Yadira Llaven Anzures
La Jornada
El hallazgo arqueológico más importante en los últimos 20 años ocurrido en México, una ciudadela prehispánica en la calle 12 Oriente y 12 Norte, de San Pedro Cholula, quedó sepultado esta semana entre cemento, escombro y varillas, luego de que el gobierno del estado, al frente del panista Rafael Moreno Valle Rosas, consiguió, sin aval del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), concluir la construcción del distribuidor vial.
En dos ocasiones, por trabajos del INAH se paró la edificación del puente por el hallazgo de 12 entierros prehispánicos, un cráneo de un posible guerrero Jaguar, de mil 400 años de antigüedad, que habría pertenecido a una elite autóctona mexicana, así como cerámica y una serie de piezas utilitarias, estas últimas que datan de la época posclásica.
Sin embargo, la destrucción y entierro de la fortificación prehispánica fue inminente, con el ingreso de la maquinaria pesada al lugar para el avance de la obra, lo cual representó un severo golpe a la historia antigua de Cholula.
La estructura prehispánica fue hallada fortuitamente hace un lustro en esta ciudad habitada continuamente durante los últimos 3 mil años, mientras se colocaba los ductos de la red del drenaje público.
En agosto pasado, nuevamente quedó a la vista una serie de muros y columnas de la ciudadela durante los trabajos del pernal del INAH, pero por órdenes de altos funcionarios del organismo de inmediato fue sepultado. De ello existe una serie de registros fotográficos.
La investigadora Anamaría Ashwell, una de las principales defensoras del patrimonio arqueológico y opositora a la edificación del distribuidor vial y del parque de las siete culturas al pie de la pirámide de Cholula, calificó de innecesaria la obra que se construye en una zona protegida según decreto de 1993.
“Es un monumento al despilfarro y al desprecio por la cultura patrimonial de México”, declaró.
Desde febrero pasado, trabajadores del Instituto realizaron a marchas forzadas un salvamento arqueológico y en vísperas a que concluyera la obra del distribuidor vial, encontraron un muro con características similares a la que se hallaron hace cinco años, en el mismo cruce las calles 12 Oriente y 12 Norte.
En ese entonces el descubrimiento fue catalogado por el perito del INAH, Sergio Vergara, como el hallazgo arqueológico más importante de los últimos 20 años en el país.
Una plancha de cemento sobre los muros prehispánicos
En un recorrido por el lugar se apreció a simple vista que fueron sellados los 12 pozos de sondeo arqueológico que personal del organismo nacional excavó a lo largo de 100 metros, del término de la Recta a Cholula a la calle 12 Norte, para indagar sobre lo que había en el subsuelo.
Una enorme plancha de cemento, que es la rampa que desciende del distribuidor vial hasta las antiguas vías del ferrocarril, desciende en el lugar donde días antes fueron encontrados los vestigios arqueológicos.
Pareciera que en un intento de borrar toda evidencia, decenas de trabajadores de la construcción aplanaron con máquinas la zona donde se encontró la ciudadela prehispánica.
La construcción del distribuidor vial, con una inversión de casi 300 millones de pesos, forma parte de un proyecto global, multimillonario, que también contempla la instalación de un parque temático al pie de la pirámide, que además contará con un tren turístico, hotel, museo de sitio, plaza de comercios concesionados, un tianguis de artesanías, espejos de agua, juegos mecánicos y campos deportivos.
Este último proyecto se realiza con total opacidad, pues es el momento en que se desconoce con precisión el proyecto ejecutivo y su inversión, pero ya fueron expropiados 21 hectáreas de tierra y el antiguo Hospital Psiquiátrico “Nuestra Señora de Guadalupe”, construido en 1910.
La defensa social del patrimonio arqueológico
A la par del inicio de la construcción del distribuidor vial, en marzo pasado, vino una movilización social en la región de las Cholulas que incluyó la cancelación simbólica de las obras por parte de colectivos y ciudadanos organizados; una marcha por las calles de San Pedro en demanda de la cancelación del puente, y una cadena humana alrededor de la pirámide y el santuario de la virgen de los Remedios.
