Si alguien cree que a Rusia o a China les interesa el desarrollo de las «economías emergentes»… debería dejar de ver televisión. Un «banco» sólo sirve para saquear dinero y enriquecer a sus dueños, nada más, que en este caso serán Rusia y China.
Alberto Armendáriz
Reforma
Río de Janeiro, Brasil (15 julio 2014).- Se acabó el tiempo de los partidos de fútbol, ahora es momento de hablar de dinero.
Rodeados de un fuerte dispositivo de seguridad, los líderes de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica se reúnen hoy en la norteña ciudad de Fortaleza, Ceará, para celebrar la VI cumbre de los BRICS, grupo de potencias emergentes que con este encuentro pretende dejar de ser sólo una sigla y pasar a la creación de dos concretas estructuras financieras: un banco de fomento y un fondo de reservas de emergencia.
Ya han pasado casi 13 años desde que el economista británico Jim O’Neill, de Goldman Sachs, creó el acrónimo BRIC al que en 2010 se le sumó Sudáfrica para conformar este dispar grupo de países que juntos suman el 42 por ciento de la población del planeta y el 21 por ciento del PIB mundial.
Tras varios años de ser una gran promesa de motor del desarrollo global futuro, y pese a que en los últimos años su crecimiento se desaceleró, ahora los BRICS buscan sentar las bases comunes para garantizar ese escenario.
El Banco de Desarrollo de los BRICS, que estaría en funcionamiento a partir de 2016, nacerá con un capital inicial de 50 mil millones de dólares, al que cada país aportará una quinta parte.
Pensada como un «espejo» del Banco Mundial, esta institución que según fuentes diplomáticas sería establecida en Shanghai y presidida al principio por un brasileño, financiará proyectos de infraestructura en los países miembros primero, y luego daría préstamos también a otras naciones en desarrollo fuera del grupo.
En Fortaleza, custodiados por 7 mil 689 agentes de seguridad, los Presidentes de Brasil, Dilma Rousseff; de Rusia, Vladimir Putin; de China, Xi Jinping; y de Sudáfrica, Jacob Zuma; así como el Primer Ministro de la India, Narendra Mori, firmarán también los últimos detalles para un Acuerdo de Reservas de Contingencia (CRA, por sus siglas en inglés), que a la manera del Fondo Monetario Internacional (FMI), ofrecerá a sus miembros fondos de estabilización para hacer frente a dificultades en sus balanzas de pago o a ataques especulativos contra sus monedas.
Este fondo de reservas estaría dotado en un principio por 100 mil millones de dólares, de los cuales China aportará 41 mil millones, Rusia, Brasil y la India 18 mil millones cada uno, y Sudáfrica los 5 mil millones restantes, según lo convenido en la última cumbre de los BRICS, realizada en la sudafricana Durban el año pasado.
Con estas dos estructuras clave, el grupo se encamina a empezar la construcción de una arquitectura financiera global alternativa al Banco Mundial y al FMI, creados tras la Segunda Guerra Mundial en la conferencia de Bretton Woods.
Aunque todavía sería muy prematuro pensar que las nuevas herramientas de los BRICS podrían suplantar a aquellas instituciones, las semillas serán plantadas en Fortaleza.
«Cuando los BRICS comenzaron a reunirse periódicamente en 2009, recibieron críticas de que era un grupo imposible, que no tenía sentido por sus diferencias políticas, económicas y culturales, que nunca produciría resultados tangibles. Y lo que ha marcado realmente la relación entre estos países hasta ahora era la falta de conocimiento mutua. Entonces, la decisión de institucionalizar de una cierta manera el grupo con el banco y el fondo de reservas es una señal de que estos países consideran a los BRICS como un grupo importante que vale la pena mantener para el futuro, y cuyas instituciones comunes tienen que ser consideradas como alternativas a los organismos financieros internacionales hasta ahora existentes», destacó a REFORMA Oliver Stuenkel, profesor de Relaciones Internaciones de la Fundación Getulio Vargas, y uno de los máximos expertos sobre los BRICS en Brasil.
En una conferencia de prensa que brindó la semana pasada en Río de Janeiro sobre la próxima cumbre, el subsecretario político de la Cancillería brasileña, José Alfredo Graça Lima, consideró que es una exageración hablar de un nuevo Bretton Woods, pero admitió que la comparación no era absurda.
Resaltó que las instituciones de los BRICS surgen por la insatisfacción de estas potencias emergentes ante el estado actual de la arquitectura financiera mundial, pero que no pretenden acabar con ella.
«Su creación es una respuesta a la falta de acuerdos para democratizar el Banco Mundial y el FMI, pero no sólo eso. Es también una demostración de la capacidad de los BRICS, que no dependen de los grandes organismos multilaterales», dijo el diplomático brasileño.
Desde que en 2011 se aprobó la reforma del Banco Mundial, los cinco BRICS han reafirmado la necesidad de implementar esos cambios, que aún no han sido ratificados por el Congreso de Estados Unidos.
En distintos niveles, también han criticado la influencia que Estados Unidos y la Unión Europea tienen en la toma de decisiones de los organismos financieros internacionales.
Con su propio banco de desarrollo y su fondo de reservas, los BRICS pretenden asimismo reducir el peso que el dólar estadounidense tiene en las transacciones internacionales.
«El dólar aún es muy dominante, pero estas estructuras pueden viabilizar el ascenso del yuan en la economía internacional y aumentar la influencia china en los países BRICS», apuntó Stuenkel.
Así como tras la cumbre del año pasado en Durban, los líderes de los BRICS mantuvieron un encuentro con mandatarios de toda África, esta vez, los cinco dignatarios se trasladarán mañana a Brasilia para reunirse con presidentes sudamericanos congregados en Unasur y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
«Los BRICS ya tienen una influencia muy fuerte en África y están ampliándola en América Latina, que es una región muy importante para el futuro, por sus riquezas naturales y su creciente mercado de consumo», resaltó Stuenkel.