La farsa de Denise Dresser

Gerardo Fernández Noroña
(@fernandeznorona)

El domingo 30 de julio de 2006, Denise Dresser publicó en la revista Proceso un artículo titulado «Cuando éramos huérfanos». En él sostenía que vivía en una casa rentada, que mandaba a sus hijos a una escuela privada no cara y que tenía dos autos usados en buen estado. Decía haber votado por López Obrador pero le reclamaba no reconocer a Calderón como presidente.

Han pasado nueve años y todo indica que las cosas han cambiado. Ahora asevera que bajo ninguna circunstancia votaría por López Obrador y hoy cobra por una charla de poco más de una hora, en una institución pública, $150,000, el equivalente a uno de sus autos usados en buen estado de hace nueve años.

La señora Dresser repudia el escandaloso sueldo de los integrantes del Congreso mexicano, sin embargo gana más que ninguno de ellos, gana más que el presidente del Congreso y aún gana más que el presidente de la República, incluso gana más que el Presidente de la Corte, lo cual ya es mucho decir. Gana más que cualquier político con cargo público del país y gana más que cualquiera de los integrantes de la clase política que denuesta bajo el marco de su pretendida crítica.

La señora gana en una hora lo que un diputado gana en un mes y se lo cobra a escuelas públicas que le pagan, si mucho, cien pesos la hora a un profesor bien calificado, que como ella, pueden contar con maestría y doctorado. Estoy cierto que ningún grupo empresarial, ni ninguna escuela privada pagarían $150,000 por una charla a la mencionada señora. Ella es profesora del ITAM y el sueldo que devenga por una hora de clase, no es ni soñando, lo que cobra a las escuelas públicas por sus pláticas.

Lo que ella cobra por conferencia no es un asunto privado, ni es un asunto que tenga que ver con su supuesto conocimiento. Es un acto de corrupción y un pago a servicios prestados al sistema político, económico y social al que siempre ha servido.

La señora Dresser es una promotora exitosa de la despolitización, de la ignorancia y de la simplificación del análisis sobre la grave crisis política que vive el país. Ella se presume por encima de todos bajo un ropaje académico, cuando cualquier estudiante de tercer semestre de ciencias sociales sabe perfectamente que en esta materia no hay imparcialidad y que todo intelectual asume una posición política en la sociedad a la que pertenece. Esta señora no es la excepción y promueve una posición que ella define como socialdemócrata y que no es otra cosa que una validación de la política económica neoliberal que desde el gobierno de Salinas se viene imponiendo en México para desgracia de nuestro pueblo. Su subordinación al mercado no es otra cosa que la reivindicación del neoliberalismo y su planteamiento de que no hay otra izquierda con posibilidad de éxito electoral que una socialdemocracia que asuma al mercado, no es otra cosa que la defensa a ultranza del estado de cosas existente. Ella quiere una «izquierda» que ejerza un gobierno neoliberal como el que el que los gobiernos del PRI y el PAN han instaurado al ocupar la presidencia de la República.

Por otra parte, al afirmar que la socialdemocracia es una posición de izquierda plantea una aberración académica increíble para alguien que dice tener un doctorado en el área de las ciencias sociales.

Pero lo más grave sin duda, es que la señora Dresser se asume como una combatiente irreductible de la corrupción existente en el país, cuando ella es producto y beneficiaria de la misma.

Cuando hace una semana le pregunté si era cierto que cobraba $150,000 por una hora de charla se negó a responder a la pregunta. Subí a las redes sociales un primer comprobante por $50,000 que le pagaron por una charla en Baja California y siguió sin responder al cuestionamiento. La institución pública que hizo este desembolso no tiene nada que ver con el área de sociales (CICESE), pues es un centro de investigaciones en Ciencias de la Tierra, oceanografía y física aplicada en Ensenada.

