Felipe P. Mecinas
E-Consulta (Foto: Agencia Enfoque)
Con aplausos y un globo de Cantoya lanzado al aire, cientos de hombres y mujeres recibieron minutos antes de la media noche del domingo el cuerpo de José Luis Tehuatlie Tamayo, quien falleció el fin de semana a causa de una herida en la cabeza recibida durante el enfrentamiento de policías y manifestantes ocurrido el pasado 9 de julio sobre la autopista Atlixco.
«Con el alma en un hilo» describen los pobladores que vivieron los 10 días que el menor de 13 años estuvo en terapia intensiva en el Hospital General del Sur de la ciudad de Puebla y aunque lamentan el deceso, se consuelan pensando que «tal vez fue lo mejor».
Desde antes de que cayera la noche, grupos de pobladores comenzaron a darse cita en la entrada del pueblo, frente a la ermita de la virgen de Guadalupe, donde al paso de las horas quedó bloqueada la circulación por la cantidad de personas que arribaron de los distintos barrios y juntas auxiliares cercanas.
A lo largo de dos cuadras, mujeres y niños se fueron sentando unos tras otros a la orilla de la calles y luego, arribaron los hombres que poco a poco comenzaron a llenar el crucero.
Aquí, sin elementos de vialidad ni policías municipales que auxiliaran a la población, un grupo de jóvenes se llamaron a chiflidos para colocar unas piedras sobre el pavimento y desviar la circulación vehicular, mientras familias enteras bajaban del centro y salían de sus casas para brindar apoyo a los familiares de José Luis.
Allá arriba, en la explanada de la junta auxiliar, otro grupo de mujeres coordinó la recepción con un altar improvisado en el portal de la presidencia, donde la imagen de San Bernardino fungía como testigo mudo de la indignación de la comunidad.
Mientras esperaban el cuerpo, los más jóvenes revivían fragmentos del enfrentamiento registrado en el puente que cruza la autopista, mientras las personas mayores se mantenían prácticamente en silencio, con diálogos entrecortados y ensimismados, tratando de evadir la tristeza que invadía el ambiente.
Eran al rededor de las 11:30 de la noche, cuando las luces de varios autos se vieron descender del puente. Los habitantes se arremolinaron inmediatamente sobre la calle principal, algunos encendieron velas y veladoras, otros se acercaron con racimos de flores, pero la mayoría iba con las manos vacías, aunque dispuestos a brindar su apoyo a la familia.
Una pareja de vecinos tomó un globo de Cantoya color blanco y lo encendió a la mitad de la calle para recibir al pequeño, el artefacto se elevó unos 20 metros y después el viento se lo llevó hacia el sur.
Un grupo de hombres ayudó a bajar el féretro de color blanco con molduras plateadas y lo colocó sobre una estructura de madera previamente acondicionada para cargar al hombro. Doña Elia Tamayo, madre del menor, flanqueada por el presidente municipal Javier Montes Bautista y la diputada federal Roxana Luna Porquillo observó cada uno de los movimientos, aunque su mirada estaba siempre perdida en otra parte.
En medio del silencio se dejaron escuchar algunos sollozos que fueron apagados apenas un instante después, con aplausos de los casi mil asistentes a la recepción.
Al inicio, el recorrido al centro de la comunidad estuvo acompañado con cantos religiosos que no tuvieron eco y se fueron apagando conforme se acercaban a la explanada. De pronto ya sólo se escuchaba el caminar de las personas y el ladrido de los perros.
Ya en la explanada, al cuarto para las doce dio inició la misa de recepción de Jusé Luis Alberto. Junto a su féretro fueron colocados restos de los gases lacrimógenos y artefactos lanzados por los policías estatales.
Lejos de la euforia que se respiraba el día del enfrentamiento, el pueblo se miraba ahora cabizbajo, ensombrecido por el luto de haber perdido a uno de los suyos y enojado por la falta de justicia ante el deceso de un menor de edad.
Mientras se realizaba la eucaristía, otros dos globos de Cantoya fueron elevados al cielo a modo de despedida, mientras en la explanada resonaban los rezos y cánticos en una sola voz.
Tras la celebración religiosa que se prolongó durante casi una hora, se dio a conocer que la misa del sepelio se llevará a cabo hasta el martes a las 9:00 de la mañana en la iglesia de la comunidad.
Pasaban ya la 1:00 hrs de este lunes cuando la explanada comenzó a quedar sola, únicamente con los familiares y amigos cercanos que acompañaban a Elia Tamaño y no quisieron dejar de lado el expresarle su apoyo en estos momentos difíciles. Al final sólo quedaron unas 30 personas acompañando el cuerpo postrado frente al palacio auxiliar, debajo de una lona que cubre la explanada central, sitio donde permanecerá todo este lunes, tal como lo dicta la tradición de la comunidad.