Daniela Ballagán
SinEmbargo
Ciudad de México (SinEmbargo).– Lágrimas, coraje y frustración resumen el calvario por el que ahora atraviesan los ahorradores defraudados por Ficrea. Desde el 7 de noviembre pasado, cuando las autoridades financieras anunciaron la intervención de la Sociedad Financiera Popular (Sofipo), no han tenido un solo día sin sobresaltos, y lo que hoy reclaman no es sólo la devolución del 100 por ciento de su capital y el castigo para el empresario que los robó, sino también sancionar a los directores y funcionarios de las entidades financieras que, supuestamente, protegen de abusos a los usuarios del sistema.
Hablar del tema es difícil para ellos. La mayoría no sólo perdió dinero, también muchos sueños: los planes para cumplir con la educación de los hijos, los que se hicieron para tener un vejez tranquila después de años de trabajo y hasta la interrupción de un embarazo que cortó la alegría de esperar a un bebé amado.
Han transcurrido poco más de dos meses desde aquel día en el que la noticia salió a la luz: el socio mayoritario de la Sofipo Ficrea S.A. de C.V., Rafael Olvera Amezcua, realizó una triangulación de recursos por más de 2 mil 700 millones de pesos, gastando así los ahorros de más de seis mil personas en México.
Cada uno de los afectados consiguió su capital de forma diferente: con años de esfuerzo laboral e incluso a costa de la vida de otros. Pero el fraude realizado por Olvera Amezcua cambió radicalmente sus planes: ahora ya no son ciudadanos comunes, son también activistas que reclaman sus derechos y que se justicia para quien los engañó y para aquellos que lo permitieron.
La Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) les informó el 7 de noviembre de la desviación de más de 2 mil 700 millones de pesos, en una maniobra de triangulación de varias de las empresas Baus & Jackman Leasing, Monka Comercial y Leadman Trade; el dinero fue utilizado para la compra de un edificio en Londres, Inglaterra, 52 inmuebles más en México, España y Estados Unidos; 104 automóviles (de marcas como BMW, General Motors y Porsche) y gastos en eventos de box, teatro y de la Serie Nascar.
Ahora, los ahorradores viven a la expectativa de una respuesta por parte de las autoridades, con las consecuencias anímicas y de salud que esta situación les ha provocado .
Sin embargo, el grupo de ahorradores se encuentra unido y sus objetivos son claros: exigen que les devuelvan el 100 por ciento de sus ahorros y que se aplique la ley contra Rafael Olvera, actualmente prófugo y quien es buscado por la Procuraduría General de la República (PGR) e incluso por la Interpol en todo el mundo. Pero, además, también buscan que el brazo de la ley alcance a los funcionarios de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) y de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) que, desde su perspectiva, permitieron el fraude.
“LA LUCHA ES POR MI BEBÉ”
Daniela Butrón. Instructora de natación.
“A veces quiero tirar la toalla, ¡pero recuerdo que por esta situación perdí a mi bebé! Y entonces la lucha ahora es por él”, dice Daniela Butrón.
El grupo de afectados acogió a Daniela, tras enterarse de la complicación que tuvo su embarazo y por el que, posteriormente, perdió a su bebé. Las muestras de cariño y solidaridad no se hicieron esperar, por parte de ese grupo que poco a poco se está convirtiendo en una gran familia.
Daniela recibió el dinero que su padre le dejó a ella y a su mamá cuando falleció, el 23 de noviembre de 2013. Vio anuncios de Ficrea en televisión, en radio y solicitó información a la Condusef, entidad que le aseguró que la Sociedad Financiera Popular no tenía problema alguno, así que decidió depositar su patrimonio en esa entidad.
Daniela y su pareja llevaban años en la búsqueda de un bebé. “Hubo muchos sacrificios, me sometí a tratamientos largos, pero cuando me enteré que por fin estaba embarazada no lo creía. Además, la noticia de mi embarazo llegó exactamente cuando se cumplió un año de la muerte de mi papá, fue un regalo”, recuerda.
Por esta razón, Daniela y su mamá acordaron que el dinero lo ocuparían para pagar las consultas y el parto en un hospital privado, porque aunque tienen acceso al Instituto Mexicano del Seguro Social, querían que nada fallara y el embarazo era de alto riesgo.
En noviembre pasado, la CNBV anunció la intervención a Ficrea y para Daniela la noticia fue como una bomba. En esos días aún no se enteraba de su embarazo.
