Agencias
Martínez de la Torre, Ver.- los uniformes escolares son la pieza clave de una “mafia” entre empresarios dedicados a la manufactura de ropa y directivos escolares, quienes cada año buscan cualquier oportunidad para hacer cambios en escudos o colores de camisas, faldas y pantalones, para así obligar a los padres de familia a hacer más desembolsos.
En la zona norte del estado, son muchas las escuelas en las que en cada inicio de un ciclo escolar los tutores se llevan la sorpresa de que los comités de padres tomaron “acuerdos” relacionados con el tema y, por lo tanto, las direcciones de los planteles aplican cambios en la ropa de los alumnos.
Dichas modificaciones ya las conocen las tiendas donde se venden los uniformes y por lo menos una, la que “ayuda” a la institución o a los mismos directivos, ya hasta los tiene disponibles.
Sobre este tema, el regidor Hugo Contreras Ortiz, encargado de la Comisión de Educación en el ayuntamiento de Martínez de la Torre, lamentó que estas prácticas sean más que un problema para los padres de familia, pero dijo que desafortunadamente los uniformes son algo necesario, al igual que las cuotas que se piden en cada inicio de cursos para mantenimiento y operaciones de las escuelas.
“Es lamentable todo lo que ocurre cada inicio de ciclo escolar, pero los padres de familia deben tener muy presente que las cuotas no son obligatorias, los uniformes tampoco lo son, sin embargo, sí nos ayudan mucho en el plantel, lo que no se vale es que los estén cambiando en cada ciclo escolar o cada vez que a los directivos se les antoje, claro está que hay un apoyo económico del empresario hacia la institución, pero esto debe acordarse en consejo de maestros y padres, no nada más así”, agregó.
En entrevista, el edil no se atrevió a decir cuánto es lo que dan las tiendas que venden uniformes por convertirse en el lugar “oficial” de un plantel, pero aceptó que hay una “mafia” que a veces va más allá de la ayuda a la escuela, pues en ocasiones son los maestros o los directivos los que hacen acuerdos y los que se benefician con la venta de la ropa escolar. “Es triste decirlo, pero esta práctica es más que obvia”, concluyó.