«COMPROMISO CUMPLIDO»: Indígenas embarazadas, en constante peligro de muerte por la pobreza y nulos servicios de salud

Citlalli López
Proceso

ZAACHILA, Oax. (apro-cimac).- La falta de cama en el hospital para la atención de una emergencia obstétrica, sumada a una dudosa intervención quirúrgica posparto, derivó en la muerte de la indígena oaxaqueña Eusebia Reyes Gaspar.

A la tragedia de su fallecimiento siguió el abandono gubernamental para sus dos hijas y un hijo. Con la muerte de Eusebia, inscrita como titular del programa Prospera, el apoyo económico fue cancelado a los menores de edad.

El 13 de mayo anterior el pensamiento de Miguel Gaspar se inundó de pesadumbre. No llegarían a tiempo para recibir atención médica, imaginó. Con ocho meses de embarazo, Eusebia esperaba a su cuarto hijo. De pronto, un fuerte dolor en el pecho la sorprendió.

Zona de marginación

Vista desde la cabecera municipal de Zaachila, la casa de Eusebia se observa como un diminuto destello que se abre paso entre árboles en lo alto del cerro. Una hora de camino entre brechas zanjadas en zigzag y el cruce de un río separan la casa del lugar más próximo de auxilio.

El reloj marcaba las dos de la mañana cuando llegaron a donde inicia el paso de vehículos. El reto ahora era encontrar alguno que los llevara a la clínica particular –donde Eusebia acudía periódicamente para el control de su embarazo–, localizada a otra media hora de camino.

A pesar de su precaria situación económica, a Eusebia y Miguel, su esposo, les resultaba más accesible el servicio privado porque ir al sector público implicaba desplazarse hacia el Hospital Civil Doctor Aurelio Valdivieso (de los Servicios de Salud de Oaxaca), en la capital del estado, a casi dos horas y media de distancia en transporte colectivo.

Además de la lejanía, el costo sólo por pasaje era dos veces más alto, explica Miguel, quien vive de la venta de leña y carbón.

El médico que atendió a Eusebia informó que tenía la presión alta. Después de estabilizarla la envió de regreso a casa con la indicación de reposo. La familia retornó a la agencia municipal La Cañada y tres horas más tarde volvió el dolor en el pecho.

Eusebia hizo el mismo recorrido hacia Zaachila, pero ahora hacia el centro de salud, de donde la canalizaron de emergencia al Hospital Civil para la realización de una cesárea. Al ingresar, el 13 de mayo, le informaron que tendría que esperar porque no había camas disponibles.

A Eusebia la dejaron sentada a la espera de quirófano para practicarle la cesárea. Fue hasta el día siguiente, el 14 de mayo, cuando fue operada. El médico en turno dijo a Miguel que tanto su esposa como su hija estaban en perfecto estado de salud.

El 15 del mismo mes Miguel fue informado de que Eusebia nuevamente entraría a quirófano. “Dijo el doctor que la iba a operar otra vez porque la iban a ligar. Yo le pedí al doctor que no la operara, pero él me dijo que mi esposa ya había autorizado. Que habían hablado con ella y estaba de acuerdo en ligarse para no tener más hijos”, cuenta.

El viernes 16 el diagnóstico del estado de salud de Eusebia dio un giro inesperado.

“Me pidieron plaquetas porque no dejaba de sangrar. Me dijeron que estaba grave. Yo reclamé al doctor y le recordé que no quería que la operaran. Ya no pude hablar con ella ni supe nada hasta el domingo 18 en la madrugada, cuando me hablaron para decirme que ya no se podría hacer nada y que mi esposa se iba a morir”, relata.

Desde el ingreso de su esposa al hospital, Miguel ya no pudo tener comunicación con Eusebia y sólo sabía de su estado de salud a través de informaciones del personal médico.

En el expediente 547188 del Hospital Civil que posteriormente fue entregado a Miguel, quien es analfabeta, se establece que Eusebia sufrió síndrome de HELLP, una complicación obstétrica severa considerada como una variedad de preeclampsia que aparece durante la etapa tardía del embarazo y en ocasiones después del parto.

En el acta de defunción se especifica que Eusebia falleció el 18 de mayo a las 7:50 horas. Se asienta que la mujer sufrió “choque múltiple cuatro días, coagulación intravascular diseminada cuatro días, choque hipovolémico cuatro días, hemorragia obstétrica cuatro días, preeclampsia severa cinco días”.

Entre la información oficial y lo notificado a Miguel durante el tiempo en que Eusebia estuvo en el hospital hay contradicciones que nunca fueron aclaradas.

Por un lado, el acta de defunción señala que su estado de salud se complicó desde el segundo día de su ingreso, atribuido directamente a su embarazo.

Sin embargo, a Miguel le notificaron que después de la cesárea el estado de salud de su esposa era bueno y que se había complicado a partir de la operación en la que presuntamente le realizarían una salpingoclasia o ligadura de trompas de falopio.

Más casos

El deceso de Eusebia se enmarca entre las 25 muertes maternas (MM) ocurridas en Oaxaca hasta la semana epidemiológica 42 (enero a octubre de 2014). Durante este año, suman 14 los municipios ubicados como focos de atención por su alta incidencia de MM.

Santa Inés del Monte es uno de ellos. De la misma manera que Eusebia, “Paulina”, hija de Gloria Gaspar, hermana de Miguel Gaspar, falleció por muerte materna en 2010.

“Paulina” tenía 16 años. Gloria sólo recuerda que el embarazo de su hija se complicó casi al término. Ya en el hospital, la adolescente murió y su hijo quedó al cuidado de Gloria, quien además del nieto, de nombre Baldomero, tiene otros cinco hijos a su cargo.

La mujer es viuda. La única fuente de ingresos para la manutención de sus hijos –que como en escalera van de los 14 a los cuatro años de edad– son los recursos del programa Prospera, antes Oportunidades que, con el cambio de denominación y reglas, el próximo año restringirá el recurso económico para sólo tres de sus hijos.

“No sé qué sea, no sé por qué nos toca esto a nosotros, pero aquí ya sumamos dos mujeres muertas por embarazo”, señala.

En la lista de municipios con alta MM también están San Bartolomé Ayautla, San Blas Atenpa, San Juan Guichicovi, San Mateo del Mar, Chahuites, San Pedro Guamelula, San Miguel Soyaltepec, San Felipe Jalapa de Díaz, Santa María Huatulco, San Antonio Tepetlapa, Santa María Tonameca, Santiago Amoltepec, Santiago Juxtlahuaca, así como San Pedro y San Pablo Ayutla.

Un análisis realizado por Martha Castañeda Pérez, antropóloga física con maestría en salud pública, indica que las mujeres indígenas son las más desprotegidas en lo que se refiere a atención de los gobiernos federal y estatal.

En las regiones indígenas de los estados de Oaxaca, Chiapas y Guerrero las tasas de MM en 1999 doblaron y hasta quintuplicaron la media nacional.

Las instituciones públicas de salud, establece el estudio, no cuentan con la infraestructura necesaria, no disponen de vehículos para el transporte de emergencia y tampoco tienen dinero para cubrir los gastos de gasolina y honorarios del chofer.

Entre 2000 y 2002, cerca de 41.4% de estas mujeres fallecieron en un hospital; 52.6% en su casa, y el 6% restante murió durante el traslado a una clínica u hospital.

Fuente

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