Gremio de los taxistas vuelve a desquiciar la CDMX… en lugar de erradicar su propia corrupción

Ayer lunes 3 de junio, los taxistas de la Ciudad de México volvieron a infartar la capital del país con prolongados bloqueos sobre diversos puntos de la gran urbe, en protesta por la proliferación de las aplicaciones digitales que ofrecen el servicio individual de transporte público de pasajeros –taxi– disfrazado de “choferes privados”.

Se trata de sistemas informáticos diseñados por las empresas trasnacionales Uber, Cabify, EasyTaxi –asociada ya con la segunda–, entre otras, que permiten a los usuarios instalar una aplicación a sus teléfonos celulares y, desde ella, solicitar el servicio de taxi. El novedoso sistema permite indicar de antemano el destino, cotizar el costo del viaje y, en caso de aceptarlo, pagar con la tarjeta de débito o crédito previamente registrada, eliminando así el uso de efectivo (aunque algunas aplicaciones también aceptan esa modalidad de pago). Los vehículos que prestan el servicio suelen llegan hasta el pasajero en cuestión de minutos, son usualmente más cómodos que los taxis convencionales y los choferes más amables.

En efecto, tal como lo han denunciado los taxistas desde la irrupción de estas empresas en el sector del transporte público en todo el país, hace ya varios años, el servicio que proporcionan puede ser más cómodo y eficiente, pero no deja de ser violatorio del marco legal en la materia. Consecuentemente, pone en riesgo a los usuarios, es abusivo con los choferes y representa una competencia desleal contra los trabajadores mexicanos del volante debidamente concesionados.

Sí, los taxistas tienen razón al denunciar a estas empresas trasnacionales criminales –porque violan las leyes a su antojo–, pero hay un problema de fondo en ellos mismos que se niegan a reconocer: la corrupción imperante en el sector de los taxistas que es tierra fértil para que dichas empresas, aún más corruptas, echen raíces y proliferen como hierba mala en todo el territorio nacional.

¿Cuándo protestarán los trabajadores del volante, igualmente indignados, contra las mafias partidistas que desde hace décadas tienen secuestrados a los taxistas en nuestro país? ¿Cuándo exigirán con igual vehemencia que las “autoridades”, cómplices de muchas ilegalidades en el sector, hagan su trabajo y acaben con esas mafias, además de limpiar la ciudad de los taxis “piratas” y sancionar severamente a los taxistas abusivos, groseros, rateros, violadores y sorprendedores que plagan las calles de la capital?

Los taxistas parecen ignorar el sabio refrán de «EL BUEN JUEZ POR SU CASA EMPIEZA». No quieren tomar responsabilidad por el hartazgo y repudio ciudadano que causaron contra sí mismos tras décadas de abusos al volante. Si la ciudadanía prefiere hoy los servicios, en apariencia más seguros y eficientes, de peores criminales extranjeros, los principales culpables son los propios taxistas que ahora se rasgan las vestiduras y salen a reclamar la llegada de nuevos abusadores. No tienen autoridad moral para exigir a otros que cumplan la ley. Su manifestación de ayer es absolutamente irracional y sólo atiza mucho más el desprecio de la ciudadanía contra ellos.

Quienes han seguido el trabajo de este medio alternativo a lo largo de nuestra existencia, saben que siempre hemos apoyado a los trabajadores mexicanos de todos los sectores, sumándonos a la defensa de sus derechos y promoviendo estrategias de lucha contra la invasión de trasnacionales criminales. Ahí radica la esencia de este humilde espacio ciudadano de comunicación en la red. Mas no por ello dejaremos de señalar las incongruencias de ciertos grupos que, como en el caso de los taxistas, exigen legalidad sin poner el ejemplo y, peor aún, están asociados al abuso y la corrupción.

Nuestra postura contra Uber y demás trasnacionales que ofrecen servicios ilegales de transporte público, sigue siendo la misma de hace cuatro años. Nos oponemos a que estas empresas invadan el país y violenten impunemente nuestras leyes. Sin embargo, no podemos sustraernos de señalar la incongruencia de los taxistas que, albergando en sus filas a delincuentes, protestan para acaparar el mercado de abusos, corrupción y saqueo del que son partícipes desde hace mucho tiempo.

Reconocemos también que las nuevas tecnologías, debidamente utilizadas, pueden ser un instrumento muy útil en la solución eficiente de diversas problemáticas e incluso brindar servicios de vanguardia. Por ello, en coherencia con los tiempos actuales, consideramos que el gobierno debería poner en marcha una aplicación digital de servicio de taxis similar a las implementadas por Uber y Cabify, incorporando a todos los concesionarios actualmente en regla. De esta manera, se tendría una plataforma pública eficiente que permitiría tener control pleno de las tarifas, poner fin a los abusos de los taxistas deshonestos, brindar un mejor servicio y, eventualmente, expulsar a las trasnacionales con base exclusivamente en la competencia comercial justa y equitativa.

En tanto, los taxistas mexicanos tienen la importante misión de erradicar la corrupción dentro de su propio gremio antes de señalar “la paja en el ojo ajeno”, porque de lo contrario sus protestas incongruentes, como la de ayer, seguirán resultando contraproducentes a sus objetivos.

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