Sin pensarlo, acudió a las oficinas de la Condusef, comenzó a coordinarse con los otros defraudados y a manifestarse con el grupo; después vino la noticia de su embarazo, “pasaba mucho tiempo parada, me cansaba, me sentaba en escalones, piedras, en lo que fuera, pero tenía que estar ahí porque fue lo único que me dejó mi papá, era dinero de su trabajo y de un día para otro se acabó todo, ya no tenía nada”, dice.
“Fue mucho el estrés que yo tenía, los nervios, el cansancio, la preocupación porque me quedé sin dinero. (…) Todo fue muy rápido”.
Daniela comenzó a tener sangrado, le hicieron ultrasonidos y el bebé se mostraba sano, pero la indicación del médico fue que debía guardar reposo absoluto.
Días después sufrió una fuerte hemorragia. Su esposo la llevó al hospital y lo último que escuchó fue que tenían que llevarla al quirófano, que también la estaban perdiendo a ella.
Cuando despertó los doctores le preguntaron si ella se había provocado el aborto y, por supuesto, les respondió que no: “Mi bebé era un bebé deseado, amado”.
“Ahorita estoy en cuarentena, no he participado en todos los actos de los afectados; mi mamá es mayor de edad, no puede ir sola. Además, después de la muerte de mi papá a todos lados vamos juntas, nos atendemos una a la otra”.
Daniela explica que ve muy complicado el asunto de Ficrea. “A veces quiero tirar la toalla, ¡pero recuerdo que por esta situación perdí a mi bebé! Y entonces la lucha es por él, es ahora también una lección de vida, sé que ya no está y también sé la razón por la cual ya no está.
“Recordar el esfuerzo de mi papá me motiva más, ni modo, tengo que seguir luchando porque es el patrimonio que fue resultado de tanto trabajo (…) Por muchas razones la lucha no se abandonará, yo estoy aquí en mi casa pero estoy al pendiente, hago todo lo que puedo y quiero recuperarme para salir con ellos a la calle, gritar y defender mis derechos”.
“QUIERO QUE MIS HIJOS SEAN PROFESIONISTAS”
Martha Hernández. Comerciante.
“Yo quiero que mis hijos sean profesionistas, no quiero que estén detrás de un mostrador vendiendo, quiero que sean algo mejor que yo”, dice Martha Hernández con mucha esperanza.
Martha se enteró de la existencia de Ficrea en el programa radiofónico de Mariano Osorio y confió en sus anuncios. En estos días marcha para que le sea devuelto el dinero que ahorró para su vejez y para la educación de sus hijos.
Proveniente de Toluca, Estado de México, ha trabajado desde pequeña con su mamá en la venta de frutas y legumbres. “Desde los 10 años ya venía sola a la Ciudad de México; mi mamá me enseñó a ser muy trabajadora, a no depender de nadie, a tener mi dinero; lo ahorré, lo administré… pero hoy estoy aquí”.
A Martha le conmueve y le alimenta el coraje ver que la gente de la tercera edad es la mayoría en el grupo de afectados y nota su sufrimiento.
Cuando ella se enteró del fraude, comía con sus tres hijos y su esposo. Fue un viernes en el que justo tenía una cita con su asesor financiero de Ficrea, quien le daría su contrato. Habló por teléfono con él para recordarle de la cita y le contestó: “Lo siento, señora. Ficrea está intervenido”.
“Mi esposo y yo estuvimos muy mal después de recibir la noticia, lloramos, nos arrepentimos… pero le dije: ‘no estamos derrotados, afortunadamente tenemos a nuestros tres hijos, estamos completos’. Ni esto ni nada me tirará al piso y si lo hace, me voy a levantar, de eso estoy segura”, comenta.
El matrimonio tenía planes para con ese ahorro pagar los estudios de sus hijos. “Todos los que estamos aquí somos personas trabajadoras que queremos un mejor futuro para nuestros hijos. Yo quiero que mis hijos sean profesionistas, no quiero que estén detrás de un mostrador vendiendo, quiero que sean algo mejor que yo. Por eso ahorré, por eso me enseñé a guardar parte de mi dinero, y por eso esto me duele tanto”, dice mientras camina por la avenida Paseo de la Reforma, en la Ciudad de México, con destino a la sede de la Procuraduría General de la República, y añade: “Duele mucho, pero por eso estoy aquí, porque voy a reclamar mi dinero, lo voy a recuperar al 100 por ciento”.
La respuesta de las instituciones financieras para los afectados fue que sólo les pagarán 131 mil 500 pesos (25 mil Udis del seguro del depósito). Esto generó aún más molestia a los ahorradores.
