, pero al final del día regresa a casa con 40 o 60 pesos porque el costo para transportarla le absorbe más de 50%.
Niegan apoyos
A partir de la muerte de Eusebia la situación económica de la familia se complicó más. Al fallecer, el dinero que recibían sus hijos proveniente del programa social Prospera fue cancelado.
Desde mayo de 2014, Gloria Gaspar, hermana de Miguel y cuñada de Eusebia, inició los trámites para el cambio de titular, pero el tiempo se ha ido en vueltas y más vueltas.
“Yo fui y alegué con el promotor, le pregunté: ‘¿Por qué no les seguían dando el apoyo a través de este chamaco (el hijo mayor de Eusebia)?’. Él era el suplente. Pero nos han dicho que no, que eso es hasta que se haga el cambio de titular y se renueve la tarjeta”.
Gloria se dio a la tarea de realizar los trámites. Se presentó ante el promotor con los documentos solicitados, en los que no se pudo integrar a la bebé porque todavía no tiene acta de nacimiento. La repuesta que recibió de los promotores de Prospera es que “quizá en seis u ocho meses ya esté la tarjeta”.
“¿Y mientras tanto qué va a pasar con esa criatura que necesita la leche?”, cuestiona Gloria.
Dentro del catálogo de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) del gobierno federal no existe ningún apoyo dirigido a niñas, niños y adolescentes en estas condiciones. El programa de Seguro de Vida para Jefas de Familia sólo opera en los casos en los que no existe la figura paterna.
Miguel no ha podido registrar a su hija porque durante el papeleo para la recuperación del cuerpo de su esposa, extravió la credencial de elector y tampoco cuenta con los documentos y el dinero suficiente para realizar los trámites que le permitan obtener nuevamente su mica.
La compra de leche en polvo le absorbe la mayor parte del dinero. Cada tercer día viaja a Zaachila a comprar una lata de leche para alimentar a su hija de cinco meses. La deficiente nutrición ha ocasionado un peso y talla menor a la ideal.
“Yo veo cómo le hago, pido prestado, me endeudo, pero veo la forma para que no falte la leche”, expresa.
Para el Estado mexicano, las mujeres que fallecen por muerte materna son sólo cifras a archivar. En este año, de acuerdo con el Observatorio de la Muerte Materna en Oaxaca ocurrieron 25 entre enero y la tercera semana de octubre.
Sin embargo, no existe un registro y seguimiento de lo que sucede con las y los niños que quedan huérfanos a consecuencia de la muerte materna, que de acuerdo con estimaciones realizadas por especialistas, en México cada año hay 3 mil niñas y niños huérfanos por muerte materna.