- Marchan en reclamo de justicia para los asesinados y presentación de desaparecidos
- Exigen la destitución del gobernador, del alcalde de Iguala y de su secretario de Seguridad Pública
- En pancartas, ubican la cifra actualizada de ausentes forzados en 57; en el PRD sólo hicieron pintas
MARGENA DE LA O
La Jornada
Chilpancingo, 29 de septiembre. Normalistas de Ayotzinapa, padres de familia, maestros cetegistas y sociedad civil marcharon en reclamo de justicia por los tres estudiantes asesinados, por sus 57 compañeros desaparecidos y por la destitución del gobernador Ángel Aguirre Rivero; del alcalde de Iguala, José Luis Abarca Velázquez, y de su secretario de Seguridad Pública, Felipe Flores Velázquez.
Después de la marcha, las pintas y las consignas, los normalistas llegaron al Congreso del estado –antes prepararon los autobuses para retirarse–, forzaron rejas, entraron y con piedras destrozaron la fachada del recinto. Pretendían que los diputados se sumaran a su demanda de justicia. Ninguno de los representantes estuvo en el lugar.
Otra vez ataúdes de cartón. Otra vez reclamo de justicia, que esperan desde el 12 de diciembre de 2011.
Las 11:40 horas. Los integrantes del contingente, unas 3 mil personas, formados en hileras, salen marchando del monumento a Nicolás Bravo. Del contingente sobresalen dos monigotes que fueron incendiados en la puerta del Congreso local; uno con impresión en papel de las caras del gobernador y del presidente Enrique Peña Nieto, fusionadas; y el otro, también con las caras fusionadas del alcalde Iguala y de su secretario de Seguridad Pública.
El trayecto transcurrió en consignas y pintas. Los normalistas pintaron fachadas de bancos, el Diario de Guerrero (periódico que cabeceó un día antes de la agresión “Por fin se pone orden” a la nota que informaba que policías y militares frustraron el secuestro de autobuses en esta capital), estela Bicentenario, edificios públicos, tiendas Oxxo y aceras con frases de demanda: “Ni perdón ni olvido”, “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”, “26 de septiembre no se olvida”, “Abarca y Aguirre, asesinos”, “Narcoestado de Guerrero”, “Masacre. 26 de septiembre”.
Por las bocinas, normalistas, maestros y padres también dejaron salir la indignación: “No puede tener a un asesino como presidente del pueblo”, “Nosotros no somos delincuentes. Delincuentes son los que asesinan”, “¡Si no hay justicia para el pueblo, no habrá paz para el gobierno!”, “Sicarios y el gobierno municipal unidos. Porque en Iguala no se sabe quién manda”, “Cuando se nace pobre, el peor acto de rebeldía es estudiar…”.
La fachada del número 80 de la avenida Alemán, oficinas del Comité Ejecutivo Estatal del PRD, partido en el que milita el alcalde de Iguala y el gobernador, también fue pintarrajeada: “Cuantos mas? Jose Luis Abarca (sic)” y “57 desaparecidos”.
Al pasar por el centro, hubo comerciantes que cerraron apresurados sus negocios y transportistas con disimulo leyendo los volantes que repartían los normalistas con su versión del ataque. Pero también quienes daban muestra de respaldo. En avenida Lázaro Cárdenas, fuera de abarrotes Kaoba, les dejaron un recado y dos rejas de agua embotellada: “Ayotzi, el comerciante de Chilpancingo los apoya”. Un hombre de un carro plateado compacto, en el perímetro vial del Congreso local, les gritó: “¡Duro!”, “¡Duro!”.
En el Congreso del estado pararon la marcha, y los padres de normalistas desaparecidos rodearon con su mantas las rejas. El campesino Epifanio Álvarez, padre de Jorge Álvarez Nava, estudiante de primer año de la normal, de 19 años, sostenía la punta de una manta en la que se leía: “¡Ni perdón ni olvido!”. Es el mismo de ayer que viajó a Iguala en uno de los autobuses con normalistas en busca de los desaparecidos y encargó en la nota que lo incluyeran. Hoy volvió a llorar cuando comenta que se regresaron anoche sin nada. “¡Yo quiero a mi hijo!”.
Congreso, piedras y vidrios rotos
Arriba, el clímax de la movilización de normalistas en Chilpancingo: la destrucción de la fachada del Congreso. Abajo, la marcha previa. FOTOS: JESÚS EDUARDO GUERRERO RAMÍREZ E ISAAC HERNÁNDEZ / La Jornada Guerrero
Con los camiones preparados para el regreso, los monigotes incendiados, los ataúdes de cartón recostados y los padres de familia despegados de las rejas, las piedras comenzaron a estrellarse contra los cristales de la biblioteca Siervo de la Nación.
Los normalistas martillaron rejas, rompieron cadenas, violaron candados; entraron hasta la explanada del Congreso local y las piedras se sumían como en el agua en los cristales de la carátula previa a la sala de sesiones. Los crujidos de vidrios y los gritos de un hombre a la bocina que gritaba: “¿Dónde están nuestros compañeros desaparecidos?”, se mezclaron.
Parecía que la piedras llevaban más fuerza, más ira: llegaron hasta el domo de plástico que hay como techo, según oyeron las 20 trabajadores que estaban dentro. Derribaron a José María Morelos firmando los Sentimientos de la Nación.