Rodrigo Soberanes
La Jornada
Tezonapa, Ver.- El reportero Octavio Rojas Hernández reunió repartidores de tortillas, a funcionarios de gobierno y a periodistas en su entierro. Ejerció esos tres oficios y el tercero, el del periodismo, fue el que lo llevo a morir a balazos, según sus allegados.
Un hombre adulto, corto de estatura con señas de tener discapacidad mental anduvo rondando el frente de la casa del reportero de 35 años cuando ya lo habían matado de cinco tiros calibre 9 milímetros en el municipio oaxaqueño de Cosoloapa.
A Octavio Rojas, corresponsal del periódico cordobés El Buen Tono, lo sacaron de su casa el lunes pasado bajo engaños y luego lo asesinaron. Le sobreviven su esposa y dos hijas que no podían dejar de abrazar su féretro este martes frente al sepulcro.
El mismo hombre pequeño estuvo atento a la misa de cuerpo presente celebrada en la parroquia de Tezonapa, municipio Veracruzano al que se llega desde Cosoloapa cruzando una calle. Los conocidos y familiares de Octavio Rojas llenaron la iglesia y ocuparon la mitad de la calle para despedir al reportero. Y ahí, el hombre pequeño tenía rollos de ejemplares de la sección policíaca de El Buen Tono con las notas de Octavio.
Un colega de Rojas que cubría la noticia y al mismo tiempo asistía como doliente, contó que el reportero llevaba sólo unos cuatro meses trabajando en ese periódico y antes, desde hace tres años, había laborado en el rotativo local de Tezonapa, A Tiempo. De acuerdo con El Buen Tono, Rojas era su colaborador “principalmente de la sección policíaca” y hasta el momento no tienen información sobre el posible asesino o las causas del crimen.
La organización que defiende la libertad de expresión, Artículo 19, exigió que las autoridades de Oaxaca investiguen la labor de Rojas Hernández como posible motivo de su muerte. En tanto, el gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, declaró que su gobierno no investigará el caso.
En la administración de Duarte han sido asesinados 10 periodistas y El Buen Tono ha sido agredido “en múltiples ocasiones”, según Artículo 19, que recordó este martes el ataque armado a sus oficinas de noviembre de 2011, cuando su redacción fue incendiada.
Octavio Rojas también trabajaba en el área de prensa del ayuntamiento de Cosoloapa y en su trabajo de corresponsal cubría poblaciones de Oaxaca y Veracruz, según una nota publicada en El Buen Tono.
El 10 de agosto, Rojas escribió una nota donde se relaciona al director de la Policía Municipal de Cosoloapa con un grupo delictivo que robaban combustible en ductos de Petróleos Mexicanos. En esa nota atribuida al staff del periódico y fechada en Cosoloapa se cita a una autoridad del Ejército que acusa al director de la Policía, Fermín Venegas Hernández. “El delito que cometió esta persona es grave por tratarse de un servidor público, y en caso de ser detenido, no alcanzará la libertad bajo fianza”, dice el texto.
Según el síndico de Cosoloapa, Bertoldo Pulido Aponte –quien asistió al sepelio con todo el cuerpo edilicio–, el reportero nunca contó que lo hubieran amenazado, “por eso es que nosotros nos sentimos sorprendidos con su fatal pérdida”.
Adentro del panteón, junto al sepulcro, la esposa tuvo que ser convencida para que dejara ir el ataúd. hubo llanto, desmayos y mucho silencio. Nadie expresaba su rabia en Tezonapa, un lugar sitiado por la delincuencia, según Bertoldo Pulido.
Las notas de Octavio Rojas seguían en los bolsillos y manos del peculiar hombre que lo siguió hasta las afueras del panteón. Ahí, los únicos que lo entendían eran dos motociclistas repartidores de tortillas que fueron colegas de finado. Los compañeros de Octavio del ayuntamiento hablaban de las etapas en que los conocieron en sus diferentes trabajos. Decían cosas de cuando lo veían repartir tortillas en su moto o sacar fotos en las inauguraciones del ayuntamiento. Y uno de ellos concluyo: “el detalle fue el periódico…”.