México, 16 de septiembre 2016 (NOTIGODÍNEZ).- La primera acción del priista Luis Enrique Miranda Nava al frente de la «Secretaría de Desarrollo Social» (Sedesol), fue obligar con amenazas a trabajadores y beneficiarios de varios programas federales para que se dejaran acarrear a la «ceremonia del grito de Independencia», protagonizada ayer por el repudiado sujeto que usurpa la presidencia de este país.
Miranda Nava es conocido desde que colaboraba con Peña en el desgobierno del Estado de México, destacándose por operar la «política» sucia del asesino de Atenco.
De acuerdo con el diario Reforma, beneficiarios de Sedesol en Tlaxcala denunciaron que fueron movilizados desde sus comunidades hasta la Ciudad de México, bajo la amenaza de perder los apoyos si no acudían a «apoyar al [usurpador] Enrique Peña Nieto».
Asimismo, trabajadores del programa Prospera señalaron al jefe de operación Axel Fernando Zamudio Estrada y a los coordinadores bajo su mando, de amenazar con despedir a quienes no participaran en la «dinámica» de apoyo a Peña.
Ayer 15 de septiembre, camiones provenientes de varios estados del centro del país llegaron a la Ciudad de México repletos de personas humildes, entre indígenas, ancianos, niños y gente de escasos recursos.
Los acarreados al «grito» de Peña fueron captados portando un pegote en el pecho y una pulsera color verde, mientras ejércitos de trabajadores descargaban cajas con tortas y otros refriegrios.
La mayoría de los acarreados fueron trasladados desde el Estado de México, Hidalgo, Puebla y Tlaxcala, aunque también se reportó la presencia de acarreados del estado de Guerrero.
De hecho, según el medio aquí citado, al menos 15 autobuses partieron del puerto de Acapulco y otros similares de Chilpancingo e Iguala, acarreando a trabajadores y beneficiarios de los programas de Sedesol con destino al «grito» de Peña. Toda la operación habría sido financiada con recursos públicos, aunque se desconoce el origen exacto de los mismos.
La información consultada señala que trabajadores fueron enviados sin viáticos, mientras que a los beneficiarios se les entregó una torta y un jugo. En ambos casos, la instrucción fue clara: al concluir la arenga de Peña Nieto deberían abordar de inmediato los autobuses para regresar a sus comunidades.
Pese a los esfuerzos inéditos realizados por el régimen usurpador peñista para llenar la plancha del zócalo capitalino, enormes huecos fueron captados por las cámaras aledañas a la plaza. En tanto, afuera del primer cuadro, miles de ciudadanos indignados eran bloqueados por granaderos del «jefe de gobierno» peñista Miguel Ángel Mancera Espinosa, para impedir que ingresaran al Zócalo a expresarle al usurpador la exigencia de su renuncia.
Con información de Reforma
