EXIGENCIA «INGENUA»: “Si ellos ya se cansaron que se vayan”, piden en Chihuahua normalistas de Ayotzinapa… ES QUE ROBAR IMPUNEMENTE NO CANSA

Patricia Mayorga
Proceso

CHIHUAHUA, Chih. (proceso.com.mx).- Cuarenta y tres siluetas negras cargadas por padres de personas desaparecidas en Chihuahua y de normalistas desaparecidos en Guerrero, encabezaron la marcha “José Luis Mondragón” en esta ciudad, en la que participaron alrededor de tres mil personas.

Los chihuahuenses salieron a las calles al lado de 90 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa y 10 padres de los 43 jóvenes desaparecidos el pasado 26 de septiembre.

Los gritos y cantos de voces masculinas de normalistas de Ayotzinapa se fundieron con las de las normalistas rurales de Saucillo, que han exigido justicia por más de 40 días en las ciudades del estado.

A ellos se unieron miles de personas, entre familias, estudiantes de escuelas de todos los niveles, organizaciones civiles y familiares de otros desaparecidos.

La marcha inició en el Monumento a Francisco Villa y concluyó en la Plaza de Armas.

Al pasar frente al Palacio de Gobierno los inconformes exigieron justicia ante la placa de una activista asesinada en ese lugar. Ahí, se manifestó desnuda la joven Vanesa Vagas, de la asociación juarense Iniciativa Feminista de su Maquilera Madre.

En el transcurso de la marcha, el vocero de los padres de familia de la Normal de Ayotzinapa, Felipe de la Cruz, advirtió que las autoridades deben ir pensando cómo les van a entregar a sus hijos desaparecidos.

“Ya basta de simulación. Nosotros no estamos cansados, si ellos ya se cansaron que se vayan”.

La comitiva guerrerense agradeció el apoyo de Chihuahua y denunciaron públicamente que al ingresar a Saucillo fueron hostigados por la Policía Ministerial, que los revisó en varias ocasiones, pero les insistieron en que la causa que los trajo a Chihuahua es pacífica y los dejaron llegar.

Uno de los normalistas de Ayotzinapa dijo que en Chihuahua encontraron mucho dolor de gente que tiene desaparecidos a varios familiares “y se han quedado callados en el olvido”, pero advirtió que si siguen callados “esto va a seguir pasando”.

Un grupo de egresadas normalistas llegó de Ciudad Juárez, tomó las dos casetas de la carretera Panamericana y los conductores las apoyaron. Les dieron dinero para que lo hicieran llegar a la caravana de Ayotzinapa.

Entre llanto, una de ellas, María de los Ángeles entregó el dinero a los padres de familia, llevó el mensaje de las egresadas y el dolor que les ha provocado la situación que viven sus compañeros.

“Queremos decirles que ustedes son nuestros padres adoptivos porque en el normalismo, aunque seamos egresadas, somos una gran familia”.

“Lo que ustedes viven es más grave que lo que vivimos nosotros. A nosotros nos desaparecieron un hijo, un papá, pero a ustedes les han desaparecido familias completas. Los padres (de normalistas) ya no lloran, el dolor pasó de rabia a coraje, ustedes siguen llorando, ya no lloren, exijan, y si no hay resultados que este pinche gobierno se vaya a donde se tiene que ir”, dijo enfático el vocero representante de los padres de normalistas de Ayotzinapa a los familiares de personas desaparecidas en el estado de Chihuahua.

Las madres y padres de familia compartieron sus experiencias. Los guerrerenses conocieron la desaparición de personas en Cuauhtémoc, donde se han llevado familias de ocho, cuatro, tres personas; de los 10 mineros desaparecidos en la sierra; la constante privación de la libertad en toda la entidad.

“Desde que supimos de la desaparición de sus hijos, pedimos que aparezcan, rogamos a Dios por que estén vivos, como rogamos que los nuestros estén vivos. Todo mundo está vulnerable a desaparecer”, dijo una madre de los 10 empleados de una minera de Urique a los padres de Guerrero.

“Uno sabe lo que sienten, lo que pasan, si comen o no comen, lo que les pueda pasar, uno quisiera saber que estén bien y las autoridades ¿qué hacen?, nada. Por eso el pueblo se está uniendo”, expresó una madre cuauhtemense.

Epifanio Álvarez, padre de Jorge Álvarez, desaparecido el 26 de septiembre con sus otros compañeros, preguntó cuánto tiempo los mexicanos van a aguantar la situación porque no son 43 sino más de 22 mil desaparecidos en el país.

El hombre advirtió que él les ha dicho a los padres de familia que va a luchar hasta ver a su hijo entrar a la Normal, porque él era un chico “contento”.

