Este día, la expanista Margarita Zavala Gómez del Campo, esposa del genocida Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, usurpador de la Presidencia de la República en el sexenio 2006-2012, finalmente renunció a sus aspiraciones de volver a meter a su marido a Los Pinos «haiga sido como haiga sido». En apariencia su renuncia tiene sentido, ya que todas las encuestas, aún las afines a Calderón y sus cómplices, han dado fe de la absoluta irrelevancia de esta mujer en el actual proceso electoral. Anodina y torpe incluso para expresarse, Zavala fue desechada por el Partido Acción Nacional (PAN) en la rebatiña interna de la candidatura precisamente por su total incompetencia, falta de carisma, escasa preparación académica y nula trayectoria política. Su necedad de mantenerse en la contienda electoral, sometida a los etílicos berrinches de su esposo, era por demás absurda.
Sin embargo, el raquítico 3 por ciento en intención de voto que la mujer de Calderón llegó a obtener, como máximo, en lo que va de las campañas, cobra importancia ahora frente a la pregunta de quién será el beneficiado con los sufragios «donados» por la expanista. Hasta el momento, Zavala y su equipo aseguran que su renuncia no es una declinación por alguno de los candidatos afines a ella. Empero, se sobreentiende que ese 3 por ciento que las encuestas le adjudicaban, irá a parar a algún lado.
GEA-ISA, una de las firmas encuestadoras con mayor descrédito por su deleznable actuación durante las campañas de 2012 -infló desproporcionadamente al hoy usurpador Enrique Peña Nieto-, volvió a las andadas y ha comenzado a hacer lo propio con Ricardo Anaya Cortés, candidato de la coalición «Por México al Frente», un engendro de corrupción, prostitución y degradación política encabezado por el PAN y su opuesto, el Partido de la Revolución Democrática (PRD), con la anexión del advenedizo Movimiento Ciudadano (MC). GEA-ISA asegura que la distancia entre el puntero, Andrés Manuel López Obrador, y el candidato frentista, se ha reducido a sólo 5 por ciento. Sus datos contrastan en exceso con el resto de las encuestas difundidas en otros medios, que reportan una ventaja de hasta 15 puntos de AMLO sobre Anaya.
La delirante encuesta de GEA-ISA, no obstante, sirvió para que el «consejero presidente» del Instituto Nacional Electoral (INE), el repugnante Lorenzo Córdova Vianelo, avisara súbitamente que el próximo 1 de julio «se espera una elección cerrada». La inaudita declaración de Córdova ha sido correctamente interpretada como un adelanto del fraude que viene.
En tal sentido, todo parece indicar que la renuncia de Margarita es otra maniobra para fortalecer la tesis de la «elección cerrada» oficializada por Córdova, con base en las encuestas que comienzan a inflar a Anaya y que podrían transferir al panista los 3 puntos que Zavala ha dejado sobre la mesa. Incluso, el propio Felipe Calderón pudo haber orquestado dicha renuncia como parte del pacto que sostiene con el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y las cúpulas corruptas del amasiato llamado PRIAN, en su afán de frenar a López Obrador que parece inalcanzable en las encuestas.
De hecho, así operó el genocida Calderón en 2012 contra su propia candidata, Josefina Vázquez Mota, para honrar el pacto secreto que tenía con el hoy usurpador Enrique Peña Nieto. En el libro «El Amasiato» del periodista Álvaro Delgado Gómez, se narra detalladamente la intervención de Calderón y hasta el sabotaje descarado a la campaña de Vázquez Mota, operado desde Los Pinos, para ayudar en la imposición de Peña. De ese modo pagaría Calderón el 5 por ciento de votos adicionales -entre otros «apoyos»- que, en las elecciones 2006, el entonces «gobernador» mexiquense inyectó al conteo de Calderón y que, a la postre, fue la supuesta diferencia que justificó la victoria del panista sobre López Obrador.
En el referido libro se explica, por ejemplo, que la exitosa campaña publicitaria «Peña no cumple», lanzada en radio y televisión por el equipo de Vázquez Mota, fue súbitamente cancelada por órdenes de Calderón debido a que «estaba perjudicando a Peña y ayudando a López Obrador». La preocupación del ascenso meteórico del «Peje» a medida que se aproximaba la elección, volvió a conjuntar a personajes de la ralea de Diego Fernández de Cevallos -quien también exigió el retiro de aquellos spots anti-Peña- y Carlos Salinas de Gortari, en contra del candidato de las izquierdas y con el sacrificio de la propia Vázquez Mota.
Todo indica que el amasiato ya mueve nuevamente sus piezas rumbo al fraude que comienza a dibujarse. En este medio alternativo sostuvimos la hipótesis de que la «mafia del poder» sí respetaría el triunfo del tabasqueño frente a la derechización de su Proyecto Alternativo de Nación, la inclusión de personajes siniestros emanados de esa mafia en su equipo de trabajo, la «amnistía» a capos del narco -Fox, Calderón, Peña, etc.- y su creciente ambivalencia al prometer la derogación de las contrarreformas y luego recular según le convenga. No obstante, después del primer debate y las señales enviadas por los esbirros del régimen usurpador, vemos que las probabilidades de un nuevo fraude son cada vez más altas con todo y los guiños de López Obrador a la «mafia» que lo detesta.
No se sorprendan, pues, cuando el 3 por ciento adjudicado a la mujer de Calderón sea transferido paulatinamente a Ricardo Anaya, en las cuentas alegres de las encuestadoras que lo han estado inflando. Argumentarán que el grueso de los simpatizantes de Zavala son rabiosos detractores de López Obrador, muchos de ellos pertenecientes a las huestes calderonistas del PAN, y por ello decidieron entregar su voto útil al más cercano perseguidor del puntero «con tal de impedir que México se convierta en Venezuela». Esa o cualquier estupidez similar bastará para justificar el «avance de Anaya en las encuestas».
Sea como fuere, la responsabilidad de evitar el fraude recae exclusivamente en el pueblo de México, no en AMLO, Morena, el INE, el «tribunal electoral» o «instancias internacionales». Por momentos resulta absurdo analizar la renuncia de Zavala y el beneficio para tal o cual candidato, a sabiendas de que las instituciones, empezando por el Poder Ejecutivo, están secuestradas por delincuentes mantenidos por el pueblo y nada de lo que ocurra desde esas «instituciones» usurpadas tendrá validez, legalidad ni legitimidad alguna. Se suponía que todo esto había quedado perfectamente claro tras el fraude de 2012, pero el retroceso ha sido tal que la mayoría de los mexicanos nuevamente se ha enajenado con la ridícula idea del voto como única herramienta para el cambio… en un país donde el voto no se respeta desde hace décadas. La escena de siempre, repetida miles de veces, en el teatro del absurdo, la desmemoria y los fraudes llamado México.
Se ve que esta nota es a favor de morena con sus adjetivos