Pasaron varios días y la posición de la señora Dresser fue la de negar que cobraba esas cantidades por una charla. Más aún, sostuvo que eran calumnias .Tuve que dar a conocer un segundo documento en que pedía a la Universidad Autónoma de Chapingo $95,000 por una charla en el 2011, para que contestara diciendo que en efecto cobra por sus charlas, que vive de ello, pero que esto no afecta para nada su posición crítica. Más aún, sostuvo que critica a todos por igual. Con la soberbia que le caracteriza, se plantea por encima de todos los actores políticos y les da, según ella, cátedra de moralidad y de visión política.

Esa charla en Chapingo no se realizó por cierto, debido a que los estudiantes no podían pagar los extraordinarios emolumentos de la señora Dresser. El documento con el presupuesto y las condiciones para dar la charla muestra una aguda conducta mercantilista de la señora Dresser planteando exigencias leoninas para sus contratantes. Como ya dije, esa charla no se hizo, pero muchas otras se han dado en escuelas e instituciones públicas obteniendo por ellas recursos millonarios a lo largo de estos nueve años. Las han pagado autoridades educativas por instrucciones superiores. ¿Por qué? ¿Qué servicios presta la señora Dresser para que se le pague tan bien?

Pongamos como ejemplo el último servicio prestado: el llamado a anular el voto. La citada señora es una promotora de que todos los partidos y todos los políticos somos iguales. La señora equipara a quienes desde la oposición luchan por defender los derechos del pueblo y el patrimonio nacional e impulsan la transformación del país, con quienes desde el poder roban, asesinan, reprimen, generan desapariciones forzadas y diversos crímenes de estado, rematan el patrimonio nacional, mienten, se enriquecen y envilecen las instituciones de la República.

Al hacer equivalente la acción política de todos los partidos y de todos los políticos, desinforma, esconde a los verdaderos responsables del desastre nacional y promueve el desaliento ciudadano y el nulo compromiso político. El puro hecho de igualar a todos los políticos con Enrique Peña Nieto es además de un análisis pedestre e insultante, es un diagnóstico que ni un analfabeto daría por bueno. Y sin embargo, importantes sectores sociales han validado semejante caricatura de diagnóstico político.

La señora Dresser jugó un papel destacado para que el ambiente nacional pasara del «que se vaya Peña» al de anular el voto, concluyendo que todos los políticos y todas las opciones partidarias son iguales.

Los espacios destacados que se le dan sobre todo en televisión, generaron un rendimiento importante: 5% del electorado anuló su voto. Con ello, sucedió lo que muchos sostuvimos que pasaría: que el PRI alcanzó la mayoría en la Cámara de Diputados sin serlo. Con apenas la votación del 14% del electorado, el PRI aparece como la primer minoría en la Cámara. Con sus aliados del PVEM, PANAL Y PES, el desgobierno de Peña tiene la mayoría simple en la citada Cámara. Con esta mayoría artificial el desgobierno de Peña proseguirá sus reformas neoliberales, a saber: privatizará el agua, privatizará la Seguridad Social e incrementará el IVA de 16 a 21% entre otras ofensivas contra el pueblo que se darán desde el Congreso. Dresser no sólo no deslegitimó al Congreso sino que colaboró para legitimar esa falsa mayoría del PRI y esta nueva ofensiva contra el pueblo.

A diferencia de elecciones anteriores en que la señora Dresser ha promovido esta postura y pudo desentenderse del resultado de la misma, en esta ocasión es muy claro el resultado de su posición política, colaboró de manera destacada a crear las condiciones para que un gobierno repudiado por el pueblo y que ella dice combatir, obtuviera un resultado exitoso en los comicios.

También ha ayudado a poner las cosas en perspectiva la notoria utilidad del voto en Nuevo León, donde un candidato independiente barrió con el PRI y el PAN (la figura de las candidaturas independientes merece un análisis aparte, pues la despolitización existente las vende como la panacea) ; en Jalisco donde un partido modesto como Movimiento Ciudadano derrotó al PRI de manera contundente y en el Distrito Federal donde MORENA derrotó al PRD quien tenía ya un enorme rechazo de la ciudadanía.