La pirámide de Cholula es considerada la más grande del mundo por su basamento, y el centro ceremonial más importante de Mesoamérica, en honor al dios Quetzalcóatl.
Al principio, la protesta estuvo al frente de la campaña Pueblo Mágico Sin Tráfico, quienes marcharon en caravana por la recta a Cholula para exigir que no se construya del distribuidor vial que solamente generará más tráfico en la región.
Después vino el anuncio público, que abogados especialistas en defensa del patrimonio interpondrían un amparo para frenar la obra por no contar con el permiso del INAH, pero además por poner en riesgo el patrimonio.
Sin embargo, un mes después extrañamente el representante del colectivo Cholula en Bici, Giovanni Zayas, dio a conocer que los litigantes nunca gestionaron el juicio de garantías, y con ello se abandonó la movilización hasta que se hizo público un segundo proyecto por parte del gobierno morenovallista que también atentaría contra el sitio arqueológico, el parque de las siete culturas.
INAH, sin autoridad para frenar obras
En entrevista, el delegado en Puebla del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Francisco Ortiz Pedraza, admitió que el organismo a su cargo no impedirá que el gobierno estatal concluya el distribuidor vial que construye al final de la recta.
El funcionario federal incluso afirmó que la obra avanzó sin ser analizada por el Consejo de Arqueología del INAH, máximo órgano de decisión del Instituto sobre construcciones que ponen en riesgo el patrimonio edificado.
Además, Ortiz Pedraza reveló que el puente sí tendrá tirantes, a pesar que el INAH exigió que se quitaran para no afectar la visual de la pirámide. El delegado respondió a los
cuestionamientos de reporteros a cerca de que los vestigios hallados en Cholula, incluido el cráneo del guerrero Jaguar, no ameritaron la suspensión total de la obra, e insistió que las obras del gobierno estatal no fueron suspendidas en ningún momento, solo fueron reprogramadas para permitir las excavaciones de un equipo de medio centenar de arqueólogos, estudiantes y supervisores.
Minimizó la importancia de los hallazgos y arguyó que en la zona de Cholula es frecuente encontrar restos prehispánicos, y todos de relativa importancia.
El distribuidor vial consiste principalmente en un puente de concreto armado con tirantes de acero que penden de altas columnas. La elevación arranca de la Recta a Cholula para desembocar en la Avenida 12 Oriente-Poniente.
La versión oficial
El lunes pasado, el gobierno estatal comenzó la última etapa de la construcción del Distribuidor Vial en Cholula.
Durante el fin de semana personal de la Secretaría de Infraestructura introdujo las tuberías de drenaje que faltaban y cubrió con tierra el tramo de la 12 Oriente que aún permanecía a resguardo del INAH, a fin de iniciar la instalación de la segunda rampa del distribuidor.
Poco antes de que la maquinaria reanudara su trabajo, arqueólogos extrajeron cerámica y restos humanos prehispánicos que depositaron en una decena de bolsas de plástico y se retiraron del lugar.
La delegación del organismo en Puebla emitió un comunicado en el que sostuvo que la construcción del distribuidor vial de Cholula no afecta la zona arqueológica, debido a que ésta se encuentra a más de 600 metros de distancia en línea recta.
El INAH informó en principio que el distribuidor en construcción quedó fuera de la poligonal que delimita el área de protección de la zona arqueológica de Cholula, donde se encuentra la “Gran Pirámide”.
Además, aseveró que había datos respecto a que los terrenos afectados eran parte de una antigua laguna, por lo cual las evidencias de asentamientos arqueológicos eran poco probables, si acaso de elementos propios de las riberas lacustres.
“Los trabajos principales han concluido en su parte medular y el informe preliminar ha sido enviado ya al Consejo de Arqueología para que lo revise y emita las observaciones que a su juicio sean necesarias y con ello se pueda concluir técnicamente la parte más intensa del trabajo de campo”, se argumentó.
Ante lo expuesto, el delegado del Instituto Nacional de Antropología e Historia en Puebla insistió en que difícilmente el Consejo de Arqueología eche por tierra el puente ya construido.