El municipio de Iguala, «ESTÁ REPLETO DE MUERTOS»: pobladores; policías son cómplices

Benito Jiménez
Reforma

Iguala, MéxicoIguala, México (16 octubre 2014).- (16 octubre 2014).- Este Municipio se rodeó con el tiempo de un cementerio clandestino.

El movimiento del crimen organizado y policías coludidos fueron detectados desde meses atrás por vecinos de las colonias que rodean el Cerro de Las Parotas o el Cerro Gordo, al noreste de Iguala.

De acuerdo con sus testimonios, desde sus casas, agazapados, los veían «subir y bajar».

«Nunca lo denunciamos. ¿A quién, a la Policía? Si era la que subía al cerro, quién sabe qué llevaban en la camioneta, pero no iban a vigilar, si hasta iban acompañados de otros vehículos particulares, de lujo», dijo una vecina de la Colonia Jardín Campestre 1, paso obligado al cerro.

Una treintena de policías de Iguala son investigados por la PGR, junto con otros 25 de Cocula, por nexos con el crimen organizado y la desaparición de 43 normalistas de Ayotzinapa.

El 26 de septiembre los comercios bajaron sus cortinas y los igualtecos se escondieron en sus casas tras el ataque, en distintas partes de la ciudad, de policías contra los jóvenes. La violencia dejó seis muertos.

Elementos de la Policía Federal, afuera del abandonado Cuartel de la Policía Municipal, indicaron que en la ciudad opera la organización Guerreros Unidos, y que una de sus principales actividades es la «eliminación» de rivales, de personas secuestradas que no pagan por su liberación y de personas «incómodas» a sus operaciones delictivas.

«Las fosas son lo más sencillo para ellos para desaparecer los cadáveres, y qué otro lugar más que ese cerro (Las Parotas)», afirmó un agente.

«El cerro está repleto de muertos», señaló una mujer en la Colonia Torres San Andrés, el paso para llegar a las primeras cinco fosas halladas, el 4 de octubre, de donde las autoridades exhumaron 28 cadáveres.

«En toda esa loma han venido a aventar gente», dijo su vecino, quien señaló hacia los huecos del cerro.

La ruta es una carretera rural que parte desde el periférico de Iguala, a la altura de la Colonia Villa Guadalupe.

También se cruza por las colonias Campestre 2, Campestre 3, hasta Pueblo Viejo, donde ya no es posible avanzar en vehículo.

Ayer, tres elementos de la Policía Federal hicieron guardia en ese punto.

A pie, se requiere avanzar por la brecha al menos dos kilómetros para localizar las primeras cinco fosas.

«Más adelante hay más, las otras cuatro», refirió uno de los federales en Pueblo Viejo.
El olor aún es penetrante.

Las personas enterradas en las cinco fosas tuvieron que caminar antes de ser ejecutadas, suponen policías ministeriales, que también hacen guardia, antes de entrar a la brecha.

«Cargar a personas muertas hasta allá es imposible, a fuerza las víctimas que han traído hasta este cerro han tenido que caminar hasta su propia fosa», indicó uno de los funcionarios estatales.

Las primeras cinco fosas encontradas tienen en promedio un metro y medio a los lados, y dos metros de profundidad.

«Hay de varios tamaños, en la más grande, fácil caben 15 cuerpos», estimó el ministerial.

En esa a la que se refiere el investigador, aún es visible cabello humano.

A unos metros de las fosas, las autoridades localizaron cobijas y botellas vacías de refresco, agua y cerveza, así como platos de unicel, con rastros de alimento.

Los que excavaron la tierra para hacer las fosas pernoctaron en Las Parotas. Aquí comieron y bebieron mientras realizaron el trabajo, que incluyó «sepultar» los cadáveres, añadió el policía investigador.

Al cerro también se puede llegar por brechas por la Colonia Altamirano y la Barranca del Tigre, y pequeños poblados como Loma de Zapatero y Juan R. Escudero, así como parajes conocidos como La Ceiba y San Miguel, donde comuneros de la UPOEG localizaron seis fosas más.

Los pobladores aseguran que vehículos oficiales subían con «gente» y bajaban sin ella.

«Oíamos balacera y mi cuñada me decía, ‘habla a la Policía’, y yo le decía que para qué, si era la misma Policía la que subía al cerro», dijo una vecina de la Colonia Altamirano.

Los comuneros tienen programada otra búsqueda por el cerro para hoy jueves.

«Nos hacen falta palas, ayuda, colaboración de las autoridades, cada quien está buscando por su lado, es un desmadre», se quejó Elías, uno de los ejidatarios que participan en las tareas de búsqueda de los 43 normalistas.

La Gendarmería tiene programado el arribo de un centenar de caballos y vehículos todoterreno para reforzar la búsqueda.

«Es una prioridad para nosotros también (la localización), pero hay zonas donde de plano no es posible entrar con los equipos, tiene muchos recovecos ese cerro», lamentó un federal, de los casi 900 que se encuentran en Iguala.

La búsqueda se extendió a Cocula, una parte de cuyos 25 policías declararon a la PGR que recibieron de los uniformados de Iguala a los normalistas, para «entregarlos» al grupo criminal Guerreros Unidos.

A la par, la milicia realiza tareas de inteligencia para dar con el Alcalde de Iguala, José Luis Abarca, cuyo paradero tampoco se conoce.

«Todo mundo busca y nadie encuentra, sólo fosas, pero con otros muertos, se va destapando la cloaca, la impunidad», lamentó un estudiante del Conalep de Iguala, que se hizo voluntario para localizar a los normalistas a 19 días de su desaparición.

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