Fabiola Martínez, Arturo Sánchez y Emir Olivares
La Jornada
La marea guinda y blanca se colocó por delante de Miguel Ángel Osorio Chong. El [priista de origen chino] volvió al templete de la Asamblea General Politécnica con las respuestas a las demandas estudiantiles: marcha atrás a los recientes cambios en el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y la salida de la directora Yoloxóchitl Bustamante.
Los estudiantes sólo dieron acuse de recibo. La última palabra la tomará su comunidad. Y enfáticos, conscientes de su fuerza, acordaron que siempre no, que antes de que se vaya la funcionaria debe transparentar su gestión.
Por tercera ocasión en menos de 10 días, esa marea bicolor dio muestras de eficiente organización para salir a las calles y darle un matiz a las diferencias que sí existen en sus asambleas. Unidos, se pararon de tú a tú con el coordinador del gabinete presidencial.
También defendieron “el valor” de la educación pública que, en el caso del IPN, es recuperar el proyecto cardenista de una educación de calidad para los hijos de obreros y campesinos. “La técnica al servicio dela patria.” Un huélum por México.
La fuerza estudiantil del IPN logró un viraje en la añeja tradición del Palacio de Covián; un cambio en el trillado protocolo de recibir comisiones de quejosos. Vuelta a la tuerca de la interminable negociación por horas –y hasta días– en las oficinas, fuera de la vista de los representados, en lo oscurito que le llaman.
Y los alumnos dieron un “no” a los diálogos al vapor: “Queremos dejar claro que no se tiene confianza en el gobierno federal, ni en su palabra. Por eso es que la comunidad discutirá y se pondrá de acuerdo en si acepta o no la respuesta que nos está dando”.
La marcha
Los politécnicos volvieron a inundar con sus huélum las calles de la ciudad. Desde antes de la una de la tarde, miles se congregaron en sus escuelas para ir al Monumento a la Revolución, donde a las 14.16 comenzó una nueva marcha de nutrida participación (20 mil según la policía capitalina).
Con una singular pero efectiva forma de comunicación, los chavos se pasaban la voz: la táctica era “sólo escuchar” al funcionario ni aplausos ni abucheos. Nuevamente credenciales en mano refutaron aquello que hizo explotar el conflicto: la declaración de Bustamente en sentido de que había intereses externos.
Los “ajenos” fueron los de las universidades Nacional Autónoma de México, Autónoma Metropolitana y de otras instituciones que igualmente pugnan por el respeto a la educación superior.
Llegó la vanguardia cerca del templete. Pero decenas ya estaban ahí haciendo trabajo de apartado. “Como en las tocadas, si quieres ver chido hay que llegar temprano”, definió un joven.
Otros traían referentes distintos. Un chavo sostenía en todo lo alto una enorme fotografía de Lázaro Cárdenas –fundador del IPN– y al reverso escribió: “El último visionario de México”. A la par dos estudiantes portaban una cartulina en la que se leía: “Chong, ya te puse de fondo de pantalla. No la cagues”.
No faltó la clásica pelea con los medios de comunicación. “Fuera prensa”, gritaban aquellos que no podían observar debido a que el mejor lugar, aquel “para ver chido”, fue apañado por los reporteros.
Puntual llegó a la prometida cita el secretario. La lluvia comenzaba y faltaban algunos representantes de la Asamblea Politécnica por subir al templete.
Osorio propuso un minuto para esperarlos. Era un anfitrión complaciente “¿Desean que inicie antes de la lluvia? La neta, como digan”, expresó un funcionario de nueva cuenta en mangas de camisa.
Abajo los jóvenes de las primeras filas seguían en la broma: “La selfie con Chong pa’l feis”.
Vino luego solidaridad para la normal rural de Ayotzinapa y otras intervenciones. Osorio, por fin, tomó la voz para responder al pliego petitorio.
Como as bajo la manga, el funcionario –para entonces totalmente empapado, como el resto de los presentes– dejó al final la dimisión de Bustamante.
“Informo que esta renuncia ha sido aceptada”.
“¡A güevo!”, gritaron algunos. Pero los voceros desde el templete atajaron la efusividad de todo tipo.
“Compañeros, no le aplaudan al secretario, él sólo está cumpliendo con su obligación”, espetó uno de ellos. Se comportaron así los estudiantes que ven directo a los ojos al secretario. Lo respetan y lo enfrentan.
Rendición de cuentas
Cuando se creía que era asunto concluido, la asamblea informa que para irse, Bustamante debe dar cuentas.
El semblante del secretario ya era adusto. Tres veces se despidió y tres veces lo regresaron. En una de esas, para que escuchara un pronunciamiento al caso Ayotzinapa.
En su segunda intervención Osorio respondió que no iba al templete por ningún reconocimiento, porque, “efectivamente, es nuestra obligación”.
Incluso los estudiantes denunciaron que una persona del sindicato de trabajadores del IPN –de nombre José Luis Castro Montúfar– acudió el jueves con una supuesta respuesta de Gobernación al pliego petitorio. El secretario les indicó que la única propuesta válida era la que él entregó en ese momento.
Al tercer intento por fin se logró despedir y se enfiló de nuevo a pie a la casona de Bucareli. Ahora avanzaba un funcionario un tanto desconcertado, muy distinto al destacado “ministro del Interior de México que apacigua una protesta estudiantil”, como reportaron los medios internacionales, porque aunque entregó puntualmente “la respuesta seria y contundente” –así la calificó– tendrá que esperar el veredicto estudiantil.
Y sí, ayer le dejaron claro que “la comunidad tendrá la última palabra”.