México, 2 de febrero 2017 (NOTIGODÍNEZ).- El régimen usurpador del asesino de Atenco, Enrique Peña Nieto, importó el año pasado 505 mil barriles diarios de gasolina, la cifra más alta de los últimos cinco años.
De acuerdo con el portal Sinembargo, en 2016 se registró un incremento del 18 por ciento en la cantidad de gasolina comprada al extranjero, respecto de los 427 mil barriles diarios de gasolina que se importaron en 2015.
La importación de gasolina en un país petrolero —caso de México— es un absurdo demencial. Lejos de invertir en el desarrollo de refinerías para producir combustibles a bajo costo para consumo interno, los regímenes usurpadores actual y anteriores se han dedicado exactamente a lo contrario: desmantelar la industria petrolera nacional que por décadas fue la palanca del poco desarrollo del país, con el fin de enriquecer a las empresas trasnacionales exportadoras y sus socios priistas.
De hecho, la llamada «empresa productiva del Estado», Petróleos Mexicanos (Pemex), ha bajado drásticamente su producción de crudo, golpeada principalmente por los recortes presupuestales aplicados desde el régimen peñista, que hasta el momento ascienden a más de 100 MIL MILLONES DE PESOS. Así, Peña intensifica la campaña impulsada por sus antecesores de «secar a la gallina de los huevos de oro».
Citando cifras de la otrora paraestatal, Sinembargo detalló que Pemex tuvo una producción de 2 mil 154 millones de barriles por día (bpd), 5 por ciento menos que en 2015.
Si bien las exportaciones de crudo registaron un incremento de 2 por ciento respecto de 2015, con mil 194 bdp, el precio de la mezcla mexicana de exportación promedió en 35.63 dólares por barril durante 2016, ocho dólares por debajo de los 43.12 dólares de 2015.
Por cuanto a la venta de petrolíferos, ésta se desplomo 27 por ciento el año pasado con un monto de mil 895 millones de dólares, mientras que la de petroquímicos, que es la de menor proporción dentro de la balanza comercial de Pemex, pasó de 63.5 a sólo 20.5 millones de dólares el año pasado.
Lo anterior deriva del cierre indiscriminado de plantas por «falta de recursos», como ocurrió en octubre pasado en la refinería Antonio M. Amor (Riama) en Salamanca, Guanajuato, seguido del desmantelamiento del Complejo Petroquímo Morelos un més después.
Con información de Sinembargo