Guerrero, Michoacán y el valle de México, las zonas más peligrosas para los clérigos.
Blanca Juárez
La Jornada
Durante los dos primeros años de la administración de Enrique Peña Nieto han sido asesinados ocho sacerdotes y dos más continúan desaparecidos. La tendencia de ataques en contra de clérigos, que registró “un aumento de 100 por ciento en 2014”, indica que este sexenio “podría ser más violento” que el de Felipe Calderón Hinojosa.
Lo anterior fue señalado por el Centro Católico Multimedial (CCM) en su informe El riesgo de ser sacerdote en México, en el que indica que en lo que va del año tres religiosos fueron ultimados. Dos de ellos, adscritos a la Arquidiócesis de Acapulco, Guerrero, “pagaron con su vida al ser levantados por grupos violentos de la entidad”.
Si bien el gobierno de Calderón “es considerado como el más negro de la historia moderna de México, por la inacción y falta de protección a los derechos humanos de sacerdotes (…) toda vez que se cometieron 24 homicidios”, debido al significativo repunte de crímenes perpetrados en este sexenio el nivel de violencia podría ser más alto, prevé el reporte.
Al comparar la cifra de ocho sacerdotes ultimados de 2012 a 2014 –más los dos que se encuentran desaparecidos– y los cinco que “fueron asesinados violentamente” entre 2006 y 2008, se observa que “este fenómeno marca un claro aumento de 100 por ciento, resultado de problemas como violencia y falta de oportunidades en la administración de Peña Nieto”.
Las entidades que se consideran más peligrosas para el ejercicio sacerdotal en México son: Guerrero, Michoacán, el Distrito Federal y su zona conurbada.
El documento resalta la muerte del misionero John Ssenyondo, de origen ugandás, vicario de la diócesis de Chilpancingo, Guerrero. Fue secuestrado el 30 de abril de 2014 y su cuerpo se encontró en una fosa común el 28 de octubre de este año, en la comunidad de Cocula. El hallazgo del lugar ocurrió como parte de las indagatorias para localizar a los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos en Iguala.
En enero de este año Gregorio López Gerónimo, de la diócesis de Apatzingán, Michoacán, sufrió un atentado y además ha sido “amenazado de muerte por denunciar a grupos de autodefensas y a otros cabecillas de la región”.
El documento señala que las amenazas de muerte en contra de curas “sigue al alza”, pues de 2012 a la fecha han ocurrido 520, por lo que el incremento es de 221 por ciento. Incluso advierte que en el sureste mexicano “la vida de un sacerdote ha sido estipulada en 300 mil pesos”.
Destaca también los casos de los sacerdotes Alejandro Solalinde y Pedro Pantoja Arreola, intimidados como consecuencia de su trabajo en defensa de los derechos de migrantes.
En Michoacán, Salvador González, párroco de la catedral de Apatzingán, recibió amenazas por denunciar a grupos de autodefensas, así como Jorge Armando Vázquez, de la iglesia de San Rafael de las Cruces, al acusar a elementos de la Marina y agentes del Ministerio Publico de allanar el templo.
Miguel Patiño Velázquez, obispo de Apatzingán, ha sido intimidado por defender a comunidades indígenas “golpeadas” por narcotraficantes de la región de Tierra Caliente.
Otro caso es el de Julián Verónica González, de Amatlán, Veracruz, por su lucha “contra el proyecto hidroeléctrico El Naranjal”.