El negocio es para ambos, «autoridades» y crimen, que en México es un plenoasmo.
Arcelia Maya
Reforma
Cd. de México, México (11 enero 2015).- La familia de los primos Pedro Santiago Hernández y de Eduardo Santiago Mateo, desaparecidos en enero del 2012 en Tejupilco, Estado de México, vive un doble calvario.
Con la esperanza de encontrar a sus parientes, los familiares entregaron 200 mil pesos a sujetos que se decían integrantes del crimen organizado, quienes les prometieron pistas sobre el paradero de los jóvenes.
La nula respuesta de las autoridades del Estado de México y la desesperación por no saber nada de Pedro, de 24 años, y ni Eduardo, de 17, orilló a las víctimas a reunirse dos veces con presuntos intermediarios de la Familia Michoacana.
[La obviedad es que las «autoridades» son cómplices por omisión y lo más probable es que también se estén beneficiando del «negocio» que están haciendo los delincuentes con esta familia desesperada.]
«Luego de que desapareció mi hijo me cayeron como unos cuatro extorsionistas, aprovechando mi sentimiento y mi capital; dos licenciados que me extorsionaron igualmente y, por último, otro licenciado que fue recomendado por gente de Toluca.
«En Tejupilco me recomendaron a un jefe de la Familia Michoacana que nos atendió como unos 10 minutos con su carro y sus armas. Le platicamos, y únicamente nos pidió fotografías», explicó el padre de Pedro Santiago.
Después de entregar el dinero, dijo, nadie les ha proporcionado el mínimo detalle de los desaparecidos la noche del 22 de enero en el tramo carretero de Ciudad Altamirano, Guerrero, y Tejupilco, Estado de México.
La familia relató que los delincuentes dieron con ellos por las fotografías que colocaron en la carretera donde se cree que desapareció la camioneta Nissan Estacas blanca modelo 2011, en la que viajaban los jóvenes.
«Por difundir fotos y dejar número en el lugar en que desaparecieron se aprovecharon de la situación y nos extorsionaron, dándonos esperanza de que nos los iban a entregar y nunca pasó; por el contrario, fue un despilfarro de dinero», comentó el hermano de Pedro.
«El Gobierno nos ha hecho sentir que nuestro caso es aislado, como que estas cosas no suceden en el País, pero con lo de Ayotzinapa ya no se puede decir que esto no sucede», agregó.
Los jóvenes desaparecidos se dedicaban a vender utensilios para el hogar; ese día salieron de su vivienda, ubicada en Atlacomulco, Estado de México, rumbo a Iguala y Arcelia, Guerrero.
Por información de los clientes, los dos jóvenes realizaron los cobros correspondientes en Iguala y en Arcelia, y luego asistieron a la Exposición Ganadera, Comercial y Agrícola.
El último contacto telefónico que Pedro tuvo con uno de sus hermanos fue a las 22:30 horas, donde avisó que estaba por llegar a Tejupilco.
En noviembre, al concluir la marcha 43 x 43, que partió de Iguala al Zócalo de la Ciudad de México, los familiares entregaron a integrantes del Consejo Estatal de Organizaciones Sociales (CEO) un expediente del caso para que los ayudaran a encontrar a los desaparecidos.