«¡TÚ NO ERES AYOTZINAPA!», gritaron ayer los padres de los normalistas a Peña Nieto

  • Pase lo que pase, vamos a encontrar a los 43, aseguran padres de los desaparecidos
  • Advierten que el Estado no podrá frenar esta movilización social, “pues hay mucha rabia”

Emir Olivares, Patricia Muñoz y César Arellano
La Jornada

«Peña Nieto, tú no eres Ayotzinapa». Ese fue el contundente mensaje que ayer miles de ciudadanos enviaron al mandatario federal al volver a hacer suyas las calles para exigir, una vez más, la presentación con vida de los 43 normalistas desaparecidos desde hace más de dos meses en Iguala, Guerrero.

La de ayer fue una derrota al miedo. Miles salieron a las calles y colmaron el Centro Histórico y varias de las principales avenidas de la ciudad de México. No importó el último mensaje enviado por la autoridad en la marcha del 20 de noviembre: detenciones arbitrarias, golpizas y el rápido desalojo del Zócalo capitalino.

Eso no importó. «Hoy hay un nuevo triunfo de la ciudadanía, los espacios públicos son nuestros, no de ellos», se escuchó en voz de varios de los asistentes. «¿Miedo? Sólo al silencio», resumía un joven en una sencilla cartulina.

Los padres de los normalistas desaparecidos volvieron a tomar la voz para reclamar al titular del Ejecutivo federal haber hecho suya la demanda de los mexicanos. «Peña Nieto, tú no eres Ayotzinapa. Tú no eres pueblo, no nos representas», gritaron al pie del Ángel de la Independencia, que se iluminó de rojo sangre para recibir a los miles que ayer marcharon para mantener los reclamos de los pasados dos meses: justicia, presentación con vida de los normalistas y la renuncia inmediata del Peña.

Expresiones diversas

El sentir ciudadano se expresó de diferentes maneras: en carteles con leyendas como «México no tiene presidente», «EPN, tú no eres Ayotzi, eres Atlacomulco», «¿Qué cosecha un país que siembra cuerpos?» Lo mismo con símbolos alterados como banderas nacionales pintadas de negro, mujeres bañadas con pintura roja evocando a los desaparecidos, y en múltiples mantas que rezaban: «Ya estamos hasta la madre».

Estudiantes de diversas universidades públicas y privadas, lo mismo que el magisterio disidente, decenas de organizaciones no gubernamentales, sindicatos y «un chingo de ciudadanos indignados», marcharon desde varios puntos del Centro Histórico hasta el Ángel de la Independencia.

Lo mismo desde el Zócalo, el Hemiciclo a Juárez y el Monumento a la Revolución, para fundirse e inundar el Paseo de la Reforma en un grito permanente que ha tomado fuerza con este movimiento: «Fuera Peña». Fueron miles que se pueden narrar en dos momentos: cuando el último contingente salía del Zócalo, la vanguardia rebasaba el cruce de Reforma y Juárez; el segundo se dio cuando los familiares de los normalistas llegaron al Ángel de la Independencia y la retaguardia apenas había pasado el Hemiciclo a Juárez.

A la mínima mención del titular del Ejecutivo, ese grito unánime lo secundaban con rechiflas generalizadas y otra consigna: «El Estado es el culpable».

Los padres de los normalistas, acompañados por un amplio contingente de familiares de desaparecidos en todo el país, encabezaron esta marcha que concluyó con un mitin, donde Clemente Rodríguez, padre del normalista desaparecido Cristian Rodríguez, sintetizó el sentir de las 43 familias: «Pase lo que pase, los vamos a encontrar».

Con voz quebrada continuó: «Hemos tenido que dejar trabajos, tierras y casas para salir a buscar a nuestros hijos, porque el gobierno no lo hace». Criticó que el ex gobernador de Guerrero Ángel Aguirre Rivero les haya ofrecido «mucho dinero para que nos calláramos, (pero) nosotros en respuesta lo mandamos mucho, pero mucho a chingar a su madre».

Remató con un mensaje directo al Peña: “Quiero decirle a Peña Nieto que él no es Ayotzinapa; nosotros sí tenemos dignidad».

José Solano Ramírez, estudiante de la normal de Ayotzinapa, también tomó el micrófono para denunciar que sus 43 compañeros no son las únicas víctimas de su escuela, pues ha habido más estudiantes asesinados y reprimidos, «porque esta normal ha estado en lucha permanente y el Estado se ha encargado de hostigarnos permanentemente».

Incluso, dijo que el secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffet, «se ha encargado de fregar a las normales rurales al quitarles matrícula, presupuesto y personal, y ahora hipócritamente viene Peña Nieto a decir que les dará apoyo».

Varios de los oradores advirtieron que la represión policiaca de las pasadas marchas «es una estrategia del Estado para desactivar esta movilización social, pero no lo van a lograr porque ya hay mucha rabia del pueblo contra los tres poderes de la Unión y contra todos los partidos políticos».

José Félix, habitante del municipio de Teconapa, Guerrero, asentó que lo mismo que pasa en esa entidad sucede en otras como el estado de México y Michoacán: desapariciones forzadas, ejecuciones y secuestros.

El representante de la Asamblea Interuniversitaria señaló que el decálogo de Peña Nieto no es la respuesta para restructurar todo el esquema de seguridad del país. “Es como si (Joaquín) El Chapo Guzmán presentara un plan antinarco”.

La política neoliberal de este gobierno, agregó, busca el desmantelamiento de la educación y quiere con la ley bala acabar con la protesta.

Cuando el último orador dejó el micrófono, los miles que se mantuvieron en las inmediaciones de la columna de la Independencia entonaron el Himno Nacional. Durante las últimas estrofas se escucharon cohetones en las calles aledañas, al tiempo que aparecieron cientos de policías antimotines.

Pese a ello, aún muchos se dieron tiempo para invitar a la «toma simbólica de la Ciudad de México» el 6 de diciembre, para conmemorar los 100 años de la entrada de los ejércitos de Zapata y Villa a la capital. Al mismo tiempo contaron del uno al 43 para rematar con la ya conocida demanda popular: «Justicia».

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