Por Daniela Barragán
(Sinembargo)
Ciudad de México, 1 de abril (SinEmbargo).- La política social por la que México ha apostado por años para erradicar la pobreza no es eficiente ni eficaz, sostuvo Miguel Reyes Hernández, director del Observatorio de Salarios de la Universidad Iberoamericana Puebla. La prueba es que a pesar de que los beneficiados de los programas de transferencias se quintuplicaron, la pobreza sólo disminuyó 1 por ciento de 1992 a 2015.
México tiene un retroceso de 14 años en su política para erradicar la pobreza. Esta condición en la que viven 55 millones de personas se ha incrustado en la sociedad de tal manera que además de que el número aumenta, salir del círculo de pobreza resulta casi imposible.
En entrevista con SinEmbargo, Reyes Hernández explicó que las condiciones económicas del país provocan que los programas sociales de transferencias de recursos tengan como objetivo sólo contener a los pobres, no sacarlos de esa condición.
“Los pobres oficiales de Coneval, que están por debajo de la línea de pobreza pasaron de 54 por ciento en 1992 a 53 por ciento en 2014. No hay un cambio sustancial. Un 1 por ciento es lo que se ha movido en más de 22 años con tantos programas sociales. Si quintuplicaste la cantidad de beneficiarios sólo contienes el crecimiento de los pobres, eso hace la política social. No resuelve el fondo”, comentó.
El académico también criticó el actuar del Gobierno de Enrique Peña Nieto en cuanto a las cifras que presenta. Por ejemplo, la cifra de los nuevos empleos basada en las afiliaciones al Seguro Social. En realidad, en el último año lo que creció fue la afiliación de estudiantes, lo que no significa un empleo creado.
“Él habla de otro país, de otra realidad y obviamente busca cómo maquillar cifras”, aseguró.
LEJOS DE UN CÍRCULO VIRTUOSO
–Se dice que en lo que más ha avanzado el actual Gobierno es en la afiliación al seguro social de la población en pobreza, ¿es ese un buen parámetro para medir y decir que la pobreza va disminuyendo?
–Tomamos la información de las encuestas de hogares, pero es evidente que lo que se está haciendo en manera gubernamental de incorporar estudiantes, por ejemplo, a tener seguro social, no necesariamente implica que esas personas tengan esa seguridad de forma permanente, sino solamente cuando estudia. Además ese engrosamiento de la seguridad social es artificial que también se compensa, de alguna manera, con que la población sin seguridad social trabajadora, sin seguridad social no aumenta. Casi el 60 por ciento de los trabajadores permanecen sin seguridad social; eso no se mueve. Más bien parece una estrategia del Gobierno por ocultar el fracaso que se tiene desde hace muchos años en materia laboral de no poder cubrir el déficit de la seguridad social.
–¿Esos números se presentan como “nuevos empleos”?
–Sí, eso lo presumen como nuevos empleos. Sale el Presidente Peña Nieto a decir sobre los nuevos empleos y que vamos mejorando; disminuyó la tasa de desempleo, mejoró la seguridad social. Pero no sabes de qué país habla porque los ingresos de la gente no están aumentando, porque la pobreza no se mueve, porque la desigualdad está aumentando y los polos de distribución se están ampliando cada vez más entre los que tienen más y los que tienen menos.
Él habla de otro país, de otra realidad y obviamente busca cómo maquillar cifras.
–Por la información del Observatorio y con la comparación con otros países, ¿puede decirse que México va en retroceso?
–Sí, el país tiene un retroceso de 14 años. Tenemos políticas públicas en materia laboral, salarial y de pobreza que no han logrado disminuirla, sino que aumente. No sólo persiste, también va en aumento.
–Las políticas en general están dejando de ser eficaces y eficientes. Estamos llegando a un momento donde las políticas por transferencias condicionadas ya no funcionan: pasamos de 5 millones de beneficiarios a 25 millones. Se quintuplicaron y los pobres por ingresos están contenidos. Los pobres oficiales de Coneval, que están por debajo de la línea de pobreza están de 54 por ciento en 1992, a 53 por ciento en 2014. No hay un cambio sustancial. 1 por ciento es lo que se ha movido en más de 22 años con tantos programas sociales.
Si quintuplicaste, como está aumentando tanto la desigualdad económica, sólo contienes el crecimiento de los pobres, eso hace la política social. No resuelve el fondo. Das transferencia de dinero pero no das oportunidades productivas; no haces que las pequeñas y medianas empresas puedan tener vida y puedan sobrevivir más allá de dos años; no hay políticas para eso. La política fiscal implica castigar a esas empresas porque les cobras el 30 por ciento y favoreces a las grandes porque les cobras entre el 1 y el 3 por ciento. Las pequeñas empresas además tienen la persecución de todas las secretarías con los permisos. Muchas cosas encima que no tienen los grandes.
–Sobre la cuestión de los salarios, ¿observan alguna oportunidad de que en el corto plazo se modifique la forma en que se asigna?
–No, ninguna. Ninguna posibilidad de revisión porque la posibilidad pasaría por los pequeños y medianos empresarios que muchas veces tienen ganancias de 5 mil, 6 mil, 10 mil pesos, tendrían que buscar mecanismos compensatorios para que aumentaran también sus ingresos. Sí al aumentar salarios se genera mayor mercado interno, pero inicialmente tendrían que dar garantías a esos pequeños y medianos de que eso disminuye cuestiones regulatorias, permisos, corrupción, para que tenga mayor flujo de efectivo, pueda pagar los salarios que plantean que deben pagar.
Con mayores salarios se crea un círculo virtuoso porque tienes entonces mayor riqueza de la que esos mismos pequeños y medianos empresarios se pueden jalar y vender más mercancías y es más crecimiento. Eso implica que cambiemos nuestra política y pensar en dejar de favorecer a los grandes exportadores y favorecer a los trabajadores, a las pequeñas empresas, al mercado interno, modificar toda la política pública en general.
–Entonces este último aumento…
–Es irrisorio, porque además lo que se dio de 9 por ciento, que presentaron con bombo y platillo se quedó totalmente anulado con el gasolinazo. Al venir ese aumento, la mayor parte de las mercancías alimentarias se dispararon y no fue por el salario, sino por el gasolinazo. Entonces quedó anulado y no hay ninguna política o mecanismo que diga que el salario se establecerá de forma distinta; dijeron que lo aumentarían de acuerdo a la inflación con otro aumento de siete pesos… pero ¿con base en qué?, ¿a partir de qué?, ¿vinculado a qué? A nada, ni a productividad ni a crecimiento económico.
Lo que pensaron es que si no se vinculaba a algo no se generaban precedentes y sin eso no hay obligación legal y el siguiente año establecemos un salario como ellos lo quieran; más cinco, más dos o más un peso. Pero si se vincula a productividad, sí hay una obligación legal.
–¿Se podría regresar a esa tendencia de aumentar por pesos?
–Sólo por inflación y un peso más, por una decisión discrecional, sin reglas y sin estudio científico, técnico que respalde por qué son cuatro pesos y no cinco. Falta que la población cuestione al Gobierno por cómo fija los salarios; que los pequeños empresarios exijan que se establezca una política real y efectiva de apoyo al mercado interno y al crecimiento.
–El estudio que presenta se hace también con la experiencia de otros países, ¿en la elaboración sorprende el caso de México?
–Se sorprenden porque ven a México como un ejemplo y se les cae, es el país grande de Latinoamérica y esperan que vaya mejor y no peor. Eso es evidente. Para nosotros las sorpresas son Venezuela, Brasil, Colombia, que están mejorando continuamente sus niveles de vida.