Martha recuerda que el día de ese anuncio oficial “había un señor de la tercera edad a mi lado, él lloraba y decía: ‘No es posible. Yo ya estoy viejo, ¿dónde me van a dar un trabajo para poder tener de nuevo mi dinero?’. Yo sentí impotencia, rabia. Yo quería gritar, ¿cómo es posible que nos hagan esto de la noche a la mañana?”.
Otro factor de molestia es la actuación de las autoridades. Martha denuncia que tanto Mario González Aguadé, director general de la CNBV, como Mario DiConstanzo, director de la Condusef, declararon que la liquidación se daría, “pero nos mintieron, nos han mentido todo el tiempo. Nadie más que ellos tienen la culpa”.
“La gente dice que en México no tenemos cultura financiera, pero si no la tuviera jamás habría ahorrado ese dinero, si no la tuviera mis hijos no estuvieran estudiando en escuelas privadas. Toda la vida he trabajado para que ellos tengan una vida mejor, por eso tengo tanta rabia”, comenta.
Pero aún con el pesar del caso y el poco interés mostrado por las autoridades, ella está firme: “Yo no voy a parar hasta que nos den el 100 por ciento. No me voy a parar”.
“PERDÍ A MI ESPOSA Y PERDÍ SU DINERO”
José Alvarado. Jubilado.
“Tengo un dolor doble. Mi esposa, 17 días antes de morir, supo que tenía cáncer. Gané un juicio por negligencia. Me dieron dinero, 15 días lo tuve y lo deposité íntegro a Ficrea”, relata José Alvarado.
En 2012, la esposa de José empezó a enfermar. Acudieron a su clínica del Seguro Social y le dieron un tratamiento. Sin embargo, en una primera instancia no querían darle atención “porque su enfermedad no lo ameritaba”. En el Hospital Juárez de México [ubicado en el Distrito Federal] le detectaron cáncer y pasó lo mismo; 17 días después, murió”.
José inició un juicio por negligencia médica y lo ganó. Como sucedió con la historia de otros ahorradores, la mercadotecnia fue factor para que Ficrea fuera la Sofipo elegida para guardar su capital. “Había anuncios con Carmen Aristegui, una periodista de mucha confianza, también Alfredo Adame anunciaba en un comercial que era confiable: ‘Mi esposa tiene sus ahorros en Ficrea, creo que le haré caso a mi esposa’, decía. Vi la publicidad, que estaba bien establecido, y acudí a su sucursal en Plaza Inn; jamás dudé de la honorabilidad de Ficrea, fue un engaño de principio a fin”.
Además también se asesoró con la Condusef y la CNBV, y asegura que le notificaron que no había ninguna situación de riesgo. “Ellos ya tenían sospechas de que algo andaba mal, pero no nos dijeron nada. ¡Eso también es negligencia! Somos ahorradores defraudados por Ficrea pero también por la benevolencia de la Condusef”, afirma.
Fueron 15 días los que José tuvo en sus manos el dinero que le dieron por la muerte de su esposa, y junto con los ahorros que los dos hicieron metió todo a Ficrea. “Ese dinero es del dolor y sacrificio de mi esposa. Para mí, es un doble dolor perder a mi esposa y ahora perder ese dinero”, dice.
Un día llegaron los hijos de José y le hablaron de una noticia que escucharon y que decía que Ficrea tenía problemas. “Me sorprendí, no lo creí, fue un golpe tremendo, ¡cómo era posible!”.
Al igual que todos, José no parará hasta que le regresen el 100 por ciento de sus ahorros, los de su esposa y los que cobró por la muerte de ésta hace dos años.
Para él, la actuación de Mario González Aguadé ha sido como la de “cualquier político” que da “atole con el dedo”. Asegura que a los afectados sólo les han dado largas y no cumplen con los acuerdos a los que se llegan.
También tiene presente un mensaje que dio Mario DiConstanzo al finalizar el año 2014, en el que invita a la gente a enseñar a ahorrar a los niños.
“Caramba, ¡yo ahorré y cómo estás protegiendo mi dinero! Dime, ¿de qué manera, Mario Di Constanzo? Aquí hay más de 6 mil familias defraudadas, ¿cómo puedes decirle a la gente que ahorre?”, le reclama al director de la Condusef, entidad que en México tiene la misión de proteger los intereses de los usuarios, “mediante la supervisión y regulación a las instituciones financieras y proporcionarles servicios que los asesoren y apoyen en la defensa de sus derechos”.