Calderón y su telenovela con el PAN: otro montaje para justificar el fraude que viene en 2018

El genocida Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, usurpador de la Presidencia de la República en el sexenio 2006-2012, tenía un buen rato -años- amenazando con renunciar a la banda que lo cobijó durante toda su carrera criminal, el «Partido Acción Nacional» (PAN), si ésta no le seguía el juego en su ambición de volver a meterse a Los Pinos en 2018, ahora a través de su anodina esposa. La telenovela inició oficialmente en enero de 2015, luego de que el partido no incluyera a la mujer de Calderón en su lista de candidatos a diputados plurinominales. El exusurpador estalló contra la dirigencia nacional y expresó sus intenciones de «crear una nueva opción política». Por aquel entonces se especuló que el Partido Humanista (PH) había sido creado por Calderón tras bambalinas, sin embargo el sujeto negó cualquier vínculo con dicho grupo y eventualmente el PH no obtuvo su registro en las elecciones de ese año.

Convertido en un auténtico dictadorzuelo de bolsillo, Calderón intensificó sus exabruptos, berrinches en redes sociales y chantajes contra la dirigencia del PAN, amagando con renunciar y llevarse a sus huestes si no le permitían imponer a su mujer como candidata presidencial. Ella inició una ridícula precampaña con la etiqueta «#SomosMaZ», utilizando el color púrpura -mismo color del PH- en sus perfiles de bots en las redes y deslindándose cada vez más del PAN y su líder nacional, el corrupto Ricardo Anaya, a quien acusó de «dividir y secuestrar al partido» -exactamente lo que hizo Calderón durante su espuriato sangriento. El pasado 6 de octubre finalmente cumplió su amenaza.

Por supuesto, el tema ha causado revuelo mediático y, hasta este momento, sigue en el centro del debate de los sesudos «analistas» -mamarrachos- en televisión, radio y prensa escrita. Se sobreentiende entonces que, 1) el asunto está siendo magnificado para desviar la atención de situaciones más importantes, por ejemplo, los abusos del régimen usurpador y sus jefes oligarcas en la entrega de «apoyos» a damnificados de los sismos recientes; y 2) los medios no buscan informar sino manipular a la opinión pública e imponerle ideas preconfiguradas, en este caso, que el principal beneficiado con la renuncia de Calderón es el PRI; mejor aún, que «el voto dividido» beneficiará al PRI.

Ahí está la clave de siempre en la mentira que los medios repiten millones de veces para implantarla en el inconsciente colectivo: la idea del «voto» como si tal cosa tuviera valor o efecto alguno en lo que sucederá el próximo año. Es evidente que la ruptura ficticia en el PAN será muy bien capitalizada por su cómplice y mentor, el PRI. Sin embargo, el voto no tendrá absolutamente nada que ver en la decisión que las cúpulas de ambos grupos, a espaldas del pueblo y sus propias militancias, tomarán o ya tomaron sobre quién usurpará la Presidencia en 2018. La telenovela de Calderón sumada a la sobreoferta de «candidatos independientes», simplemente refuerza el falso argumento del «voto dividido» para justificar la imposición de otro pri(an)ista el 1 de diciembre del año entrante. ¿Se dieron cuenta, por cierto, que el nombre de José Antonio Meade, actual usurpador de la Secretaría de Hacienda, comienza a ocupar más y más espacios en los medios? Ahora Mitofsky, empresa experta en la creación de encuestas falsas y a modo de quien las pague, ya lo está inflando.

Lo preocupante en todo esto son las cuentas alegres que el partido «Movimiento Regeneración Nacional» (Morena) de Andrés Manuel López Obrador, está haciendo con la renuncia de «Los Calderones» al blanquiazul. Según sus cálculos, la pestilente coalición formada por el PAN, PRD, Movimiento Ciudadano, Partido Verde, Nueva Alianza y otros satélites pri(an)istas, denominada «Frente Amplio Ciudadano» (FAC) -el colmo del insulto a la inteligencia pública-, ha perdido fuerza y, por tanto, deja de ser un obstáculo para el tabasqueño en su tercera odisea por la Presidencia. La mancuerna PRI y AN está acabada -electoralmente hablando- desde hace mucho tiempo y nadie en su sano juicio votaría por ellos o sus aliados. Además la ciudadanía no es imbécil, por más que los delincuentes en el poder le den ese trato. El FAC es un engendro de corrupción, prostitución y putrefacción política, y su insultante pretensión de adornarse con la etiqueta de «ciudadano» sólo desnuda mucho más su proceder inmoral. Los mexicanos jamás caerían en esa trampa estúpida.