“Como muchos de los de nosotros”, completó la madre de uno de los mineros desaparecidos.

Y agregó Felipe de Jesús: “Nosotros no nos sentamos, estamos en Chihuahua, venimos desde Guerrero. Hay un ejército que se está levantando en el país a una sola voz… si hay que tomar medidas drásticas, esperamos que Chihuahua esté con nosotros”.

Luego recordó que en Guerrero lograron “sacar” al gobernador Ángel Aguirre porque se unieron como sociedad.

“Chihuahua es grande pero en número de población es más pequeña, pero hay gente valiente, hay historia también como en Guerrero… si no hacemos algo, va a pasar más, llegamos a esto porque lo permitimos, nosotros no estamos dispuestos a permitirlo, no es exclusivo de Guerrero.

David Flores, representante estudiantil de la Normal de Ayotzinapa, cuestionó a los padres de personas desaparecidas cuánto tiempo más va a aguantar la ciudadanía así, porque todos tienen un familiar o un conocido en esa situación, en todo el país hay fosas. “Queremos que los padres de familia se den cuenta que no están solos. Tenemos que cambiar esto o morir en el intento”.

Coincidieron todos en que les han mentido y no han logrado resultados para localizar a sus familiares. En el caso de Guerrero, primero les dijeron que estarían entre 28 y 30 cuerpos localizados en fosas pero no eran, “luego los mataron de nuevo y los enviaron al basurero de Cocula, lo último fue que los quemaron vivos y los tiraron al río, pero no lo han comprobado, para nosotros están vivos. Nos han contado puras mentiras y no les vamos a creer hasta que se compruebe todo. Estamos esperando los resultados de Austria porque querían cerrar el caso porque Peña se iba de gira de trabajo y quería informar que el caso estaba cerrado”.

Felipe de la Cruz hizo un llamado: “Si ustedes en verdad dicen que sienten eso que dicen, es momento de unificarnos. Que no sea la única marcha que hacen ustedes. El 20 de noviembre haremos la marcha porque no tenemos qué festejar, nuestra Constitución está mutilada para beneficio de empresarios y políticos, vamos a protestar porque tiene que pagar el Estado su crimen, es un crimen de Estado y lo hemos gritado, hasta las últimas consecuencias. Ya estamos muertos sí, pero al menos luchamos, valdrá la pena. Nosotros ya no estamos sentados”.

Por su parte, don Epifanio Álvarez recordó en el trayecto de la marcha a su hijo Jorge Álvarez como un joven alegre que le gusta tocar la guitarra. “Tiene dos guitarras y las dos veces que hemos regresado a la casa, las vemos y nos lo recuerdan mucho”, dice sin contener el llanto.

Jorge le cantaba a su papá canciones de Espinoza Paz y otras más que le gustaban. “Cuando yo regresaba del trabajo, siempre me cantaba, es muy alegre. Era uno de los de enmedio”.

Epifanio tiene tres hijos, dos hombres y dos mujeres, pero los últimos días se ha dedicado con su esposa Blanca Luz Nava a buscar a Jorge. Para hacerlo dejaron sus tierras y casa.

Junto a ellos camina Bertha Nava Martínez con la imagen de su hijo Julio César Ramírez Nava, uno de los tres normalistas desaparecidos el 26 de septiembre pasado.

“Él era muy alegre, tranquilo, no se metía con nadie. Se quitaba el bocado para dárselo a sus compañeros. Le gustaba el deporte, el futbol y el basquet. Tenía 23 años y decidió entrar a la escuela para superarse, como todos”, relata su mamá.

Julio César había ido a su casa hacía más de una semana para llevar a su mamá una lista de artículos que necesitaba. Ella se dedicaba al trabajo doméstico ya que no cuenta con el apoyo de su esposo.

La vida durante los últimos 40 días se le ha ido en buscar y exigir justicia por la muerte de su hijo y apoyar la aparición de los compañeros de su hijo.

Yosimar de la Cruz, originario de Acapulco, ha acompañado a su hermano Ángel (el más pequeño de cuatro), sobreviviente de la balacera en Iguala.

“Los muchachos están muy afectados psicológicamente, quieren seguir ahí, por eso fuimos a apoyarlos. Nosotros como hermanos jugamos, somos como niños, somos muy unidos”, comentó Yosimar.

Dijo que en Chihuahua observa mucho dolor pero también mucho silencio, que atribuye a que probablemente “hay más materialismo”.

En Guerrero, comentó, hay mucha pobreza y esa situación les ha enseñado a luchar, a verse como seres humanos y defender lo que les corresponde, a defender a la familia.

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