Sostengo que la señora Dresser sirve no sólo al gobierno en turno, sino al sistema político mexicano que dice combatir. Bajo un discurso despolitizado y despolitizador, con ropaje de crítica, realiza en realidad una labor de zapa en la oposición y en la organización de la población que lucha por lograr la transformación del país. Por eso es tan peligroso su papel y por eso es necesario desenmascararla.

Cobrar $150,000 por una hora de charla a una institución pública no sólo es inmoral, es un acto de corrupción disfrazado de honorarios de élite. Pero como he comentado aquí, el problema no es sólo lo que cobra, sino los oscuros intereses a los que sirve.

La verdadera faz de la señora Denise Dresser apenas empieza a salir a la luz. Hay quienes se niegan a verla, quienes a pesar de las evidencias les duele sentirse engañados y voltean para otro lado para no ver que esa figura fue creada desde el poder y para servicio del poder. Pero no hay cosa más terca que la realidad y no tienen más que observar lo que dice, sus actos y sus consecuencias. Ver los resultados de sus iniciativas y observar a quienes sirven. Yo estoy mostrando una parte que siempre ha ocultado: sus ingresos millonarios. Es sólo una pequeña parte lo que aquí vengo señalando. No hay nada personal, en política nada debe ser personal. Tampoco hay misoginia. Si fuera hombre, podría combatirla todavía con más dureza. Las mujeres han pedido igualdad y mucho falta para que esta justa demanda se logre. Pero en este caso es irrelevante el género, lo sustancial son los servicios que presta al poder y la enorme corrupción que la cobija. Para combatir con eficacia lo que Peña es y representa es necesario evidenciar a quienes dicen estar de nuestro lado y en realidad sirven al «statu quo». Dresser es un caso destacado de esta doble moral.

«El pueblo tiene derecho a vivir y ser feliz»

Gerardo Fernández Noroña

México D.F. a 21 de junio de 2015.

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5 comentarios:

  1. Nunca se dieron cuenta de que esta tipa es UNA JUDIA?

    y CUANDO se daran cuenta, pues, que son los JUDIOS los que estan jodiento a Mexco?

    ….. Los presidentes, etc, son tan solo sus guantes desechables.

  2. Estimado Gerardo: en el artículo de Denisse Dresser del 30 de julio que mencionas, es falso que Denise EN ALGÚN MOMENTO LE RECLAME A LÓPEZ OBRADOR EL NO RECONOCER A CALDERÓN. De hecho, solamente menciona una vez su nombre en este párrafo:

    [«Con lo que sabemos hasta el momento, no me parece inconcebible pensar que López Obrador perdió la elección. Por la multiplicidad de motivos que ya conocemos: el voto de miedo, la campaña mediática de Vicente Fox, la compra de publicidad por terceros, el apoyo de gobernadores priistas a Felipe Calderón y los errores que el propio AMLO -aunque se niegue a aceptarlo- cometió. Pero para despejar dudas y rescatar la confianza perdida, he apoyado la propuesta de contar de nuevo, ya sea parcial o totalmente, los votos. Si el recuento revela que López Obrador en realidad ganó, México tendrá que aceptarlo. Y si ocurre lo contrario, también. Esa debería ser la apuesta de todos, pero sobre todo de una izquierda responsable que quiere gobernar al país y no sólo partirlo en dos.»]

    Saludos.

  3. Por sus actos se conocen, espero que esto ahora si la sepulte, al menos ya saco un buen provecho económico; que frustración es conocer a personas como estas.

  4. Gerardo.
    Yo creo que hay una apreciación equivocada. Hacer un doctorado no te hace investigador o científico, sino ejerces esa profesión con esfuerzo. En México habemos muchos investigadores que en un año no recibimos una percepción de 250 mil pesos. No te equivoques. A ella no le pagan eso por hacer ciencia. Hace mucho que Denisse abandonó eso. A ella le pagan porque ciertos medios la legitimaron como líder de opinión. Igual que a Curzio, Aguayo y muchos otros. Pero es injusto que se piense que quienes sí hacemos ciencia somos iguales a estas estrellas de los medios.

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