Dilma Rousseff confirma para quien sirve: trivializa protestas y llama a «tomar una cervecita y disfrutar el mundial»

Otra vieja simuladora al servicio de las peores mafias de este mundo.

Redacción Proceso

MÉXICO, D.F. (apro).- A dos semanas de que inicie la Copa del Mundo en Brasil, donde diariamente se registran protestas, la presidenta Dilma Rousseff, apostó a que la euforia futbolística que caracteriza a su país diluya las protestas sociales.

Este viernes, mientras maestros de educación pública se manifestaban en Río de Janeiro y otro grupo hacía lo propio en Brasilia, ambas ciudades con estadios que serán sede de partidos mundialistas, Rousseff se dijo convencida de que los brasileños entrarán en el clima de la Copa FIFA.

“Tengo absoluta certeza de que el pueblo hará como siempre hizo: va a juntar a los amigos, a la familia, a la comunidad, va a comprar una cervecita, encender el televisor y ver el Mundial hinchando por nuestra selección”, dijo la mandataria en un acto en la localidad de Poços de Caldas, en el estado de Minas Gerais, reportó la agencia
EFE.

De forma velada, aludió a las demandas de los manifestantes, que critican la inversión que se hizo para el Mundial y exigen más para las áreas sociales como salud, educación y transporte. Dijo que muchas de las obras realizadas para la Copa Mundial se “quedan para el pueblo brasileño”.

Mientras la mandataria hacía esas declaraciones, en Río de Janeiro y Brasilia, dos de las doce ciudades que serán sedes del Mundial, decenas de manifestantes encabezaban nuevas protestas.

En Río de Janeiro, un numeroso grupo de profesores de la educación pública encabezó una marcha que pretendía llegar hasta el estadio Maracaná, que el 13 de julio albergará la final del Mundial, que inicia el próximo 12 de junio.

En Brasilia, decenas de manifestantes se concentraron frente al Museo de la República, en la céntrica explanada de los Ministerios, con el propósito de marchar hasta el Estadio Nacional, que recibirá siete partidos de la copa mundialista.

El martes pasado, unas dos mil personas también intentaron llegar hasta el Estadio Nacional con su protesta, pero fueron contenidos por un grueso cordón de policías, que reprimió la manifestación con la caballería y el uso de gases lacrimógenos.

A esa manifestación se sumó un grupo de indígenas, armados con arcos y flechas, que se enfrentó a la policía e hirió a uno de ellos.

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