Las tesis del gran escritor José Revueltas aplican perfectamente al actual “reformismo democrático-burgués”

  • Realizan debate acerca del pensamiento del escritor, auspiciado por Casa Lamm y La Jornada
  • Intervenciones del poeta y filósofo Enrique González Rojo y el historiador Saúl Escobar

Carlos Paul
La Jornada

Con un minuto de silencio en memoria de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa, asesinados en Guerrero, y en homenaje al ex dirigente del 68 Raúl Álvarez Garín, fallecido el pasado viernes, se inició la mesa de reflexión José Revueltas: el revolucionario y el teórico, que se realizó el lunes en la Casa Lamm, donde participaron el poeta y filósofo Enrique González Rojo y el historiador Saúl Escobar Toledo.

En el acto, realizado como parte de las actividades del Foro México y el mundo actual, auspiciado por Casa Lamm y La Jornada, ambos presentadores destacaron el trabajo crítico que Revueltas sustentó contra el dogmatismo de los partidos comunistas, por un lado, y el “‘nacionalismo revolucionario” de los gobiernos, por el otro.

Escobar Toledo, investigador de los institutos Nacional de Antropología e Historia y de Estudios Obreros Rafael Galván, apuntó que la crítica de Revueltas en su libro Un proletariado sin cabeza estuvo dirigida hacia las tesis del Partido Comunista Mexicano y de Vicente Lombardo Toledano, postura que tiene como antecedente los textos reunidos en México: una democracia bárbara (1958).

“El mérito de Revueltas fue construir un pensamiento crítico que intentó acabar con el pensamiento e ideología dominantes y sentar las bases de una nueva teoría para la lucha de los trabajadores. Parte fundamental de ese nuevo pensamiento crítico se basó en una nueva interpretación de la historia mexicana” y en lo que Revueltas señalaría como “conciencia enajenada”, explicó Escobar.

Persistente enajenación

En su libro Un proletariado sin cabeza, Revueltas apuntó: “En México se produce un fenómeno del que difícilmente puede darse un paralelo en ningún otro país del mundo contemporáneo. Este fenómeno consiste en que la conciencia de la clase obrera ha permanecido enajenada a ideologías extrañas a su clase, y en particular a la ideología democrático-burguesa, desde hace más de 50 años, sin que hasta la fecha haya podido conquistar su independencia. O sea, su enajenación ha terminado por convertirse en una enajenación histórica (…) La clase obrera mexicana, de ese modo, se proyecta en la historia como un proletariado sin cabeza, o que tiene sobre sus hombros una cabeza que no es la suya”.

Según Revueltas, continuó Escobar Toledo, “la revolución de 1910 es el hecho histórico fundador del proceso de enajenación de la clase obrera. Esto fue así porque desde un principio la burguesía nacional fue la clase dirigente de dicha revolución”.

Gracias a ello, reflexionaba Revueltas, “la burguesía ya no es la clase burguesa, es México y la revolución, pues ahora puede permitirse el lujo de negarse en apariencia como clase en tanto se afirma como Estado”.

La crítica “no sólo alcanzó a la Revolución Mexicana, sino también al nacionalismo, otro fetiche, otro elemento de enajenación de la conciencia para controlar al proletariado. Según Revueltas, ponerle una cabeza nacionalista al proletariado sería prolongar su estado de enajenación”, comentó el historiador.

La crítica al poder e ideología del Estado, a la burguesía y al comité central, fue parte esencial de las reflexiones de Revueltas, las cuales siguen vigentes, concluyó Escobar. “Revueltas propuso, hace más de 50 años, una tarea que la izquierda, principal interesada en ello, no ha cumplido: la búsqueda por convertir a la clase obrera en un actor político, libre del control de Estado y de líderes traidores”.

Por su parte, González Rojo, quien conoció y militó junto con Revueltas, se refirió a la personalidad, a la relación a veces cordial, a veces de rechazo y confrontación, que sostuvieron, y a las tesis políticas del escritor “aún vigentes”.

Entre anécdotas, González Rojo destacó la idea de Revueltas sobre la autogestión de los trabajadores, es decir, la necesidad de organizarse con independencia del Estado, los partidos y las iglesias.

“La crítica de Revueltas a la Revolución Mexicana y al nacionalismo revolucionario, que representa a los intereses de la burguesía como intereses del pueblo en general –concluyó Enrique González Rojo–, hay que aplicarla al reformismo democrático-burgués de nuestros días”, implementado por el actual gobierno federal.

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