Y claro, el criminal Rogelio Ortega aprovecha la violencia de infiltrados para criminalizar la lucha por Ayotzinapa

Ezequiel Flores Contreras
Proceso

ACAPULCO, Gro. (apro).- El gobernador interino, Rogelio Ortega Martínez, denunció que los padres que buscan afanosamente a sus hijos desaparecidos y los normalistas de Ayotzinapa que encabezan las acciones de protesta se están convirtiendo de “víctimas a victimarios”.

Por ello hizo un llamado al diálogo a los dirigentes de la Asamblea Nacional Popular (ANP) y a los representantes de la guerrilla que, aseguró, están apoyando las manifestaciones, porque dijo que “no se vale que al amparo del dolor” los manifestantes realicen “actos de vandalismo”.

“Si quieren aplasten mi cuerpo en las marchas, pero no lastimen la economía de Guerrero”, expresó Ortega en tono socarrón durante un desayuno que ofreció a reporteros esta mañana en este puerto, donde aseguró que ha asumido una actitud responsable frente a la crisis de ingobernabilidad que se vive en la entidad.

No obstante, este fin de semana el mandatario interino se enfocó en atender compromisos sociales: el sábado 8 acudió a la boda de un colaborador del actual diputado federal del PRI y exalcalde de Acapulco que ha sido vinculado con el narco, Manuel Añorve Baños, y el domingo 9 viajó a Tabasco para atestiguar el informe de su homólogo Arturo Núñez.

Mientras Ortega cumplía con sus compromisos sociales, los normalistas destrozaron nuevamente la sede del Ejecutivo guerrerense, incendiaron 14 autos, entre ellos vehículos de empresas privadas, oficiales y una patrulla de la Policía Federal, luego retuvieron al menos 22 autobuses para trasladarse esta mañana al puerto de Acapulco.

Cerca de las 7:00 horas de este lunes, más de mil manifestantes partieron de Chilpancingo a bordo de unidades oficiales y 27 autobuses y, una hora después, arribaron a la zona Diamante ubicada al oriente del puerto, donde se dirigieron en marcha hacia el aeropuerto sobre el bulevar de Las Naciones.

No obstante, en las inmediaciones del centro comercial La Isla un centenar de policías estatales con equipo antimotín trató de impedir el paso de los manifestantes, por lo que se desató un enfrentamiento que se prolongó cerca de 20 minutos.

Ello, a pesar de que previamente Ortega Martínez había anunciado que la policía estatal no intervendría en el operativo que se dispuso para evitar que los manifestantes accedieran al aeropuerto internacional de Acapulco y evadió su responsabilidad al argumentar que el resguardo de la terminal aérea es responsabilidad del gobierno federal.

En la trifulca donde se lanzaron piedras y bombas molotov resultaron lesionados una veintena de uniformados, así como una decena de normalistas, docentes y padres de familia de los estudiantes desaparecidos.

La ira de los manifestantes provocó el repliegue de los policías estatales, quienes en su huida dejaban sus escudos que fueron tomados por los normalistas, quienes también arremetieron contra los vidrios de una tienda departamental de Liverpool y volcaron un auto particular que estaba en el estacionamiento del centro comercial.

Enseguida, un grupo de policías federales con equipo antimotín colocó otra valla sobre la misma vía y los miembros de la ANP se reorganizaron para seguir su marcha hacia el aeropuerto de Acapulco.

Sin embargo, cuando se advertía un segundo enfrentamiento, los padres de los normalistas desaparecidos, quienes encabezaban la protesta, dialogaron vía telefónica con el subsecretario de Gobernación, Luis Felipe Miranda.

Enseguida, los agentes federales se replegaron hacia los costados de la vía, se quedaron resguardando el centro comercial y permitieron el paso de los manifestantes, quienes llegaron al aeropuerto minutos antes del mediodía.

Enseguida, los dirigentes de los inconformes decidieron bloquear los accesos de la terminal aérea durante tres horas y notificaron su decisión a los administradores del aeropuerto, quienes nada pudieron hacer para impedir la protesta.

La toma del aeropuerto de Acapulco exhibió dos aspectos del conflicto. Por un lado estaban los rostros de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos y, por otro, decenas de turistas procedentes de distintas partes del país que estaban varados ante la indolencia gubernamental.

Cerca de las 15:30 los manifestantes liberaron los accesos de la terminal aérea y se retiraron de Acapulco, advirtiendo que este martes seguirán las protestas para exigir la presentación con vida de los 43 jóvenes desaparecidos.

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