La renuncia de Peña Nieto NO servirá de nada si no lo corre el PUEBLO ORGANIZADO Y EN REBELIÓN

“Todo para nosotros y nada para los demás, parece, en todas las etapas del mundo, ser la vil máxima de los amos de la humanidad”.

-Adam Smith, The Wealth of Nations, 1776.

La Vil Máxima

Por Comandante Haza
(@Poesia_Y_Versos)

El gran mito de El Álamo es uno de los sucesos más simbólicos y, dícese, una de las piedras angulares de identidad para nuestros vecinos del norte.

Pero el gran mito viene siendo más bien un suceso sin gran importancia, convertido en leyenda por el bando colonialista para ocultar los verdaderos motivos y justificar la invasión y el arrebato de nuestro territorio.

La “independencia” de Texas fue, en esencia, victoria de un partido esclavista e invasor, un monumento a la esclavitud.

Pues el principal punto de la “independencia” de Texas fue legalizar la esclavitud (prohibida en México). Los anglosajones construían sus fortunas explotando de manera infrahumana.

A esto se le debe de sumar la codicia expansionista del, aún cocinándose, imperio estadounidense, la especulación de las grandes empresas estadounidenses en Texas y el, claro, recio sentido de supremacía racial.

Decía la primera “constitución” de Texas: “Todas las personas de color que fueron esclavos de por vida antes de su emigración a Texas, y que ahora están en servidumbre vitalicia, continuarán en el mismo estado de servidumbre […] El Congreso no aprobará leyes que prohíban que emigrantes de Estados Unidos de América traigan consigo a sus esclavos a la República […] No tendrá el Congreso el poder de emancipar esclavos, ni se permitirá a ningún dueño de esclavos que emancipe a sus esclavos…”.

Sin embargo, la falsa y totalmente parcial historia de El Álamo, muy a tono imperialista, y muy común de los EUA, se enseña melosamente en las escuelas, donde lamentan la pérdida de vidas de blancos esclavizadores convertidos por el mito en “héroes de la libertad y la democracia” -¿la “libertad” de poseer esclavos?, ¿la “democracia” de los burgueses?-, y se transmite constantemente en unas de las herramientas más exitosas de manipulación masiva: el cine y la televisión.

Y el público vitoreó, por ejemplo, a John Wayne interpretando como héroe al estafador y famosamente holgazán, Davy Crockett, en la pantalla grande.

No importa para el modo imperialista en su vil máxima que gran parte de los “héroes de la independencia” texana no sólo fueran esclavistas sino traficantes ilegales de esclavos o que de los 58 firmantes de la “declaración de independencia” de Texas sólo habían 2 texanos y un yucateco –que sería como si 55 extranjeros y 3 estadounidenses firmaran una “declaración de independencia” de Nueva York- o que después de su “independencia” los esclavos que pelearon con ellos volvieron a la esclavitud o que los mexicanos, que ayudaron o no, perdieron sus tierras y fueron perseguidos o que los pueblos indígenas sufrieron un genocidio o que Texas se convirtió en una cruel colonia esclavista.

Asimismo las palabras del entonces ex-presidente y miembro del Congreso de EUA, John Quincy Adams, quedaron en el olvido: “Una guerra, lamento decirlo […] estimulada por provocaciones de nuestra parte desde el mismo inicio […] una guerra para el restablecimiento de la esclavitud donde esta había sido abolida […] y se ha hecho todo posible esfuerzo para mantenernos dentro de ella, del lado del esclavismo”.

Al poco tiempo de la “independencia” de Texas sucedió la intervención estadounidense en México, que fue una nueva invasión y terminó con más robo de nuestro territorio; el cual fue como si invadieran tu casa para robarte, obligándote, a punta de pistola y torturas, a vender lo codiciado por 1 peso, y te descontaran varios centavos por costos de robo.

“Me despertó una enconada oposición a la medida, y hasta la fecha, considero la guerra de Estados Unidos contra México como una de las más injustas que jamás haya librado una nación fuerte contra una más débil”.

–Ulysses S. Grant, 18° presidente de los EUA.

Hoy en día el ultranacionalista, sensacionalista y supremacista candidato a la presidencia de los EUA, Donald Trump, quiere construir un muro –ya hay uno- más alto y fortificado en el límite del territorio mexicano y el territorio mexicano hurtado por EUA, y que los mismos mexicanos lo paguen.

El escritor Sergio Fernández equiparó y describió a Enrique Peña Nieto como un “moderno Antonio López de Santa Anna” después de que el usurpador de la presidencia invitara a México al xenófobo Donald Trump.

