Adán García
Reforma
Morelia, México (15 septiembre 2014).- A seis años de los atentados con granadas en el centro de Morelia, sobrevivientes de aquella noche de 2008, narraron lo vivido y exigieron justicia.
«Duele mucho recordar cómo estábamos, tirados y sangrando», relató hoy José Ángel López, un carpintero que había acudido con su esposa e hijos a la conmemoración.
«Traigo un clavo en la pierna izquierda, fue quebradura. Ahí me operaron. Ahora uso una plantilla de dos centímetros, que es de por vida. El día que me la quitan cojeo mucho. Uso el bastón, no debo de soltarlo porque después sigue (la lesión hacía) la cadera».
Este obrero vive con esquirlas en su cuerpo y el recuerdo de aquella trágica noche, que dejó ocho muertos y cerca de 140 heridos, todos civiles que habían acudido al festejo.
«Traigo esquirlas en la planta de los pies, entonces al pisar una piedra hasta me hace gritar. El doctor dice que se pueden operar, pero me van a lastimar tendones y eso me puede dejar en silla de ruedas», comentó.
Guadalupe Hernández Arreola, quien se dedicaba al comercio, también vive con fragmentos de granada bajo su piel, al igual que su esposo y su hijo.
«Hubo lesiones en las piernas. Como está el metal ahí, como están las esquirlas ahí, se inflaman los pies, duelen. Hace frío y duele demasiado», comentó en entrevista.
Para los afectados, el atentado de aquél 15 de septiembre de 2008 sigue impune.
«Si las víctimas hubiesen sido del gobierno hubieran investigado y llegado al fondo, pero como las víctimas fueron gente del pueblo, no resuelven», acusó Hernández Arreola.
Tanto Hernández como López quedaron en la zona de impacto de la primera de dos granadas que estallaron esa noche entre los asistentes.
Habían llegado hasta ese punto de la plaza Melchor Ocampo para tener una mejor visión del Palacio de Gobierno, que queda a unos pasos y donde el entonces Gobernador Leonel Godoy se alistaba para el tradicional repique de campanas desde el balcón central.
«Me tocó estar en el lugar equivocado ese día, no hay vuelta de hoja», expresó hoy Hernández.
Los afectados exigieron a las autoridades convertir a vitalicias las pensiones temporales que hoy reciben como ayuda gubernamental por la tragedia. Advirtieron que las heridas de muchos de ellos son de por vida y que les impiden trabajar con normalidad.
«Esperamos que el Gobernador y los diputados nos echen la mano porque tenemos miedo de que un día nos la retiren», aseveró López, el carpintero al que las granadas casi le amputan su pierna.