Jaime Zambrano
E-Consulta
Los menores de edad en general leen menos de tres horas a la semana, situación que se traduce en problemas para lograr nuevos aprendizajes. La cifra ideal sería llegar a las 20 horas a la semana, aunque hay países europeos en donde se alcanzan las 30 horas.
Lo anterior lo expresó Laura Flores y Tenorio, coordinadora del programa Pasión por la Lectura y directora del Departamento de Estudios Humanísticos del Instituto Tecnológico y de Estudios superiores de Monterrey (ITESM) Campus.
Según datos de la Encuesta Nacional de Lectura, actualmente sólo el 46 por ciento de los mexicanos leen, contra el 56 por ciento que decían leer hace seis años.
El promedio de los libros leídos por persona no ha cambiado respecto a 2006: 2.94 libros; en tanto, 56 por ciento de los mexicanos tiene de uno a 10 libros en sus casas; 21.6, de 11 a 20, y 8.8, de 21 a 30.
En cuanto a las bibliotecas públicas, la encuesta revela que en 2006 las personas que no acudían a estos recintos representaban 31 por ciento y ahora son 49 por ciento. Y la tercera parte de los que las visitan la biblioteca van a acompañar a alguien, o a bajar música pero no a leer libros.
En tanto, se conecta a internet el 43 por ciento de la población, en contra del 24 por ciento de hace seis años. El 81 por ciento dice usar el internet diario o varias veces a la semana, a diferencia del 15 por ciento en 2006. Es decir, se sextuplicó la frecuencia de uso de internet entre los mexicanos.
Flores y Tenorio comentó que en los últimos días el avance de la lectura en dispositivos digitales está creciendo, sin embargo, el papel se mantiene como la principal fuente de lectura.
Señaló que el uso de dispositivos móviles para leer es positiva, sin embargo, el libro no requiere de luz eléctrica, sólo iluminación para poder conseguir aprendizajes.
“Se debe fomentar la lectura desde pequeños. Desde que es bebé, desde que está en el vientre, la mamá le puede leer. Un ‘tip’ para que los niños lean está relacionado con que la mamá les lean a los menores y cuando esté lo más emocionante, debe cerrar el libro. Después, los niños buscarán el libro porque querrán saber sobre el final. Se trata de una técnica”, apuntó.