“El fin del mundo ya ha durado mucho
Y todo empeora
Pero no se acaba”.
-José Emilio Pacheco.
“Hemos sido tolerantes hasta excesos criticados. Pero todo tiene un límite”, dijo Díaz Ordaz el 1 de septiembre 1968.
“Hemos sido tolerantes a excesos criticables”, dijo Manuel Velasco Coello el 1 de julio 2016; “Se ha agotado el tiempo”, dijo Miguel Ángel Osorio Chong el mismo día.
El “gobernador” de Chiapas, Manuel Velasco, es un claro ejemplo de la degradación política, de esa corrupción imperando como úlcera hemorrágica, y si se aumentara a la potencia fuese el reflejo directo de Enrique Peña Nieto.
El “Secretario de Gobernación”, Osorio Chong, es el brazo sanguinario, el estandarte del autoritarismo e imponderable cinismo de Peña Nieto.
Aún así, la CNTE mantiene el brazo extendido y la mano abierta.
Peña Nieto escupe esa mano. Si le fuese posible, Peña Nieto cercenaría ese brazo y quemaría el cuerpo.
Y como no puede desaparecer el movimiento magisterial, Peña Nieto intenta arrodillarlo, que le muestre en reverencias su sumisión para así él estrechar la mano que tanto desprecia: Ese es su “diálogo”.
“Las fuerzas conservadoras que componen el subsuelo social pretenden amalgamar a los individuos, decapitándolos”, escribió José Ingenieros en su libro “El Hombre Mediocre”.
Mientras tanto, Enrique Peña Nieto, escondiéndose del encono social derivado de la ruindad que ha sido su desgobierno, presume el diálogo simulador e intenta, fallidamente, estigmatizar a contrarios con epítetos demagógicos y clasistas.
Sin embargo la simulación lo mantiene; aquella falsedad que reparte como dulces. Y el que cae en ese truco y le da, en lo que considera, reciprocidad, le suministra legitimidad. Porque legitimidad es bucólica para una república simulada.
Y entonces, durante los falsos diálogos, se inventó el “desabasto” en Oaxaca como excusa para continuar la línea sanguinaria para pretender someter al magisterio.
No hay desabasto pero no importa. Desinformadores como Carlos Loret de Mola júnior, que dijo que 1 huevo en Oaxaca cuesta 40 pesos por el “desabasto” (en realidad cuesta 4 pesos o menos), o la burguesía empresarial y política, ya mintieron, ya pidieron que se declare “crisis humanitaria”, ya simularon su “estrategia de abasto” hasta con aviones, y la excusa ya está hecha.
Esas son tácticas de Terrorismo de Estado.
Ahora, quizás apostando por la desmemoria, prosiguió emular las frases de Díaz Ordaz del 1 de septiembre 1968, en su IV Informe de Gobierno.
La simulación permanece y se anuncia más sangre.
Reportes, informes y análisis de instancias nacionales e internacionales, de politólogos, sociólogos e intelectuales dicen que en el “gobierno” mexicano, en su rampante corrupción, las violaciones a derechos humanos son sistemáticas, las masacres son sistemáticas, las desapariciones forzadas son sistemáticas, los desplazamientos forzados son sistemáticos, la tortura y forzadas autoincriminaciones son sistemáticas, el tráfico humano es sistemático, la ingente impunidad es sistemática…
E instan al “gobierno” mexicano a aceptar las conclusiones, retos y recomendaciones. Pero “gobierno” hace caso omiso.
Hay un análisis en el portal openDemocracy titulado “Violencia sin justicia en México: la guerra y sus consecuencias”. Señala el agravamiento en violencia e impunidad, la cerrazón y negligencia “gubernamental”. Sin embargo puntualiza que la guerra que se vive en México no puede ya entenderse y apenas se empieza a entender; y la define como “una guerra civil contra y entre ciudadanos”.
La guerra que se vive en México no es difícil de entender. Vive en la negación aquel que le resulte difícil, porque el resultado es comprensiblemente perturbador.
Es una guerra de “gobierno” y burguesía contra los ciudadanos.
Su bandera es el neoliberalismo. Y el neoliberalismo es un cáncer sistémico.
El neoliberalismo corroe sin piedad; si debe usurpar, lo hace. Todo para favorecer intereses privados que buscan, como parásitos, adueñarse de la riqueza pública, explotar y subyugar a la población.
Un “ojalá” (“gobierno” recapacite) es más que indigno para los desaparecidos, esclavizados o masacrados.
Hay que abrir los ojos y ver que la negación y simulación del desgobierno usurpador son también sistemáticas.
Un “ojalá” asegura más masacres.
Se les invita a unirse a la causa social que está emergiendo en todas partes del país y al PARO NACIONAL 6 DE JULIO, “UN DÍA DE ACCIÓN PARA CAMBIAR A LA NACIÓN”.