Laura Poy Solano
La Jornada
Pese a que desde 2010 la Secretaría de Educación Pública (SEP) emitió la guía del Programa Escuela Segura, en el que alerta sobre los factores de riesgo del bullying a alumnos de primaria y secundaria, el fenómeno alcanzó cifras “escandalosas” incluso en bachillerato, en el cual al menos seis de cada 10 estudiantes han sido víctimas de violencia, según datos de autoridades del área.
César Navarro Gallegos, sociólogo y experto en temas educativos, señaló que las escuelas se han convertido en “espejos que reproducen los comportamientos sociales de su entorno. Si tenemos niños y jóvenes en un contexto de violencia, inseguridad y agresión constante, ello se verá reflejado en los planteles”.
Tras el deceso de un estudiante de primer año de secundaria en Ciudad Victoria, Tamaulipas, quien el pasado 14 de mayo fue agredido por cuatro de sus compañeros, lo que le ocasionó muerte cerebral, el investigador del Instituto José María Luis Mora y de la Universidad Pedagógica Nacional destacó que se trata de casos “muy lamentables, porque constatamos que esta violencia no se detiene”.
No se trata, subrayó, de un problema que sólo sea responsabilidad de profesores y directivos, porque “pese a todos los programas que se han lanzado para frenar actos como el bullying o el acoso escolar en las escuelas, no existe un verdadero intento como sociedad para frenar todo este contexto que está dañando a nuestros jóvenes”.
Al respecto, la Encuesta de Exclusión, Intolerancia y Violencia en la Educación Media Superior 2013 revela que 36.8 por ciento de jóvenes de bachillerato ha recibido insultos, 19.8 ha sido rechazado y 8.9 recibió golpes. Además, a 10.6 le han robado sus pertenencias, a 8.4 se las han destruido y a 27.2 se las han escondido.
Entre las acciones que la SEP ha lanzado en años recientes para intentar frenar la violencia dentro de las aulas destacan los manuales para padres, que incluyen los principales síntomas que presentan las víctimas de bullying, entre ellos fracaso académico, ansiedad, fobia escolar, deterioro de la autoestima, depresión, falta de apetito y trastornos del sueño.
Subrayan tres ejes prioritarios: brindar atención de calidad a sus hijos, detectar si están aprendiendo conductas violentas en el hogar que luego reproducen en la escuela, y establecer vínculos afectivos y de comunicación respetuosa con su familia.
Con el fin de prevenir actos de acoso entre alumnos de primaria y secundaria, la SEP difundió una guía, en la cual aconseja realizar un cuestionario de autoayuda, detectar cualidades, fortalecer la autoestima y, de ser agredidos, establecer mecanismos de protección, como “pedir ayuda” a amigos y adultos y, sobre todo, “romper la ley del silencio”.
En el caso de los docentes, la SEP emitió en colaboración con la Secretaría de Seguridad Pública la Guía Básica de Prevención de la Violencia en el Ámbito Escolar, en la que alerta de las manifestaciones y consecuencias del bullying, pero también se proponen indicadores para detectar a víctimas y agresores.
Al respecto, Navarro Gallegos enfatizó que las escuelas son reflejo de un Estado “delincuencial que no garantiza las condiciones básicas de seguridad. Nuestros niños se desarrollan en un entorno de inseguridad tanto en la escuela como en la familia, y eso ha llegado a las aulas y el patio escolar”.