Paula Carrizosa
La Jornada
Una fiesta tradicional como lo es la coronación de la reina del huipil en Cuetzalan se convirtió en un acto político encabezado por el gobernador Rafael Moreno Valle Rosas, hecho que provocó la apatía, el rechazo y el descontento de la mayoría de asistentes, quienes no se limitaron a mostrar su disgusto, sino que, en franca alusión a lo ocurrido en Chalchihuapan, gritaron por tres ocasiones la palabra “¡asesino!”.
El pasado sábado 4 de octubre, el día principal de la feria ya que se festeja al patrono San Francisco de Asís, el público que ocupó la plaza de este municipio serrano reprobó que una fiesta popular y de marcado acento indígena se tratara de convertir en un acto de promoción política del gobernador Moreno Valle.
En su edición 51, un festejo tradicional se convirtió en “algo desagradable” como señaló uno de los presentes, Álvaro Aguilar Ayón. Ello, apuntó, porque el acto que es encabezado por los ancianos de la comunidad, quienes se encargan de elegir a la reina del huipil, poseedora de conocimientos identitarios de su cultura, fueron desplazados por el representante del poder ejecutivo, quien trató de informar sobre las “bondades” de su política.
“Fue algo desagradable para nosotros y para los visitantes que vienen en busca de lo tradicional y no de asuntos políticos. La molestia comenzó desde que llegamos a la plaza cuando vimos las mantas en la que se aludía a la inversión en materia de salud que el gobierno del estado ha destinado a Cuetzalan”, dijo durante una entrevista.
Además de las mantas, Aguilar Ayón contó que la promoción se prolongó hacia los lados del escenario con la colocación de los motocultores que el gobernador entregó, pese a que labriegos han denunciado que estos aparatos no son efectivos para esta tarea, tanto por su tamaño, su motor y su ineficacia en terrenos de cultivo.
Agregó que tras la coronación de Dominga Xala Bautista, el gobernador Rafael Moreno Valle tomó el micrófono para hablar sobre las inversiones a la salud y al campo, acción que rompió con la tradición, pues el acto marca que el protagonismo recae en la reina del huipil y no en el funcionario en turno.
“Cuando la maestra de ceremonias pidió aplausos, en vez de eso hubo silencio, rumores y el grito de la palabra asesino, acciones con las que la gente mostró su inconformidad por la manera en que se había mezclado un acto cultural con propaganda”, mencionó Álvaro Aguilar.
Otro vecino de Cuetzalan que prefirió mantener su anonimato por temor a las represalias que el gobernador pudiera tomar en contra de los pobladores contó que “cuando Moreno Valle comenzó a dar su discurso y escuchó los abucheos y el grito de asesino que yo oí por lo menos tres veces, el presidente municipal –Óscar Paula Cruz– echó sus miradas para que los policías vestidos de civil identificaran de dónde provenían los gritos”.