Todo ello sería cierto si el voto fuera respetado en nuestro país, pero la cúpula de Morena parece olvidar que a la mancuerna PRIAN le tiene sin cuidado lo que opine la gente dentro y fuera de las urnas. Ciertamente, ese grupo criminal dispone de voto corporativo abundante gracias a su complicidad centenaria con los grandes sindicatos corrputos de este país, además de tentáculos en otras organizaciones obrero-campesinas que le garantizan sufragios adicionales. Sin embargo, cuando ese voto duro no alcanza, echa a andar su monstruosa maquinaria de compra y coacción del voto usando recursos públicos -o de otra índole- a manos llenas. Y cuando todo ello tampoco le alcanza, simplemente recurre a sus títeres en las instituciones electorales para «tirar» el sistema, cambiar los resultados a su conveniencia y asunto concluido, «fue otra elección ejemplar». Décadas de robarse la Presidencia dan fe del expertise pri(an)ista en materia de fraudes electorales.

No estamos descubriendo el hilo negro. La cúpula de Morena sabe perfectamente que en 2018 habrá fraude otra vez, pero no está haciendo absolutamente nada, aquí y ahora, para impedirlo. Por el contrario, se mantiene dentro del juego político tal como está -corrompido y amañado en favor de la «mafia del poder»-, peor aún, neceando en sembrar la esperanza de cambio basada solamente en conseguir el «voto masivo» por López Obrador. Va de nuevo: el voto no se respeta en este país. ¿Por qué insistir en aplicar la misma estrategia fallida buscando resultados distintos? Las señales del fraude que viene en 2018 son descaradas, empezando por el cinismo de Lorenzo Córdova Vianello, «consejero presidente» y títere del PRI en el Instituto Nacional Electoral, o la intentona de frenar a López Obrador a través del Frente Amplio Corruptazo y las falsas candidaturas «independientes», cooptadas por sujetos emanados del propio PRIAN que ahora esgrimen el discurso mañoso de «todos los políticos son iguales».

Andrés Manuel López Obrador ya carga en sus lomos la responsabilidad de haber permitido la imposición del asesino de Atenco, Enrique Peña Nieto, con todas las consecuencias brutales derivadas de ese agravio a la nación. El tabasqueño aseguró que no traicionaría a los millones de hombres y mujeres comprometidos con el cambio… y lo hizo. Dio la espalda a la lucha contra la imposición para entrar de nuevo a las negociaciones políticas con el régimen de corrupción al que dice combatir. Siguió por el camino «institucional» controlado por los mismos criminales a los que tanto ha denunciado. Proclamó a la desobediencia civil como «un honroso deber cuando se aplica contra los ladrones de la esperanza y de la felicidad del pueblo», pero nunca convocó a una sola acción ni encabezó las iniciativas ciudadanas de lucha en tal sentido. Por ello, un sector de mexicanos conscientes se decepcionó de él, repudiándolo y acusándolo de pertenecer, encubierto, a la «mafia del poder».

Todas las condiciones están dadas para el fraude electoral de 2018. Asistimos a la crónica de otra usurpación anunciada, se llame como se llame el candidato de la oligarquía y sus sicarios del PRIAN. ¿Qué hace Morena, hoy por hoy, para impedirlo, aparte de estupideces como la «conformación de comités sectoriales» o la «organización de brigadas de defensa del voto» que no sirven para nada cuando el PREP altera los resultados y el Ejército se apropia de las urnas al final de la jornada electoral? ¿Qué dirá López Obrador cuando vuelvan a robarle la Presidencia a sabiendas de que pasaría? ¿Y qué harán sus millones de fanatizados simpatizantes cuando descubran que volvieron a ser utilizados para protagonizar la repetición de esta abominable historia?

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