Pero tal descripción a uno no le parece del todo exacta. Santa Anna mínimamente trató, de manera inepta y estúpida, acabar con la rebelión de invasores extranjeros en Texas; fue detenido y terminó traicionando a la nación. Peña Nieto, en cambio, es un títere en sí que por mando abre las puertas al neocolonialismo, cede terreno y riquezas nacionales a transnacionales, y lo presume.

En la década de 1920, William Randolph Hearst, vil explotador y padre del amarillismo, impulsaba una campaña injerencista en su cadena de periódicos. En ella proponía que un ciudadano estadounidense ocupara la presidencia de México, con el pretexto –siempre hay- de así terminar con la Revolución Mexicana, que afectaba los intereses de las petroleras y demás transnacionales estadounidenses.

A motivo de eso, en 1924, Robert Lansing, exsecretario de Estado de los EUA, le escribió una carta a Hearst:

“México es un país extraordinario, fácil de dominar porque basta con controlar a un solo hombre: el presidente.

“Debemos abandonar la idea de instalar un ciudadano estadounidense en la presidencia mexicana, ya que eso nos llevaría, una vez más, a la guerra. La solución requiere más tiempo: debemos abrir las puertas de nuestras universidades a jóvenes, ambiciosos mexicanos y hacer el esfuerzo de educarlos en el estilo de vida estadounidense, en nuestros valores, y en respeto al liderazgo de los Estados Unidos. México necesitará administradores competentes, y al tiempo, estas personas jóvenes llegarán a ocupar posiciones importantes y eventualmente tomarán posesión de la presidencia misma. Y sin que los Estados Unidos tengan que pagar un solo centavo o disparar una sola bala, harán lo que queramos, y lo harán mejor y más radicalmente que lo que nosotros mismos podríamos haberlo hecho”.

Y así ha pasado.

La presidencia lleva décadas subyugada y se ha convertido en un obsceno y patético comercial de la burguesía.

“Les puedo decir, que el presidente de la República toma Coca-Cola todos los días”.

-Enrique Peña Nieto en la inauguración de un programa de la generadora de diabetes, Coca-Cola, para “combatir la obesidad”.

Económica y políticamente, México sirve al neoliberalismo, el sistema parásito de enferma acumulación de riqueza y poder, a nivel global, en unas cuantas manos.

Esa es la verdadera “globalización” de la que habla Enrique Peña Nieto cuando al mismo tiempo su desgobierno persigue, caza y asesina migrantes centroamericanos por órdenes de EUA.

Vivimos globalmente una desigualdad que no tiene precedentes en la historia contemporánea.

En 2015, 62 personas poseían más riqueza que la mitad de la población mundial (en 2010 eran 388 personas).

En sólo 5 años la riqueza de esas 62 personas incrementó en un 45%, cuando la riqueza de la mitad de la población mundial se redujo en 38%.

Desde el inicio del siglo XXI, la mitad de la población mundial sólo ha recibido el 1% de incremento de la riqueza mundial, mientras que el 1% más rico de la población mundial ha acumulado el 50% de esa nueva riqueza.

Y la tendencia continúa y el neoliberalismo se ha asentado.

Ya no es necesario viajar a EUA para ser adoctrinado; la hidra neoliberal se formuló y extendió. Las escuelas adoctrinadoras de la burguesía, como la escuela donde Peña Nieto estudió y plagió su tesis, que es asimismo de la prelatura católico-burguesa del famosamente clasista Opus Dei, ya se encuentran en todas partes.

El mismo gobierno de los EUA, uno de los principales impulsores del neoliberalismo y que permanece inventando pretextos como el de “libertad” y “democracia” para establecer globalmente su hegemonía, está subyugado a este agresivo sistema burgués. Sus elecciones son financiadas por intereses privados; sus políticos, de por sí ya adoctrinados, una vez en el poder legislan como pago a favor de la burguesía; las nuevas legislaciones desregulatorias acrecientan la riqueza de la burguesía; y el ciclo vicioso permanece. El cabildeo, con los llamados lobbyists, es decir, el soborno de políticos, es legal en los EUA. Su “democracia” es uno más de sus mitos; sus ciudadanos son manipulados con una dotación diaria muy al estilo del imperio romano: pan y circo, o consumismo y televisión.

La sanguinaria genocida, y amenaza para el mundo entero, Hillary Clinton o el carismático genocida, mayor traficante de armas desde la Segunda Guerra Mundial y actual presidente de los EUA, Barack Obama, son ejemplos de títeres políticos, lacayos de la burguesía.

Pues ¿qué político justo dejaría impune y pagaría, con el dinero del pueblo, la deuda de los mismos delincuentes que causaron una crisis financiera a nivel global?

