Por Jenaro Villamil
(Proceso)
CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).- “Señor presidente, ¿dónde están? ¿Qué les pasó a los 28 mil desaparecidos? Toda vida es sagrada, no sólo la de sus amigos”.
Las preguntas de Roger Waters, el legendario guitarrista y fundador de Pink Floyd, resonaron más allá de un Zócalo abarrotado por más de 200 mil asistentes, según las cifras oficiales del gobierno de la Ciudad de México.
Los gritos “¡Fuera Peña, fuera Peña!” se expandieron hasta la avenida 20 de Noviembre, donde una pantalla gigante acercaba la magia de uno de los mejores conciertos en el corazón de la Ciudad de México.
Waters estaba a punto de concluir su concierto, pero no terminaban aún sus palabras:
“Señor presidente, sus políticas han fallado. Escuche a su gente. Los ojos del mundo lo están observando”.
En una de las pantallas gigantes del escenario apareció la frase #RenunciaYa, el Trending Topic que tanto ha incomodado a los promotores y publicistas de un gobierno que se ha transformado en una vergüenza mundial.
Música, mota, protesta y buena vibra es lo que se extiende durante dos horas en uno de los conciertos con mayor asistencia en la plancha del Zócalo.
Desde la mañana, en Twitter, el hashtag #RogerWatersEnElZócalo ocupó el sitio de tendencia nacional con más de un millón de retuits. Superó la propia marca del nombre del músico británico que alcanzó 856 mil retuits el 20 de septiembre cuando anunció que daría un concierto gratuito en el Zócalo.
Desde dos horas antes de que iniciara el concierto, la plancha del Zócalo ya estaba abarrotada de jóvenes en su viaje, ruco roqueros, punks, chavos fresas, niños, miles y miles que acudieron sin acarreo político ni mediático. Las televisoras simplemente se hicieron a un lado. Fue el streaming en las redes sociales que difundió el concierto.
Waters no padece el síndrome del divo ni de quien simula falsa sencillez. Simplemente es el mismo que desde Pink Floyd protestó en contra de las armas nucleares, conmocionó a Alemania pidiendo que se derribara el Muro de Berlín y ahora le mienta la madre a Donald Trump y su muro racista y militar, así como emplaza a Peña Nieto a responder por los 28 mil desaparecidos.
En abril de 2012, antes de su concierto en el Foro Sol, Waters tuvo un encuentro con los integrantes del entonces Movimiento por la Paz y la Dignidad, que encabezaba el poeta Javier Sicilia. Eran 10 mil desaparecidos. Ahora casi se triplican.
No sólo la protesta y la inconformidad se dieron cita en el Zócalo y sus alrededores. Como buen brujo, Waters logró la comunión desde el principio.
Con los acordes de Speake to me/ Breathe espectaculares luces de bengala iluminaron el Zócalo y el resplandor se dejó ver hasta la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, que este 2 de octubre conmemora los 48 años de la peor matanza estudiantil contemporánea.
El jefe de gobierno Miguel Ángel Mancera se animó y publicó en su cuenta de Twitter una foto del Zócalo iluminado desde el escenario de Waters. “Espectacular el corazón de la ciudad”, se leía.
La cuenta oficial de la ciudad informó que fue una “noche histórica” con 200 mil personas disfrutando el concierto.
Apretujados, en una comunión de pachequismo masivo, los asistentes a la plancha del Zócalo brincaron y se animaron hasta Money y corearon el infaltable “Hey teachers! Leave the kids alone”.
El icónico cerdo inflable de los conciertos de Waters planeó en el Zócalo unos minutos con los acordes de The happiest days of our lives y terminó el concierto, después de la carta leída a Peña Nieto, con Comfortably mumb.
Una liturgia posmoderna que en algún momento hizo bailar a los más tiesos y sentir que en este corazón de la gran ciudad los desaparecidos de Ayotzinapa, de todos los rincones de una guerra infame, no se olvidan.