A 21 días de la muerte de Alberto Tehuatlie, Moreno Valle, torpe y desesperado, sigue buscando chivo expiatorio

Cirilo Ramos
Sapiens 2.0
Intolerancia

El morenovallismo continúa en la búsqueda del chivo expiatorio perfecto que lo exonere políticamente de la brutal represión y violación de los derechos humanos de los habitantes de San Bernardino Chalchihuapan.

Para su desgracia, 20 días después del torpe desalojo de la Atlixcáyotl, no ha podido encontrarlo y sus dardos se siguen desgastando en detrimento de su abollada imagen.

El montaje mediático —incluido el hashtag #cohetón— de ayer sólo sirvió para acelerar la polarización ya existente, con saldo negativo para el morenovallismo, que no logra limpiar su imagen y provoca desde el encono social hasta la burla tuitera.

La historia de ayer fue la misma: La muerte del menor de 13 años fue consecuencia de un cohetón.

En lenguaje mucho más rebuscado: “Una lesión como la descrita, se determinó, es consecuente con la acción de una onda expansiva producida por un artefacto explosivo”.

El sustento: “98 dictámenes periciales hasta el momento, en diferentes especialidades e instituciones, entre ellos en: Medicina Forense, Criminalística, Química Forense, Topografía, Arquitectura, Fotografía y Video, Balística, Informática, Análisis de Voz, Comportamiento Psico-delictivo, Criminología, Físico-matemáticas, Genética, Explosivos e Infografía”.

La recreación: “doce especialistas de la Coordinación de Criminalística y División Científica de la Policía Federal, quienes dictaminaron en las siguientes materias: Infografía forense, Análisis del discurso psico-delictivo, Química Forense, Explosivos, Microscopia electrónica, Genética, Análisis de Voz, Cinética y cronometría y Criminalística”.

Todos estos son utilizados para echar por tierra el uso de balas de goma y exculpar a los policías del menor.

La novedad de esta historia es que el morenovallismo, 21 días después de la represión, evita criminalizar a los habitantes. Y culpa a un tercero en discordia: un grupo de choque que se coló entre pobladores y granaderos, originando dos confrontaciones violentas.

Hasta ahí la historia marketinera tenía sentido.

Pero dos puntos le restaron valor:

1.- La inexistencia del dictamen de la Procuraduría General de la República, que fue solicitada por el propio gobernador.

2.- La Procuraduría General de Justicia sustentó sus argumentos para exculpar a los elementos a cargo de la Secretaría de Seguridad Pública de la muerte del menor Tehuatlie Tamayo, con un estudio técnico-científico realizado por la división Científica de la Policía Federal, organismo que conformó y estuvo a cargo de Facundo Rosas Rosas, cuando fungía como comisionado general de la Policía Federal, cargo que tuvo desde junio de ese mismo año hasta el 2012.

La declaración oficial provocó en mediósfera una verdadera batalla campal. Los tuitstars posicionaron rápidamente el hashtag “cohetón”, ayer al mediodía. No duró mucho el golpe, porque personalidades del medio político, intelectuales y periodistas hicieron escarnio de la historia oficial.

Así, el morenovallismo sigue en búsqueda del chivo expiatorio perfecto que limpie su abollada imagen.

Fuente

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