ROBERTO RAMÍREZ BRAVO
La Jornada
En el juzgado séptimo penal, los cinco procesados por el asesinato del líder de la Liga Agraria Revolucionaria Emiliano Zapata (Larsez), Raymundo Velázquez Flores, ocurrido en agosto del año pasado, encararon a tres de los policías que hicieron su detención: “nos torturaron”, les dijeron en el primer careo que se realiza con los agentes ministeriales.
Sin embargo, aclararon que no sólo fueron los tres que se presentaron ante la rejilla de pruebas quienes los detuvieron, sino al menos ocho, entre los cuales destaca una mujer a quien identificaron como “Honorina”, que era quien más los torturaba.
La diligencia se llevó a cabo después de tres intentos fallidos porque los policías –que llegaron acompañados por un grupo de abogados y al parecer funcionarios de la Procuraduría de Justicia– no se habían presentado.
Sin ninguna explicación, la Comisión Estatal de Derechos Humanos, que llevaba el caso a través de sus abogados, abandonó la defensa de los acusados. Los familiares todavía llevan una tarjeta del visitador Hipólito Lugo, y la muestran a los reporteros, pensando que él era quien los defendía, pero quien se presentó a la audiencia fue el abogado defensor de oficio adscrito al juzgado séptimo penal.
El caso está radicado ante el juez Alberto Aguirre Rivera según la causa penal 198/2013-I en agravio de Raymundo Velázquez y sus compañeros Samuel Vargas Ramírez y Miguel Ángel Solano Barrera. Por ese caso están detenidos en el reclusorio de Las Cruces, Uriel Ruano García (señalado en el expediente como Uriel Blanco García), Daniel Ruano García, Salvador del Carmen Vázquez, Gabino García Avilés y David Galeana Pastrana, todos ellos habitantes de la colonia Fuerte Emiliano Zapata, ubicada en el municipio de Coyuca de Benítez a la vera del río y fundada por el también asesinado líder de la Organización Popular de Productores de la Costa Grande y compañero de Velázquez Flores, Luis Olivares Enríquez después de la matanza de Aguas Blancas.
En la audiencia de este miércoles comparecieron los policías ministeriales Ezequiel Mondragón Palacios, Wilfrido Vázquez Lucas y Adtzadai Hernández Cristóbal. Antes de la diligencia, hubo un conflicto porque los policías ministeriales intentaron impedir que el fotógrafo Javier Verdín tomara imágenes; incluso el policía Hernández Cristóbal se abalanzó sobre él, aunque todo quedó en un amago.
Al confrontarse con los policías, uno por uno, los detenidos los acusaron de haberlos torturado en el momento de la detención, el 29 de septiembre del año pasado. Relataron que fueron golpeados, se les aplicó asfixia con bolsas de plástico, y los amenazaron para obligarlos a firmar la declaración donde se adjudican el asesinato de los líderes de la Larsez.
Tres de ellos identificaron sin dudar al policía Hernández Cristóbal como quien les puso una bolsa de plástico en la cabeza y los golpeó, sentados ellos en una silla con las manos en la espalda.
A pregunta del abogado de oficio, los tres policías admitieron que no les hicieron saber sus derechos a los detenidos, y negaron haberlos torturados.
Los hermanos Ruano García, por separado, los señalaron de haberlos torturado.
–Tú fuiste el que me puso la bolsa en la cara –le espetó David Ruano a Hernández, mientras el policía entornaba los ojos.
–No puedo estar en dos lugares al mismo tiempo con dos personas diferentes, ya que anteriormente tu hermano dijo lo mismo –quiso evadir.
–En el lugar donde estábamos había muchos cuartos. No andábamos fuera del país, estábamos ahí mismo –reviró el detenido.
–Existe un certificado médico –dijo el policía por única respuesta final.
Al policía Vázquez Lucas, Daniel Ruano también lo acusó de haberlo torturado, y de haberse bañado y cambiado de ropa al terminar, para luego presentarse con otros abogados, al parecer del ministerio público.
–Fue una presentación nada más ante el Ministerio Público –dijo el policía sin mirarlo a los ojos, como pedía la defensa.
Personal del juzgado relató que la defensa de los detenidos antes la llevaba la Coddehum, pero desde hace dos meses los abandonó, por lo que en el careo tuvo que presentarse el abogado de oficio.