“Sospechosamente protegidos”, los provocadores que incendiaron la puerta de Palacio Nacional

Jenaro Villamil
Proceso

MÉXICO, D.F. (proceso.com.mx).- En menos de 48 horas dos manifestaciones espontáneas, convocadas desde las redes sociales y las redes ciudadanas, respondieron con indignación a la ya célebre conferencia de prensa del procurador Jesús Murillo Karam, del viernes 7 en la tarde.

“¡Fue el Estado, Fue el Estado!” y “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”, son los gritos insistentes, con pintas y cartelones de fondo, en las afueras de la PGR, el viernes 7 en la noche, sobre la avenida Reforma.

Jóvenes, decenas, cientos, llegan con veladoras y con su furia, con su indignación. Colocan dos altares con veladoras en las escalinatas del monumento del Ángel de la Independencia. En uno se lee “Fuera EPN” formado con las veladoras. Y en el otro, los rostros de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

En esa noche acuerdan otra manifestación para la noche del sábado 8 de noviembre, de las oficinas de la PGR hacia el Zócalo capitalino. Desde las 20 horas comienzan a llegar por la Glorieta de Insurgentes, en las estaciones de Metro y Metrobús contingentes de jóvenes y activistas capitalinos.

Van hacia el Zócalo. Ya no son cientos. Son más de 15 mil. Marchan pacíficamente, sin ningún liderazgo visible, pero con mucha rabia por el intento de darle carpetazo al expediente de la desaparición forzada y el presunto homicidio múltiple de los jóvenes de Ayotzinapa.

Alrededor de las 22 horas, la marcha con veladoras se reúne en los alrededores del astabandera del Zócalo. “Que se vayan todos, que se vayan todos”, comienza a escucharse. Fue la consigna emblemática en la Argentina de principios del milenio, a raíz del Corralito.

Mientras la mayoría de los manifestantes expresan su dolor, su rabia y su solidaridad con los familiares de los normalistas de Ayotzinapa, grupos de jóvenes con el rostro cubierto por paliacates, pasamontañas o con sus gorros toman las vallas que rodean el Palacio Nacional y comienzan a empujarlas en contra de una de las puertas de la entrada principal al edificio emblemático del poder presidencial.

“¡No violencia, no violencia!”, gritan algunos manifestantes. Por supuesto, nadie les hace caso. Los reporteros gráficos y decenas de jóvenes rodean a los encapuchados. No hay elementos policiacos visibles ni identificables en los alrededores.

Desde adentro de Palacio Nacional les arrojan proyectiles a los manifestantes.

“¡Soldado, soldado, la lucha es de este lado!”, les gritan. Otros le mientan la madre al primer mandatario.

“¡Lucha, lucha, no dejen de luchar!”, se escuchan los gritos. Acto seguido, una humareda en la puerta del Palacio Nacional anuncia el incendio. Arde la puerta varios minutos. Y el sistema antincendios del recinto lanza chorros de agua para frenar el incendio.

Se lanzan proyectiles desde adentro y uno de los empleados del Palacio Nacional fue golpeado por presuntos manifestantes. Para ese momento, la mayoría de los manifestantes decide alejarse de la escena.

“¡Son provocadores, son provocadores!”, gritan muchos. En las redes sociales comienza a circular las fotos de uno de los encapuchados que incendiaron la puerta del Palacio Nacional, con la máscara emblemática de Anonymous, que es protegido por los granaderos.

Elementos del Estado Mayor Presidencial, que observaban desde el techo del Palacio Nacional, se retiraron sigilosamente a las 23:00 horas.

Al filo de la medianoche, cuando ya se habían retirado la mayoría de los manifestantes, comenzó la persecución policiaca contra el grupo de jóvenes y de reporteros gráficos que estaban aún en las afueras de Palacio Nacional.

-¡Están cazando a la prensa! ¡Están cazando a la prensa! –gritaron unos fotógrafos que corrieron por toda la plancha del Zócalo hacia la calle de Madero, al filo de la medianoche.

La persecución contra los manifestantes duró cerca de una hora. Según la Secretaría de Seguridad Pública, detuvieron a 15 personas que pusieron a disposición de la PGR. Otros informes mencionaron a más de 30 detenidos. Al menos dos reporteros gráficos fueron heridos por las pedradas.

La vida nocturna de la calle de Madero y de Gante, Francisco Zarco, Palma y Tacuba se paralizó cuando decenas de policías corretearon a los manifestantes para detener a quienes ellos decían fueron los agresores.

Sobre la calle de Madero dejaron malherido a un joven con golpes y sangre en la cabeza. “¡Una ambulancia, una ambulancia!”, pedían quienes lo asistían. Los policías capitalinos cargaron al herido y se lo llevaron a un sitio improbable.

La provocación derivó en una nueva redada con detenciones arbitrarias.

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