Hay que entender que este problema sistémico va más allá de las imposiciones de gobiernos hegemónicos, más allá del FMI, el BM o la OCDE, más allá del presidencialismo: esas son herramientas que utilizan los amos de la humanidad para establecer su dominio.

Por ejemplo, el magnate filantrocapitalista, George Soros, una de las 30 personas más ricas del mundo, fue uno de los máximos responsables en establecer un gobierno golpista y neofascista en Ucrania, utilizando la máscara de sus ONG, organizaciones “filantrópicas” como la Open Society, que se dedican a provocar o inmiscuirse en movimientos sociales y desviarlos para intereses propios. Así, George Soros se dedica a destruir, controlar la opinión pública, comprar a políticos como Hillary Clinton y causar caos global para ganancia propia.

El acto rastrero, infame y malinchista de recibir en Los Pinos al brote irracional y supremacista surgido de la decadencia de EUA, como el brote fascista que surgió de la Gran Depresión, Donald Trump, no fue para defender a los mexicanos sino para apelar por los intereses de la burguesía nacional y los intereses que tiene la burguesía estadounidense en México.

La renuncia de Luis Videgaray después del arrodillamiento infame, sólo es consecuencia de no haber podido convencer al asqueroso Donald Trump, y es una cortina de humo, usada comúnmente en la política, para mantener apariencias. Así como fue, en un patético show, la renuncia de Emilio Chuayffet después de la masacre de Acteal, para proteger al funcionario más responsable de la matanza: Ernesto Zedillo.

El segundo usurpador consecutivo de la presidencia mexicana, Enrique Peña Nieto, no es la mano que mece la cuna sino un semianalfabeta de Atlacomulco, preparado y domesticado en la perversidad y corrupción para ser impuesto en la presidencia y servir intereses burgueses.

El desgobierno criminal del asesino de Atenco, Enrique Peña Nieto, ha sido sumamente violento en su intento, y logro, de imponer un fuerte avance neoliberal en el país. Sin embargo, dado a su agresividad, ha sido absolutamente descarado y torpe, dejando en obviedad la corrupción, impunidad, los Crímenes de Estado, el servilismo a la burguesía y el sistema antisocial de su desgobierno, al punto que actualmente vive en la infamia nacional e internacional y la burguesía ya no lo encuentra útil puesto que su torpeza desenmascara la simulación con la que se protegen y pone en riesgo a que surja un movimiento social que detenga y de revés al avance neoliberal, es decir, a sus intereses explotadores.

Debe dejarse en claro que vivimos en una situación de alto riesgo.

La renuncia de Peña Nieto serviría de nada si esta no es forzada por las manos unidas del pueblo, es decir, si no lo corre el pueblo en rebelión pacífica.

El “Congreso” mismo está corrompido y se encargara de poner a otro títere.

Detrás de Peña Nieto hay reemplazos que alimentarían la simulación de un “cambio” y seguirían la misma línea política neoliberal bélica o, en otras palabras, se crearía un mito más que oculte el verdadero motivo de ayudar a que la burguesía amase fortunas sin precedentes, adueñándose del patrimonio del pueblo.

Tampoco, lamento decirlo, sirve la nueva visión de amnistía y paternalismo tomada por Andrés Manuel López Obrador.

La justicia no es venganza, el olvido no sana heridas sino que le deja la puerta abierta a la repetición. Sin memoria no hay experiencia, sin experiencia no hay sabiduría.

Y así como él mismo dice que la corrupción se barre como las escaleras, de arriba para abajo, ¿acaso no se barre así la injusticia?

¿Acaso la impunidad prometida a los asesinos y saqueadores no es un insulto más a los ciudadanos, a los familiares de víctimas y a las mismas víctimas del genocidio que seguimos sufriendo?

No existe cambio proponiendo limar los dientes de un hocico que irremediablemente volverá a morder.

No hay cambio sin una profunda metamorfosis política, económica y social.

Como pueblo hay que combatir la indiferencia, la apatía y el nihilismo de la cultura individualista, nacida del mismo sistema corrupto que se favorece de la inacción.

Y ¿qué hacer? Divulguemos, concienticémonos, organicémonos como pueblo mismo, rebelémonos de manera no violenta para obligar a renunciar al usurpador Enrique Peña Nieto, pongamos en efecto el artículo 136 constitucional, convoquemos elecciones extraordinarias y un Congreso Constituyente, protejámonos y reestructuremos para acabar con el cancerígeno sistema neoliberal en el país y acabar con los amos de la humanidad.

Debemos actuar, y podemos cambiar no sólo el rumbo de este país sino el rumbo del mundo.

Comandante Haza. México, 14 de septiembre 2016.
(@Poesia_Y_Versos)

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