Benito Jiménez
Reforma (Foto: Tabasco Hoy)
San José del Cabo, Baja California Sur (19 septiembre 2014).- Colonias completas en zonas marginadas desaparecieron al paso de «Odile».
Entre las ruinas, las familias se dijeron olvidadas por las «autoridades», principalmente por la falta de alimentos y agua.
«Agua, lo que queremos es agua, y comida… ¡frijoles aunque sea! Nos quedamos sin nada», gritó Santa Amalia Espirón, de 47 años y quien se quedó sin casa.
Las viviendas, que estaban a escasos dos kilómetros del Aeropuerto Internacional de Los Cabos, eran de lámina y madera y cedieron ante el huracán que se estacionó en esta parte de la península por casi nueve horas, del domingo al lunes pasados.
Estas personas levantaron la mano cada vez que observaron el arribo de un avión. En su desperación por comer o hidratarse, gritaron a la aeronave la falta de apoyo.
Pertenecen a las colonias La Ballena, Primera y Segunda Etapa, y San Bernabé.
«Nadie ha venido, sólo hacen sobrevuelos con los helicópteros, pero no nos avientan nada», se quejó Marisol Díaz.
La mujer sólo rescató un vestido y dos chanclas, una de cada una.
Con garrafones de agua vacíos en mano, mujeres caminaron por horas hacia el centro de San José Los Cabos en busca del vital líquido, sin que lograran conseguir ni un litro.
«En las tiendas ya no hay nada, todo lo saquearon, las autoridades nos dicen que pronto llegará la ayuda, pero ya no aguantamos, los niños se están deshidratando», contó Carmen Martínez, de 57 años y vecina de San Bernabé.
En un recorrido por estas colonias se observó la caída de postes de luz, árboles arrancados de raíz, colchones enlodados en las calles, cobijas húmedas, refrigeradores en charcos, sanitarios fuera del drenaje y casas sin techo o sin paredes.
«Que venga Peña Nieto a ver esto, que nos ayude, la mayoría somos mujeres, madres solteras, no podemos levantar todo esto», expresó entre lágrimas otra mujer de La Ballena.
[Lamentable su desesperación… y lamentable que le supliquen ayuda a un iletrado criminal. A ese nivel de ignominia hemos llegado.]
Los habitantes de estas colonias marginadas también dan por perdidos sus empleos de manera temporal.
Gran parte de las mujeres laboran en los supermercados, oficinas, hoteles y comercios turísticos de San José del Cabo, ahora paralizados por «Odile».
De la rapiña por alimentos, la gente comenzó a saquear joyerías, zapaterías, tiendas de ropa y herramienta en los talleres mecánicos.
«Lo que ahora existe es una rapiña de la rapiña», describió Jorge, encargado de la tienda Soriana, que además de devastada por «Odile», luce sin un producto en sus estantes.
«La gente viene por lo que sobró de la rapiña, estantes, zapatos impares, lo que encuentre, está desesperada, nomás falta que a alguien se le ocurra quitar el azulejo de la tienda para sus casas», añadió.
En Cabo San Lucas, la deshidratación llevó a algunas personas a succionar agua de algunos pozos que quedaron sepultados por arena o la que quedó entre la tubería o mangueras de conducción del líquido.
«Rascaron la tierra con palos y fierros hasta encontrar las mangueras, la gente ya está haciendo todo lo posible por sobrevivir», indicó un mando militar.
Lo mismo se reportó con la ordeña a depósitos de gasolineras.
Aunque la ayuda humanitaria ha comenzado a llegar a Los Cabos, la distribución de los víveres enfrenta otro reto debido a la desesperación de la gente.
La otra dificultad, explicaron las autoridades federales desplegadas, es circular en diversas colonias debido a los árboles y postes caídos, así como a los escombros de diversas casas que atravesados en los caminos.
No tiene comida ni la tropa
Militares y agentes federales desplegados aquí para atender la contingencia también resienten la falta de agua y víveres.
Los alimentos de las Fuerzas Armadas se ofrecieron desde el pasado lunes a la gente afectada por el huracán «Odile», por lo que sus elementos indicaron que comen una vez al día, y en raciones muy pequeñas de frijoles, arroz y verduras, únicamente.
El mayor Juan Carlos García, responsable del único albergue de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) en este municipio, en el marco del Plan DN-III, contó que les urgen el agua y las medicinas.
Una enfermera militar urgió además biberones, leche, pañales, agujas y suero, para menores que presentan vómito y deshidratación.
Aunque en el albergue tiene registradas 216 personas, a la hora de los alimentos, las filas son interminables, señala el mayor.
La Marina también instaló un albergue, que se mantiene con alimentos muy racionados.
«Tenemos gas y cacerolas, pero no hay comida», dijo irónico un soldado de la Tercera Zona Militar en Cabo San Lucas.
«La autoridad estatal está pasmada, no está haciendo nada», acusó un marino.
El personal castrense también es el responsable del traslado de víveres y de la evacuación de personas de la península, principalmente de turistas que quedaron varados en hoteles o albergues.
Sin embargo, desde el martes, la tropa comenzó a sentir la carencia de alimentos.
«El desayuno fue de galletas y café, estamos en contingencia, no importa, sabemos que primero es la gente, pero no podemos estar mucho tiempo así», alertó un soldado del 49 Batallón de Infantería.
Las instalaciones militares tanto en La Paz como en Los Cabos también requieren de agua, vehículos y combustible para las tareas de la tropa, en el marco del Plan DN-III.
Otro dilema que enfrentan es la falta de combustible para movilizar a los vehículos a comunidades más distantes y que también resultaron afectadas por el huracán, como Comondú, Ciudad Insurgentes, Loreto y Mulegé.
El grupo de la División de Gendarmería de la Policía Federal que fue desplegado, principalmente al Aeropuerto Internacional de San José del Cabo, también reportó falta de agua y alimentos, e incluso, lugares para pernoctar.