Fajándose, exige la Ceteg renuncia del lacayo de Peña, Rogelio Ortega, ; “se le acabó su gobierno de días”

MARGENA DE LA O
La Jornada

Chilpancingo, 29 de octubre. “Se le acabó su gobierno de días”, gritó un maestro de la Ceteg por la bocina sobre un Tsuru blanco, antes de que la avanzada de la marcha a la que llamó hoy el magisterio disidente tirara e incendiara la puerta de Casa Guerrero, donde técnicamente ahora vive el gobernador interino, Rogelio Ortega Martínez.

Apenas pasaron tres días de que los diputados aceptaron su nombramiento, y los maestros ya piden su salida porque “fue a ponerse de rodillas” con el presidente Enrique Peña Nieto.

Ortega Martínez, al día siguiente de entrar en funciones, ofreció con Peña Nieto una conferencia de prensa en Los Pinos. “Y si usted me apoya, señor Presidente, yo le entregaré buenas cuentas”, le dijo el gobernador. Ni siquiera ha buscado reunirse con los padres de los 43 normalistas desparecidos, menos con los maestros, informó el secretario general de la Ceteg Ramos Reyes Guerrero, anoche.

“Lo primero que hizo es persignarse con la catedral”, volvió a decir el maestro de la bocina estacionada frente a la casa oficial. En ese momento los maestros apenas perforaban el portón y los muros que lo sostenían.

En apego al plan de acción que trazó la Asamblea Popular Nacional, frente integrado por organizaciones que secundan la movilización de Ayotzinapa por el caso Iguala, entre ellas la Ceteg, hoy comenzó el paro de 72 horas en todas las escuelas y oficinas sumadas en el país en reclamo de la presentación con vida de los 43 estudiantes. Los maestros decidieron marcar la actividad con una marcha: partió a mediodía del Zócalo hacia el bulevar Lázaro Cárdenas, maniobró en Ciudad Universitaria para llegar por la parte trasera de Casa Guerrero.

“Ortega no es la persona idónea para el estado de Guerrero, y haremos valer nuestro derecho”, se convirtió en la frase con que arrancó la destrucción de la puerta de Casa Guerrero. Esta misma tarde, momento en que ocurría la protesta en Chilpancingo, los padres de los estudiantes desaparecidos hablaban con Peña Nieto, le exigían localizar a sus hijos.

Después de jurar el cargo, Ortega Martínez, en el pleno del Congreso del estado, dijo algo que pareció poner en evidencia el origen de su designación: continuaría con los proyectos que dejó pendientes el gobernador con licencia, Ángel Aguirre Rivero.

La protesta se calentó cuando de dentro de Casa Guerrero respondieron con un petardo a los maestros que picaban la puerta. Luego les lanzaron piedras.

Los picos no podían con el acero de la puerta. Los maestros arrancaron el poste de una lámpara de los jardines de Casa Guerrero y, con la suma de al menos una docena de ellos, hicieron de él un ariete que rebotaba en el portón sin hacerle daño. Para entonces, la llovizna de piedras, desde dentro, se convirtió en aguacero.

El reloj marcaba las 16 horas cuando los maestros cambiaron la estrategia: sólo la avanzada, integrada por unos 100 maestros, llevaron al frente de su ejército una camioneta con rótulos del DIF estatal, se armaron con piedras, y todos al mismo tiempo las lanzaron hacia adentro de Casa Guerrero.

El resto de los maestros, unos 600, bajaron unos metros a levantar un cerco, por si llegaban policías antimotines.

Ese momento se entendió como un repliegue de quienes les lanzaban piedras desde la residencia oficial (entonces no se conocía quiénes), el cual aprovecharon los maestros: la camioneta oficial la estamparon, una, dos, tres, varias veces, sobre las hojas de acero del acceso 3. A los seis minutos, el portón cayó y dejó al descubierto una barricada de policías antimotines que se protegían con sus escudos. Atrás de ellos, ya en los pasillos de la residencia, los guardias de la seguridad de Casa Guerrero y personal del gobernador, identificados por vestir pantalón y guayabera de colores neutros.

A las 14:06, la avanzada había logrado tirar la puerta y la camioneta, abollada por los golpes por derribarla, fue estacionada a la entrada de Casa Guerrero, sin llegar a tocar la protección de los antimotines. Los 20 minutos siguientes corrieron entre intercambios de cohetes y piedras sin ton ni son, y era un correr a tropel porque se oye al de los megáfonos decir que debían estar atentos, porque lo más seguro es que llegarían antimotines.

Los maestros de la avanzada colocaron hierba seca que juntaron de un terreno de al lado, y lo colocaron a un costado de la camioneta, le prendieron fuego con la ayuda de los cohetes que ellos llevaban, el cual se extendió hasta el vehículo, sin que el humo inhibiera a los antimotines.

El humo que salía del vehículo en llamas ensombreció el perímetro del acceso 3 de Casa Guerrero y convocó a los bomberos, quienes extrañamente dejaron de apagar el fuego algunos minutos. “Nos indicaron de aquí que no lo apagáramos”, dijo a los bomberos quien se entendía que iba al mando. Los reporteros escucharon y le preguntaron por qué, y sin responder sólo reanudó la maniobra de apagarlo.

Los maestros se habían retirado algunos minutos antes, pero dejaron pintado en las paredes de fachada: “No aceptamos a Ortega”.

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