Arely Ramos
Media Hora
El canal Anzaldúas se ha convertido en un cementerio de peces. Durante un recorrido que Media Hora realizó por el lugar se encontró más de una veintena de mojarras sin vida y flotando en la orilla del canal.
Entre los desechos que flotan en sus aguas se distinguen los animales muertos. Los hay en diferentes tamaños y el problema es que se unen a la lista de especies perecidas recientemente en la Laguna la Escondida.
Aunque el afluente Anzaldúas es ajeno al vaso lacustre donde hace un mes se encontró tanto a pescados como tortugas fallecidas, éste refleja un alto nivel de contaminación.
El torrente del Río Bravo es también un basurero. Por doquier hay botellas de plástico, papeles, llantas y diversidad de desechos que apenas y permiten se diferencien las especies acuáticas en mortandad o descomposición.
El tono del agua es verdoso. A lo largo y ancho del canal se avizora una capa de lama que arrastra infinidad de impurezas.
Abunda la basura, que quizás, sea una de las posibles causas de la mortandad de los peces que han encontrado ahí su hábitat.
Esta no sería la primera ocasión que se denuncie la contaminación del canal. Sin embargo, parece que las autoridades municipales ambientales no vigilan el área.
No se encontró anuncios de advertencia por contaminación causada por el hombre, ni personal en supervisión.
De no atenderse a tiempo la situación que ya ha sido evidenciada en años anteriores por Hora Cero, el daño podría causar impacto no sólo en los peces sino en la sociedad reynosense que habita cerca del riachuelo o a quienes riegan sus cosechas con éste líquido.
Mientras el cauce Anzaldúas es desatendido por las autoridades, la Comisión Nacional del Agua, delegación Distrito Federal, recorrió la Laguna la Escondida donde tomaron muestras del agua para su estudio.
Lo anterior sería para determinar las causas que originaron la mortandad de peces y tortugas que se encontraron en ese estado hace aproximadamente un mes.
Fuente: MEDIA HORA