Patricia Mayorga
Proceso
CHIHUAHUA, Chih. (proceso.com.mx).- Luego de realizar un análisis durante más de un año para elaborar un plan pastoral, la Arquidiócesis de Chihuahua manifestó su preocupación por la incertidumbre que persiste sobre la voluntad de las autoridades de combatir realmente al crimen en todos los ámbitos.
“Mientras se sigan escuchando noticias de complicidades de los encargados de la justicia y de la seguridad con la delincuencia, poco se habrá avanzado, aunque se proclame que las estadísticas al respecto van a la baja o se trate de delitos menores”, señala.
En el marco de la XVII Asamblea Diocesana advirtió que la sociedad civil a nivel individual o grupal, también es cómplice de la violencia, tanto en su conciencia como en sus actividades, “madriguera del mal”.
La Iglesia hace un autoanálisis: “A veces se percibe, incluso, que los pastores no están llenos de Cristo, del Evangelio y que hablan de todo, menos de la Palabra de Dios. De esto deriva, en medida considerable, que los laicos comprometidos no saben, a veces, transmitir valores profundos, ni se nota en ellos un vivo interés por la caridad ni una calidad doctrinal.
Reconoce que aun cuando ha habido fallas al seno de la Iglesia católica, aún se puede hacer algo.
En este sentido la Iglesia indica que “Dios habla a través de un pueblo necesitado de conocimiento del Señor. No saltemos el terreno de este mundo nuestro, porque es en el que nos toca vivir nuestra identidad cristiana”.
Durante la asamblea diocesana del año pasado se comenzó a analizar la realidad de la entidad, para darle una valoración desde el punto de vista de la fe y todos los participantes aportaron sus opiniones y propuestas. Posteriormente un grupo de sacerdotes expertos en la Biblia, elaboraron el documento que finalmente fue aprobado para su publicación por el arzobispo Constantino Miranda Weckman y presentado en la asamblea pasada, celebrada el 15 y 16 de octubre.
Al abordar en el documento sobre los aspectos negativos llamados “Las sombras”, indica que el gran problema actual es el secularismo, es decir, la exclusión de Dios en la construcción de la sociedad humana.
“El hombre se erige en dueño absoluto de sí mismo y en el arquitecto de su propio camino. Hay quienes viven en esta mentalidad de una forma consciente y convencida, adoptando toda ideología y forma de vida que entronice el libertinaje, el individualismo, el relativismo, el hedonismo, etcétera”.
“La peor pobreza que tenemos no es el hambre física, sin negar que ésta exista, sino la miseria espiritual y cultura que nos deja solos frente a la tiranía del ‘tanto tienes, tanto vales’, de las ideologías pragmáticas. La necesidad que tenemos de aceptación contribuye a asumir esta mentalidad”, menciona.
“Es importante destacar la importancia que todavía reviste la familia en nuestra sociedad, sin que por ello cerremos los ojos al cambio tan radical que han venido jugando las relaciones al interior de la misma, especialmente en la vida de los esposos y de los hijos hacia los padres. La familia es un lugar de referencia habitual en nuestra región, lo cual nos enseña a ver la comunión como una necesidad vital”, destaca el documento.