Diana Manzo
La Jornada (Foto: La Jornada / Imagen de archivo)
Juchitán, Oax., 15 de julio. Unos 400 migrantes, entre ellos 20 menores de edad, llegaron al Istmo de Tehuantepec a bordo del tren al mediodía del martes, como parte de la reactivación de la ruta migratoria, debido a que la mañana del lunes el ferrocarril conocido como La Bestia descarriló en los límites de Oaxaca y Chiapas cuando retornaba a su base en la frontera sur.
Algunos migrantes prefirieron resguardarse en los vagones, otros se ubicaron en el lomo de La Bestia y montaron plásticos y papeles para protegerse del sol que azota la región.
A su paso por la cabecera municipal de Juchitán, Oaxaca, el tren se detuvo unos 30 minutos, mientras los trabajadores de la empresa Ferrocarriles del Istmo de Tehuantepec daban mantenimiento a los rieles.
En ese descanso algunos migrantes descendieron de La Bestia y caminaron, tomaron agua y consumieron alimentos proporcionados por vecinos del lugar.
“El gobierno nos regresará”
Carlos Mellín –hondureño de 26 años– expresó que no viajaron muchos centroamericanos porque les han dicho que el gobierno mexicano los bajará del tren y los regresará a sus países de origen, por lo que muchos prefieren esperar en Arriaga, Chiapas.
“Tristemente algunas personas que son de México, cuando llegamos a la frontera, nos dicen que para qué vamos a entrar a México, si el gobierno nos regresará en un dos por tres; por eso muchos están detenidos allá y no quieren arriesgarse, temen que los regresen a Centroamérica. Esta ruta no es nada fácil, pero tenemos un sueño: trabajar por nuestra familia y tener mejores condiciones de vida”, indicó.
El Grupo Beta del Instituto Nacional de Migración y su coordinador, Martín Rojas Márquez, siguieron el trayecto del tren a su entrada a suelo oaxaqueño y asistieron a los migrantes con agua y alimentos a su llegada a Ixtepec, donde fueron recibidos por la Fiscalía del Migrante, Médicos sin Fronteras y la Comisión Nacional de Derechos Humanos, que les tomaron datos de procedencia, edad y destino final para llevar control de los centroamericanos que llegan a Oaxaca.
Finalmente, la mitad de los migrantes se integró al refugio Hermanos en el Camino –que coordina el sacerdote Alejandro Solalinde–, otros se ubicaron en hoteles y casas de paso, y algunos más se concentraron debajo de los vagones esperando la próxima salida rumbo a Medias Aguas, Veracruz.