El descabellado proyecto chino en Cabo Pulmo provocaría severos problemas ambientales y sociales

Iván Restrepo
La Jornada

En un reportaje de Sonia Corona publicado en la edición de El País, el pasado 17 de mayo, se asegura que los inversionistas chinos que tienen el proyecto de construir en Cabo Pulmo un megacentro turístico, enviaron una carta a Peña Nieto y a otros altos funcionarios de su administración para solicitarles su respaldo. De igual forma, que el asunto fue tratado con las autoridades de ese país durante la visita que realizó el mandatario a China en febrero pasado. En la carta a Peña Nieto los representantes legales de la compañía le informan sobre los alcances del Cabo Dorado y le solicitan su apoyo para concretarlo con éxito. E insisten en su importancia para la relación entre ambas naciones.

Como en varias ocasiones hemos afirmado aquí, al igual que lo ha hecho nuestro diario puntualmente, se trata de uno de los proyectos hoteleros más descabellados que se recuerde en Baja California Sur, pues ocasionaría severos problemas ambientales y sociales.

Ese Cabo Dorado tuvo un primer intento de aprobación durante el sexenio del becario de Harvard, despertando la protesta nacional e internacional de centros de investigación, calificados especialistas y grupos ciudadanos de dicha entidad y el resto del país. Se llamaba entonces Cabo Cortés y se extendía sobre más de 3 mil hectáreas. El becario tuvo que suspenderlo para no pasar a la historia como un depredador de altos vuelos. De hacerse realidad ahora afectará al Parque Nacional Cabo Pulmo, que goza de excelente salud ambiental y es orgullo de propios y extraños por los logros obtenidos en la conservación de los recursos naturales, en especial los marinos.

El citado megacentro contempla, entre otras cosas, la edificación de un complejo hotelero con más de 20 mil habitaciones y los servicios y comercios que demandarían quienes vivan allí o lo visiten durante el año. Entre otros, dos campos de golf, una aeropista, una planta de tratamiento de aguas residuales, un centro universitario y otro deportivo. La empresa que aparece formalmente como impulsora de este nuevo centro de población y servicios que llegaría a tener cerca de medio millón de habitantes, la conforman la china Beijing Sansong y el grupo estadunidense Glorious Earth. Los inversores han gastado miles de pesos en desplegados para buscar convencer a la opinión púbica de las bondades de Cabo Dorado. Aseguran que no representa riesgo alguno para el medio ambiente de la región y la sociedad local. Se trata de una inversión de 3 mil 600 millones de dólares que permitiría la creación de más de 16 mil empleos y sería la punta de lanza de China para aprovechar la península en el campo del turismo. Según datos oficiales, cada año viajan por el mundo más de 100 millones de chinos. Parte de ellos llegarían a un enclave a gusto de ellos: Cabo Dorado, y a dos complejos turísticos más de gran alcance: El Anhelo y Marina Azul, igualmente depredadores.

La reportera de El País sostiene que existe en la Secretaría de Economía “un importante interés por parte del gobierno mexicano para que la empresa china invierta en el proyecto”. Esta dependencia federal parece especializada en ignorar lo que ocurre en torno a proyectos en los que de alguna forma tiene injerencia. Expusimos aquí hace poco cómo afirmaron no saber nada de otro megaproyecto chino en México: Dragón Mart, en Puerto Morelos, Quintana Roo, el cual altera por completo la fisonomía, el ritmo de vida y el medio ambiente de esa comunidad. En el caso de Cabo Dorado, ignora los reparos que parece tener la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales por los efectos negativos que ocasionaría a la formación de coral más importante del Pacífico mexicano y a un recurso básico para varias comunidades de Baja California Sur: el agua.

Nadie se opone a las buenas relaciones comerciales entre China y México, a las inversiones que beneficien a ambos países. Pero en ningún caso a costa de la naturaleza. Menos deben aceptarse presiones del gigante asiático en diversos proyectos so pretexto de la “buena colaboración entre los dos gobiernos”. Esa buena colaboración debe expresarse en garantizar la calidad de vida de la población y el cuidado del medio ambiente.

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