Gustavo Castillo García
La Jornada
El cubano-estadunidense Gustavo Rodríguez Romero, identificado como uno de los impulsores de acciones violentas por algunos integrantes del movimiento anarquista en el país, reingresó a México hace meses y presuntamente seguiría promoviendo la vertiente insurreccionalista o informal del anarquismo.
Funcionarios que participan en el gabinete de seguridad nacional revelaron que Rodríguez Romero promovió un juicio de amparo contra su expulsión de territorio mexicano, el cual fue llevado a cabo en enero de este año, luego de participar en el simposio internacional anarquista que se realizó en la Ciudad Universitaria de la Universidad Nacional Autónoma de México en diciembre de 2013.
De acuerdo con las fuentes consultadas, Rodríguez Romero nació en Cuba y tiene nacionalidad estadunidense. Forma parte del Movimiento Libertario Cubano, el cual no es considerado integrante sobresaliente del mismo.
Rodríguez Romero llamó a los asistentes al simposio a sobrevivir de manera cotidiana mediante la «expropiación» de bienes.
En una entrevista con Conspiración Ácrata declaró que desde 1994 emprendió diversas iniciativas y «desde entonces he estado involucrado en la formación de varios grupos anarquistas y coordinaciones regionales, tanto en Estados Unidos como en México, así como en uno que otro país latinoamericano».
De igual manera, afirmó en esa entrevista, realizada en septiembre de 2012, que en ese momento estaba “profundamente interesado en el desarrollo de la Tendencia Informal Anarquista y contribuir –dentro de mis limitaciones– en la necesaria relaboración del andamiaje teórico-práctico que la justifica, facilitando la readecuación del proyecto insurreccional anárquico frente a las nuevas condiciones que impone el sistema de dominación contemporáneo”.
Según sus declaraciones, en medio de quienes se posicionaban como anarcosindicalistas y anarcoizquierdistas, encontró «compañeros afines, hasta del anarquismo panfletario y críticos de la penetración leninista, dispuestos a emprender otras iniciativas mucho más conducentes a la anarquía significativamente alejadas de las tertulias de café».
Asimismo, señaló que otra iniciativa en la que participó fue la «construcción de la Red Anarquista Revolucionaria Amor y Rabia, y la publicación homónima de edición bilingüe. Este proyecto continental (Estados Unidos, Canadá y México) pretendía la coordinación entre grupos y colectivos anarquistas a lo largo y ancho de Norteamérica, con la intención de potencializar la contestación ácrata».