SOCIEDAD «MODERNA»: A sus 18 años, el delito ha marcado su vida; hoy enfrenta acusación por robo y homicidio

Augusto Atempa
Reforma (Foto: Especial Reforma)

Cd. de México (15 mayo 2014).- Nació y creció en una familia disfuncional, marcada por el robo y el narcomenudeo.

Su madre lo abandonó cuando estaba en la secundaria y su hermano mayor lo enseñó a manipular pistolas y a robar.

A los 15 años procreó una niña; ahora, a los 18 años, ya espera su segundo hijo con una mujer diferente, pero también enfrenta una acusación por robo y homicidio.

El carácter violento de Guillermo Alejandro Rodríguez Valdés generó temor en los vecinos de la Colonia Pueblo Quieto, en Tlalpan.

Desde joven, Rodríguez Valdés se integró a bandas delictivas, la última fue la de Los Pescaditos, según consta en las averiguaciones previas FTL/TLP-3/00287/14-01 y FTL/TLP-3/T1/00287/14-01R1 y en testimonios de vecinos.

Este grupo estaba formado por jóvenes de entre 15 y 20 años que sostenían peleas constantes con grupos de las colonias Cantera y Carrasco, en Tlalpan.

«El Memo» o «El Flequitos», como era conocido, fue expulsado de esta banda debido a su carácter duro y peleas constantes con sus compañeros.

Esto lo llevó a robar junto con otro amigo. Ambos detectaron que los jóvenes y los adultos mayores eran blancos fáciles para quitarles celulares y carteras.

Su modus operandi era simple. Se reunían en el cruce de Calzada de Tlalpan y Periférico Sur a esperar a sus víctimas, quienes la mayoría de las veces salían de la zona escolar y de los hospitales cercanos.

Y cuando se detenían a causa del semáforo, atacaban.

Hasta que el 30 de enero, un estudiante de enfermería los enfrentó cuando iba acompañado de su novia.

«El Memo» lo hirió con un arma blanca y le causó la muerte.

Y casi tres meses después, el joven se encuentra preso por robo con violencia y homicidio calificado, y su captura se debió a que publicó una fotografía en WhatsApp utilizando un teléfono robado, por lo que su propietaria se percató y dio aviso a las autoridades.

Muchas de las víctimas del delincuente sufrían agresiones físicas. Los comerciantes de la zona recuerdan como él y su cómplice golpearon a una anciana y a un joven cuando este último no quiso entregar su celular.

Su historial era grande. A los 17 años ya contaba con dos ingresos a la Comunidad para Adolescentes por robo; a menudo sostenía peleas con vecinos y esto le había generado amenazas de muerte.

Esas amenazas cobraron la vida de su hermano, quien fue abatido a balazos hace casi un año en Ecatepec, y quien también pasó 7 años en la cárcel por homicidio.

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