- Pudieron llegar a una orilla o tal vez a una isla, conjetura la esposa de uno de ellos
- Piden ayuda mujeres a trabajadores del mar de la Costa Chica, pues hacia allá van las corrientes
HÉCTOR BRISEÑO
La Jornada
Familiares de los tres pescadores perdidos desde el pasado 22 de julio en altamar se aferran a la esperanza de que continúen con vida.
Cinco mujeres y dos hombres se mantienen en las afueras de la Base Naval, en Icacos, en espera de noticias positivas de la búsqueda emprendida por la Secretaría de Marina.
Este sábado el grupo de familiares acudió a ese sitio a las 8 de la mañana.
Las mujeres hicieron un llamado a pescadores de la región de Costa Chica, pues dijeron que marineros les explicaron que, de acuerdo con la experiencia, en esta época del año las corrientes marítimas fluyen hacia aquella zona.
Aurora Moctezuma, quien es esposa del pescador Víctor Daniel Cristóbal Moctezuma, de 24 años, confía en que los tres jóvenes que viajaban en la embarcación Pitufo 4 puedan sobrevivir por su instinto y conocimiento del mar.
Expresó que “se tiene que salvar, a lo mejor nadaron, llegaron a una orilla, o están en una isla; ellos tienen que estar vivos, la experiencia los tiene que salvar, por eso les pedimos que los busquen”, pero manifestó su temor, pues recordó que el 23 de julio a la medianoche hubo una fuerte tormenta en el océano, lo que pudo ser factor para la desestabilización de la lancha de 9 metros de eslora.
El viernes pasado, autoridades marítimas confirmaron el hallazgo de la lancha Pitufo 4 y una cimbra, pero no a los tres tripulantes, a unas 70 millas náuticas de la costa (unos 130 kilómetros).
“Preferimos estar aquí afuera de la Base Naval que en nuestras casas, tenemos fe en que los pueden encontrar, no tenemos ni para comer, pero queremos recibir noticias de ellos”, expresó María Ángela Aguegueteco Santos, madre de Luis Marín Aguegueteco, de 23 años, quien trabaja en la hotelería, y hace una semana aproximadamente recibió permiso de sus superiores para gestionar la búsqueda de su hijo.
Recordó que “a él le encantaba el mar, su padre le consiguió un terreno para sembrar allá por la carretera, pero siempre se regresaba, decía que su vida era el mar”.
Relató que “siempre llevaba mucho pescado a la casa; yo vivo sola, para qué quiero tanto; decía que se lo regalara a los vecinos o a la gente que no tenía para comer. Me decía: “madre usted no se preocupe si un día no regreso, no se ponga triste, no vaya a llorar, usted coma, usted duerma, yo voy a estar bien”.
Con pesar, aún se lamenta el comienzo tardío de la localización de los pescadores, de lo que responsabilizó a los propietarios de la lancha, de quienes sostuvo que ordenaron a los jóvenes salir en busca de tiburón, no obstante que la veda terminaba nueve días después, el 31 de julio.