Los veteranos de guerra que sirvieron a Estados Unidos y ahora son deportados a México, no tienen a donde ir

Ana Langner
El Economista

Si bien, en la última década, un número importante de soldados del Ejército estadounidense han sido deportados a México, el país no cuenta con los programas necesarios para ayudar a integrar a estas personas y el gobierno de Estados Unidos no se ha hecho responsable. Ello los deja discriminados en ambos lados de la frontera al quedarse sin patria, exhibieron especialistas en una reunión del Colegio de la Frontera Norte (Colef).

Griselda San Martin, de la Universidad de Colorado y quien desde hace dos años encabeza una investigación independiente sobre veteranos, expuso que las historias de estos individuos evidencian la problemática de los niños mexicanos crecidos “al otro lado” de la frontera de su país, que se enrolaron en el Ejército estadounidense y que tras haber combatido en guerras, son deportados

Estos individuos, explicó, tienen un estatus de residente permanente y su Green Card. Han vivido la mayor parte de su vida en Estados Unidos, por lo que socialmente son de este país. Por diferentes motivos, entre ellos la obtención de la ciudadanía, se enlistan en el ejército y al término del servicio militar se encuentran con dificultades para adaptarse a la vida civil, pueden cometer un delito —conducta altamente asociada al estrés pos traumático— y ser deportados.

Explicó que en 1996 hubo modificaciones a las leyes estadounidenses, por las que se amplió la lista de delitos que son causa de deportación. Hoy en día, el crimen no tiene que ser grave para que se sea sujeto a proceso de deportación.

Asimismo, detalló que la legislación limitó la capacidad del juez migratorio, quien podía considerar los lazos familiares en Estados Unidos para echar atrás el proceso de retorno, sin embargo, hoy día, “son simples jueces administrativos”.

La especialista explicó que muchos de los latinos residentes se enlistan porque tienen la creencia de que automáticamente serán ciudadanos, no obstante, si bien se reducen los requisitos del proceso, la ciudadanía no es automática. Actualmente, dijo, hay unos 30,000 residentes no ciudadanos enrolados en el Ejército.

Desde que un individuo entra al Ejército de EU, es sometido a un entrenamiento físico y psicológico muy riguroso; tras el servicio militar, la adaptación a la vida civil es complicada, más aún si estuvieron en zona de guerra, y sufren las secuelas de los traumas.

Existe una tendencia entre los soldados de uso de drogas y alcohol, para evadir la tensión continua, expuso. “Muchas veces sienten una amenaza constante y reaccionan de forma violenta. Esto provoca que cometan algún delito”, por el cual son deportados.

“Estados Unidos no se hace responsable; siempre dice que ellos cuidan a sus veteranos y hay un respeto y admiración hacia ellos, pero parece ser que si no nacieron en Estados Unidos, la situación es un poco diferente. Y en México, parece ser que no hay programas que atiendan y ayuden a este perfil de deportado a asimilar”, refirió Griselda San Martin.

Gabriel Pérez Duperou, del área de Desarrollo Regional del Colef, expuso que los migrantes al no ser ciudadanos son excluidos de los derechos que la nación dicta en la Constitución y, a pesar de que los militares deportados se enlistaron en las fuerzas armadas se le negó ésta, “en donde cualquier persona que tenga la más mínima falla es excluido”.

El fundador del Colef y ex relator especial de la Organización de las Naciones Unidas para los derechos humanos de los migrantes, Jorge Bustamante, expuso que en México, por el simple hecho de habitar en este país, los derechos humanos de estos ex soldados deben ser garantizados; ello está establecido en el Artículo 1° de la Constitución Política.

Alex Murillo, de Veteranos sin Fronteras, y quien vive en Rosarito, relató que al sacar al soldado americano se separan familias: “Tenemos que empezar a pensar como gente, como pueblo, cuántas familias tenemos separadas ya”.

Veterano del ejercito de Estados Unidos

REGRESÓ A MÉXICO DE PARACAIDISTA Y SIN FAMILIA

En 18 años, un promedio de 30,000 veteranos han sido deportados a diversos países del mundo, en particular a México, estimó Héctor Barajas, de la Casa de Apoyo Veteranos Deportados y quien vive en la zona centro de Tijuana, Baja California.

Luego de que en 1996 las leyes de EU ampliaran la lista de delitos que son causa de deportación, el número de veteranos que tienen la residencia estadounidense, pero no son ciudadanos, ha presentado un constante aumento, dijo en entrevista telefónica luego de participar en el seminario “Veteranos deportados: soldados sin patria”, organizado por el Colegio de la Frontera Norte (Colef).

Barajas detalló que, con base en estimaciones propias, entre 3,000 y 72,0000 veteranos han sido regresados a sus países a partir de 1996. Ello al tomar en cuenta que al menos un veterano es deportado al año por cada uno de los más 250 centros de detención que se encargan de este tipo de procesos. De tomar en consideración la cifra más alta presentada en un año por un centro, la cual fue de 17 retornados, el número total asciende a 72,000, por lo que en promedio Barajas estima que 30,000 exsoldados han regresado a sus naciones.

Héctor Barajas, quien hoy se dedica a reunir a los veteranos cuando son deportados, regresó a México en el 2004 por el delito de disparo con arma a vehículo, en ese entonces nadie lo recibió. “Me tocó vivir en el bordo sin ningún tipo de apoyo (…) Muchos de los deportados no tienen apoyo de su país de origen. Lo que se deja atrás son familiares”, dijo.

El ex paracaidista del Ejército de EU de 1995 al 2001 refirió que tienen registrados 19 países a los que son regresados los soldados, México encabeza la lista. La mayor parte de ellos radica en los estados cercanos a la frontera, ello, dijo, se debe a que luchan por regresar a EU y porque las comunidades del norte de México se parecen más en costumbres a las de ese país.

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