Leticia Ochoa
La Jornada
Obras como la “Estrella de Puebla”, el teleférico o el Museo Internacional Barroco son proyectos creados para construir una imagen de una ciudad prospera, amigable, pero también ficticia de la ciudad, que tiene como telón de fondo atraer los grandes inversionistas, alertó el Francisco Reynoso Arreola, especialista en estudios urbanos del Colegio de México (Colmex).
“Este tipo de obras son usadas como señuelo para atraer inversión de los grandes capitales; sin embargo, el asunto es que la forma en la que se realizan este tipo de proyectos en donde existe una participación público–privada nunca se sabe de manera clara como están repartidas las ganancias”, advirtió.
Entrevistado antes de su ponencia en el Auditorio de la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de Puebla (UAP), sobre el tema “Gentrificación ¿Nueva estrategia urbana?”, el investigador indicó que en varias ciudades como Guadalajara, y el Distrito Federal se están desarrollando proyectos similares con inversiones público–privadas con el objetivo de crear una imagen vendible para los potenciales capitalistas.
“Por ejemplo, en Puebla el objetivo de hacer una rueda de la fortuna es crear una imagen amigable ante los ojos de los inversionistas, una imagen irreal, inventada y hasta copiada de otras ciudades como París, que también tiene su noria”.
En el caso de la Ciudad de México, abundó, el gobierno hace algo similar, pero agrega a los proyectos un discurso ambiental para crear una imagen ecológica de la capital y con ello crear una percepción todavía más atrayente para los inversionistas.
Reynoso Arreola dijo que algunos de estos proyectos son deseables y traen beneficios a la ciudadanía como en el caso del metrobús y la ecobici en el Distrito Federal. El problema, insistió, es la opacidad respecto a cómo se realizan los convenios de coinversión entre los gobiernos y los inversionistas para llevar a cabo dichos proyectos.
“El asunto es que nunca sabemos es como están repartidas las ganancias en empresas privadas y gobierno”.
Aunado a que como en el caso de Puebla estos proyectos se hacen a través deuda pública y en asociación con empresas privadas.
“Antes los proyectos se realizaban con fines de justicia social o equidad, ahora los proyectos se realizan para ofrecer una imagen amigable a los inversionistas”.
Agregó que otra situación de este tipo de proyectos es que trae consigo también una segregación social, ya que generalmente esos megaproyectos son destinados al gozo y disfrute sólo para la clase pudiente no para la población en general.
